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Ciudad de los ángeles o el abrigo del Dr. Freud sale hoy a la venta en Alemania

En su nueva entrega, Christa Wolf rinde cuentas de sus sueños, errores e ideales
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La autora en una lectura de El cielo dividido, en 1992Foto GHDI
 
Periódico La Jornada
Lunes 21 de junio de 2010, p. a10

Berlín, 20 de junio. Christa Wolf, ¿por qué siguió siendo fiel a su bandera? La pregunta le fue hecha una y otra vez a esta antigua comunista después de la desaparición de la República Democrática Alemana, en 1990.

Wolf contestó y lo sigue haciendo como en su nueva novela, Stadt der Engel oder the overcoat of Dr. Freud (Ciudad de los ángeles o el abrigo del Dr. Freud), que saldrá mañana a la venta en Alemania.

Para la autora de El cielo dividido no había alternativa, aparte de que ya de por sí valía la pena quedarse para vivir de cerca una de las raras revoluciones que sacudieron Alemania.

En ese otoño de 1989, que marcó el derrumbe del comunismo en Europa, la literata llegó a ser barajada como candidata al puesto de presidenta de la agonizante RDA.

Otra pregunta se la plantea ella misma al estudiar las 42 carpetas sobre el espionaje al que fue sometida durante años por la policía política del régimen, la Stasi, y encontrarse con un documento de pocos folios sobre su participación como delatora a finales de los años 50.

Las páginas dan cuenta de unos pocos encuentros de la Stasi con una tal IM Margarete –el nombre que le dieron como colaboradora informal– y de algunos informes que redactó para la omnipresente policía del régimen. ¿Cómo pude haberlo olvidado”, se inquirió Wolf.

También a esta pregunta la escritora de 81 años trata de dar una respuesta. Es una impresionante señal de vida en medio del mar del olvido. Wolf se vio embargada muchas veces por la sensación de que soy mi propia amenaza.

Por ello, y en busca de comprender más cabalmente su propia persona, dejó la Alemania signada por los cambios y la reunificación para instalarse, a principios de los años 90, en el paisaje de palmeras y sol de Santa Monica y Pacific Palisades, lugares en los que encontraron refugio del nazismo escritores alemanes como Thomas y Heinrich Mann y Bertolt Brecht.

Christa Wolf intenta rendir cuentas, efectuar un balance de su vida, desde los años de la infancia, pasando por la época del nazismo y las cuatro décadas de la RDA hasta la reunificación de las dos Alemanias.

No por casualidad eligió el abrigo del sicoanalista Sigmund Freud en el subtítulo del libro. El subconsciente, los sueños y pesadillas de Wolf son elemento determinante en su vida y sus recuerdos.

Pero también está presente la gigantesca ciudad de Los Ángeles, que da nombre a la novela, en forma de espacio tan fascinante como extraño e irreal, que incluye a la ángel negra Angelina, quien declara a la narradora al final del libro: La labor está hecha.

Sería equívoco catalogar el libro como novela, aun cuando se lea como tal. Las narraciones y los recuerdos sobre los encuentros con personas reales o ficticias constituyen un abanico en el que se intercalan hechos autobiográficos con invenciones de la narradora.

Lo que más impresiona en este libro es la franqueza y la autenticidad de los sentimientos (No quería tenerme consideración) con los que una testigo literaria del siglo XX, la más importante autora de la extinta RDA, rinde cuentas sobre errores e ideales de una vida y un país.

Un país al que mantuvo fidelidad hasta el final, aun cuando la esperanza se fuera esfumando. Entre los hechos claves de esta vida están la sesión plenaria del comité central del Partido Socialista Unificado (SED) en 1965, en la que se resolvió prohibir libros, obras de teatro y temas y grupos musicales, contra la cual se elevó como única voz de la cultura la de Christa Wolf.

También están la represión violenta del levantamiento de Praga en 1968 y la expulsión del cantautor Wolf Biermann, contra la que protestaron Wolf y una serie de escritores y artistas germanoorientales. Según Wolf, 1976 fue uno de los puntos de inflexión de su vida. Año en el que emigraron muchos artistas desilusionados del socialismo real y en el que se temió el principio del fin de la RDA.

Pero tú querías ser querida, también por las autoridades, le dice un amigo en el libro a la antigua afiliada al SED sobre sus posibles motivos para llegar tan lejos como para colaborar con la Stasi.

Wolf pasa noches insomnes en Los Ángeles persiguiendo a la extraña en mí. Estas dudas sobre sí misma elevan el libro, así como toda la obra de Christa Wolf, en ese estilo directo y denso, a la categoría de uno de los testimonios personales literarios más notables de la actualidad.

Por momentos se asemeja la obra a los diarios privados de Thomas Mann, que Wolf releyó una y otra vez durante su exilio californiano (Escribir confesiones mías sobre todo me destruiría, cita a Mann).

Para Wolf, escribir no es destruirse, sino redimirse.

Pero llegó el fin de los lamentos y de las acusaciones, concluye.

Ya no podemos seguir engañándonos. Cuando en aquella histórica noche del 9 de noviembre de 1989 las masas de alemanes orientales inundaron las calles de Berlín occidental, Christa Wolf sintió una especie de “vergüenza, agobio y resignación. Todo había acabado.

Había comprendido. Si uno siempre supiera lo que va a pasar.