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El artista expone pinturas y maquetas; éstas, inspiradas en poemas de José Emilio Pacheco

Vicente Rojo evoca el silencio de las gradas vacías en Circo dormido

Se inauguró ayer en la galería López Quiroga; a la par se presentó el libro del ensayista y una muestra fotográfica

Quería recordar más la parte apagada que la espectacular, refirió el escultor

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En vez de hacer obras en papel o tela, pensé en armar una especie de escenario donde el circo, que constituye un espacio con tanta intensidad, se mostrara como una suerte de juguetería, de recuerdos de infancia, señaló RojoFoto María Luisa Severiano
 
Periódico La Jornada
Domingo 27 de junio de 2010, p. 8

Un homenaje al colorido y alegría de los circos, y al mismo tiempo a los hombres y mujeres que hacen posible su fantasía con el trabajo cotidiano, es lo que presenta el pintor y escultor Vicente Rojo en la exposición Circo dormido, inaugurada ayer en la galería López Quiroga, donde también se presentó el libro Circos, con poemas de José Emilio Pacheco, y la muestra fotográfica colectiva Piruetas, luces y maromas.

Sin discursos ni introducciones oficiales, las exposiciones abrieron sus puertas el sábado a mediodía en un ambiente distendido, pero con la ausencia notable de Pacheco –galardonado hace un par de meses con el Premio Cervantes de Literatura–, a quien muchos esperaban en la sala.

La muestra de Rojo se compone, por un lado, de 50 pinturas realizadas en gouache, divididas en series que rinden tributo a diversos actores del mundo circense, como los payasos, los contorsionistas, el domador, los malabarismos, los trapecios, la carpa, las jaulas o las chisteras de los magos.

En otra sala de la galería, pueden apreciarse diversas maquetas o construcciones en los que el artista de origen catalán recrea con un estilo que va de lo figurativo a lo abstracto otros elementos de ese mundo de fantasía, entre ellos el ilusionista, las pulgas amaestradas, los siameses y el hombre-bala.

Estas 12 esculturas de pequeño formato estuvieron inspiradas en igual cantidad de poemas de José Emilio Pacheco, pertenecientes a la serie Circo de noche, donde el poeta explora los momentos de calma entre función y función, en los que el circo se vuelve un territorio normal, sin los reflectores ni el ruido de los aplausos, y sus personajes se ven a sí mismos en la cotidianidad.

“La Trapecista –dice Pacheco en uno de sus escritos– encarna el drama del amor/ y está siempre en manos del aire. La Trapecista no comparte el estigma: ser de la tierra y regresar a la tierra;/ vivir atados al polvo por la ley de la gravedad y por la pesadumbre del cuerpo/. La Trapecista actúa siempre con dos/ pero nunca se queda con ninguno.”

Tanto los poemas como las fotos de las construcciones de Rojo ilustran el volumen Circos, coeditado por el sello Era y El Colegio Nacional, y que estuvo a disposición del público este mismo sábado.

Recuerdos de luz y oscuridad

La idea de este proyecto viene de la lectura que hice hace 10 u 11 años de algunos poemas de José Emilio; desde entonces me quedó la inquietud de trabajarlos en algún momento. Hace poco lo comenté con él y quedamos de crear algo de manera conjunta, explicó Rojo en charla con La Jornada.

“En vez de hacer obras en papel o tela, –dijo– pensé en armar una especie de escenario donde el circo, que constituye un espacio con tanta intensidad, se mostrara como una suerte de juguetería, de recuerdos de infancia, y que esas construcciones se fotografiaran de noche para dar una idea de que el circo que yo muestro es el que queda después de que los artistas ya han actuado.”

Así, los recuerdos circenses del pintor están más del lado de las sombras que de la luz. En su ánimo quedó más presente el recuerdo de las gradas vacías y oscuras, que la carpa y el escenario llenos de alegría.

Mediante este trabajo “quería recordar más la parte apagada que la viva y espectacular. El complemento son los gouaches de la otra sala, que sí tienen un espíritu más vivo, más juguetón. Son el contrapunto de esta otra parte, que consideraría más dramática”, señaló.

La diferencia de tono entre ambos componentes de la exposición quizá provenga de la forma tan distinta en que el pintor vivió su infancia y en la que la vivieron sus hijos. La de ellos fue mejor que la mía y siempre tengo en cuenta ese contraste. En la actividad de los cirqueros están integrados los dos elementos: la diversión, y al mismo tiempo el drama.

Un experimento lúdico que sale bien

Si hay una característica que encomiaron los amigos de Rojo presentes en la inauguración de la muestra, fue el atrevimiento para explorar nuevos temas, y la capacidad para hacerlo de la manera más rigurosa y lúdica, al mismo tiempo.

Me parece maravillosa la exposición de Vicente, quien siempre está inventando y dándonos sorpresas. Tiene gran capacidad de creación, sentido del color y dominio del oficio, que hace que cualquier cosa le salga bien, afirmó el pintor y escultor Manuel Felguérez durante un recorrido por la galería.

Por su parte, Ignacio Toscano, ex director del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), puso de relieve lo multifacético que es Vicente. Estoy seguro de que al hacer estas obras está divirtiéndose y divirtiéndonos. La gente piensa que él es el hombre más serio y propio, pero en realidad es alguien que goza mucho la vida, y aquí nos lo demuestra.

La propuesta de Rojo se complementa con la exposición fotográfica Piruetas, luces y maromas, en la que artistas como Héctor García, los hermanos Mayo, Graciela Iturbide, Mary Ellen Mark, Erich Lessing, Fernando Bastón y Antonio Caballero, además de algunos otros anónimos, muestran diversos aspectos y personajes del circo, tanto en México como en Estados Unidos y Francia.

Circo dormido permanecerá durante cinco semanas, a partir del 26 de junio en la galería López Quiroga, Aristóteles 169, esquina Horacio, colonia Polanco.