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El tenor presentó ¡México! en el Auditorio

El mexicano Rolando Villazón regresó al país y ganó nuevos fieles
 
Periódico La Jornada
Lunes 21 de junio de 2010, p. a14

Rolando, tu abuela, se escuchó una voz en el grupo de familiares, amigos y fieles que esperaron 40 minutos para poder estar cerca de Villazón en su retorno a México.

Alguien le entregó el teléfono celular y comenzó la charla: Está dedicado a ti, aseguraba el tenor mientras alumnos del Colegio Cristóbal Colón, donde estudió en su adolescencia, se disputaban los centímetros para fotografiarse con él.

Ahí estaban los que gritaron Roli y lo hicieron suspirar y decir que seguramente lo conocen desde chiquito.

Había concluido su presentación en el Auditorio Nacional y, vestido de pantalón de mezclilla y camisa negra, se dejaba consentir por sus seguidores, a quienes no les importó que guardara la ópera para otros escenarios.

Organizado como parte de las fiestas del bicentenario de la Independencia, el concierto se confeccionó para complacer a un público quizá menos acostumbrado al repertorio clásico villazonesco con música popular de compositores mexicanos, como María Grever y Agustín Lara, y arreglos de estilo camerístico que incluye su disco ¡México!

Enamoró y cortejó

Una valla de cintas amarillas y guardias separaba a esos fieles de otros, los que lo admiran sin que él lo sepa y se preguntaban por qué debían perseverar tanto para conseguir un autógrafo. En París no es tan difícil acercarse, comentaba una mujer de ojos verdes que luego se hizo escuchar cuando dijo fuerte Rolando y él se aproximó generoso a saludarla.

Con su timbre de voz enamorado y expresivo, manejo escénico y mediático, su apasionamiento, que cautiva a algunos y critican otros, el artista entusiasmó desde el principio. Primero cortejó con Despedida, de Grever, y Bésame mucho, de Consuelito Velázquez.

El ensamble Bolívar Soloists, integrado por latinoamericanos y europeos residentes en Londres, lo acompañó; también interpretó algunas piezas como Granada, La Bikina y Fuga con pajarillo. Así Villazón logró su propósito de dar un toque íntimo a la velada del jueves.

Tras cinco años de ausencia de México, el tenor de 38 años, a quien Plácido Domingo le entregó simbólicamente la estafeta en 1999, y que ha sido aclamado en las principales salas de ópera de Europa, regresó invitado por las autoridades culturales del país. La primera plana del sector estaba reunida: la presidenta de Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Consuelo Sáizar, acompañaba a Margarita Zavala, esposa del presidente de la República; asimismo acudieron los ex titulares Sari Bermúdez, Rafael Tovar y de Teresa, Jorge Volpi y Gerardo Estrada.

Hubo políticos que tampoco se perdieron esta actuación, como el coordinador de los diputados del PRI, Francisco Rojas; Manuel Bartlett y Silvia Hernández. El panista Gerardo Priego y la actriz Laura Zapata confesaron que no lo conocían, pero que estaban maravillados con su voz, y al final los dos consiguieron unos pegotes verdes que fueron el pase para tomarse la foto con el artista.

Porque, sorprendentemente, Villazón no es popular en su tierra; una larguísima y exhaustiva semblanza de él con detalles de sus papeles en La Traviata, Manon, Fausto, entre otras, y de su discografía, fue incluida en el programa de mano, como para presentarlo a sus compatriotas.

Quizá por eso el tenor, que reside en París, donde fue distinguido como Caballero de la Orden y las Letras, recalcó su pertenencia a México. Al presentar a los músicos del ensamble, comentó: tenemos cuatro mexicanos, y aquí somos un chingo. Ya había cantado Noche de ronda y Veracruz; después vinieron Perfidia, Besos robados, Reloj y Solamente una vez.

Mis compatriotas, heroicos

Como en el ánimo de los asistentes estaba aún el triunfo de la selección mexicana de futbol sobre Francia no faltó quien interrumpió con un ¡Ganamos! El melenudo cantante no hizo acuse de recibo, pero aprovechó la última melodía, La cucaracha, para mencionar a los goleadores Cuauhtémoc Blanco y Javier El Chicharito Hernández, y decir que México podía ser campeón.

A final de cuentas Villazón sabe seducir y echar mano de la corrección política, como cuando dedicó Júrame a los mexicanos, porque déjenme decirlo de todo corazón: viviendo fuera y viniendo después de varios años encuentro en mis compatriotas seres heroicos, seres humanos que, a pesar de las vicisitudes, de los problemas, siguen adelante, y no sólo siguen adelante y de pie con una sonrisa, con el albur, con la música y con las ganas de seguir viviendo.

Los espectadores lo recompensaron. Le aplaudieron de pie varias veces y cantaron con él, quien jubiloso recorría el escenario con la bandera nacional mientras interpretaba Cielito lindo y México lindo y querido. El exuberante Villazón había ganado nuevos fieles en su país.