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In memoriam

Uno podía discrepar de él, pero tenía que hacerlo a una muy alta escala, expresa

Monsiváis es clave para entender México en EU, afirma el periodista Pete Hamill

En ese país la obra del mexicano constituye un misterio que muchos no logran explicarse

Foto
Carlos Monsiváis, el 26 de mayo de 2008, durante el homenaje por sus 70 años, donde comentó escenas emblemáticas del cine mexicanoFoto María Meléndrez Parada
Corresponsal
Periódico La Jornada
Domingo 20 de junio de 2010, p. 16

Nueva York, 19 de junio. Para muchos en Estados Unidos, Carlos Monsiváis era guía esencial para entender México.

En sus giras por universidades, centros de estudios, foros de todo tipo por este país, Monsiváis abría ventanas y puertas sobre México, rompiendo estereotipos y sustituyéndolos, mediante su feroz crítica salpicada de humor, con su óptica sobre la expresión cultural cotidiana y la historia popular, la sabiduría de las calles, los antros, y del cine y las verdades políticas (a través de su manera elegante y sin piedad de desnudar las mentiras de la historia oficial). Su obra es enfoque de estudio en cursos sobre cultura y América Latina en diversas universidades de todo el país.

Pese a que sólo existen tres de sus libros traducidos al inglés (junto con algunos ensayos, crónicas y entrevistas en publicaciones diversas) para cualquier estudioso de México aquí, era reconocido tal vez como el intelectual más prominente del país.

Pete Hamill, el reconocido periodista, novelista –de cierta manera paralelo a Monsiváis– gran cronista de una ciudad, en este caso de Nueva York, afirmó hace unos años que ningún extranjero puede lograr entender a México sin conocer el trabajo de gente como Monsiváis. Sin embargo, la obra de éste no es tan conocida en Estados Unidos más allá de ciertos circuitos, un misterio que muchos aquí no logran explicarse.

Hamill declaró hoy a La Jornada: Esta es un triste noticia. Triste para México, sobre todo. Triste para Estados Unidos también, porque en nuestro país nunca conocimos su obra como deberíamos. Ésa es nuestra pérdida. Simplemente nunca nos conectamos con su inteligencia, su prosa fluida, su capacidad para celebrar (y, por supuesto, criticar). He aprendido mucho de él, pero sobre todo, me enseñó que era imposible entender cualquier país sin obtener un profundo sentir de su cultura popular.

Para mí –continuo Hamill– sus ensayos sobre Agustín Lara, José Alfredo Jiménez, Irma Serrano, El Santo, Luis Miguel, Gloria Trevi, por mencionar algunos, junto con las historietas y los caricaturistas, me ayudaron entender a México de una manera que las notas y reportajes informativos nunca lograron. Monsiváis, entre sus otros talentos, fue un investigador serio de la cultura de la vida cotidiana. Uno podría discrepar de sus conclusiones, pero tenía que hacerlo a un muy alto nivel.

En Estados Unidos un problema obvio fue el fracaso de traducir material suficiente de su obra. Eso es una forma de negligencia vergonzosa. Tal vez ahora alguna editorial por fin intentará llenar ese vacío, dijo Hamill.

Pero a la vez, Monsiváis no sólo educó a estadunidenses sobre su México, sino que tenía un extraordinario conocimiento de Estados Unidos, no sólo de su cultura en general, incluyendo su cine, arte gráfico, literatura y periodismo, sino de cosas que aún muchos estadunidenses no conocen, como su música de lucha social.

Canciones de lucha social

Una noche caminando por el East Village en esta ciudad, la conversación tocó sobre cómo Bruce Springsteen decidió regresar a recuperar la música de cantautores como Woody Guthrie y Leadbelly. Monsiváis, al llegar al Veselka, el famoso y simple restaurante ucraniano que abre las 24 horas y es casi monumento bohemio, feliz de no estar en otro restaurante pretencioso más a los que sus anfitriones lo solían llevar, empezó a contar de las decenas de canciones de la lucha social estadunidense, las baladas-corridos del música folk que se sabía, y empezó a cantar una: Sixteen Tons: Algunos dicen que un hombre está hecho de lodo / Un hombre pobre está hecho de músculos y sangre / músculos y sangre, piel y huesos / Una mente débil y una espalda fuerte / Uno saca 16 toneladas ¿y qué recibe a cambio? / Uno es otro día más viejo y más endeudado / San Pedro no me llames porque no me puedo ir / Debo mi alma a la tienda de raya.

Fue traductor al español de poemas en inglés, y gran cuentista, en persona, sobre la vida intelectual como la cotidiana del país vecino y devorador de sus aportaciones culturales.

Entre sus múltiples exploraciones en este país, escribe Linda Egan, una experta académica sobre Monsiváis de la Universidad de California, en 1965 el escritor mexicano pasó un año en Harvard como estudiante de intercambio, y ahí fue expuesto al naciente Nuevo Periodismo, sobre todo la obra de Tom Wolfe, pero también de sus precursores como Norman Mailer y Truman Capote, y aún más atrás, escritores como James Agee y John Reed, lo cual influyó en el desarrollo de su propio trabajo periodista. De hecho, Monsiváis escribió sobre estos periodistas literarios, y comentó a una entrevistadora en los noventa que dividía su lectura entre autores en español e inglés.

En años recientes fue invitado a presentarse en las universidades de Harvard, de Nueva York, en varias de California, y hasta en la Universidad de Arizona (en 2005), como muchas más entre las dos costas. En estas visitas, siempre sorprendía a su público, al romper con casi toda óptica convencional al hablar sobre un mosaico de temas, refutando cualquier intento fácil de caracterizar a México o las relaciones en América del Norte. Uno de los temas sobre el que abundó cada vez más fue el de la migración y sus consecuencias para mexicanos y su identidad de ambos lados de la frontera.

Su trabajo continuará educando a muchos aquí sobre cómo entender no solo a México, sino a cualquier país. Y ojalá haga lo mismo con todo nuevo periodista. Y de paso recordarles aquí sus canciones también.