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In memoriam

El Museo de la Ciudad, insuficiente para la gran despedida

Hoy, homenaje de cuerpo presente en Bellas Artes
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El mariachi interpretó piezas como El andariego, El rey, Hermoso cariño y Amor perdidoFoto Roberto García Ortiz
 
Periódico La Jornada
Domingo 20 de junio de 2010, p. 3

Carlos Monsiváis recibirá este domingo un homenaje de cuerpo presente en el Palacio de Bellas Artes, entre las 10 de la mañana y la una de la tarde. Posteriormente serán cremados sus restos, los cuales fueron velados anoche a partir de las 21:30 horas en el Museo de la Ciudad de México.

Transcurrieron horas para que por fin la presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA), Consuelo Sáizar, oficializara esa noticia, pues durante toda la tarde sólo se manejó como posibilidad y predominó la especie de que la familia del escritor estaba en desacuerdo con que el gobierno federal le rindiera tal homenaje.

Finalmente Sáizar se acercó adonde estaban apostados decenas de reporteros, camarógrafos y fotógrafos e hizo oficial lo del homenaje, en el cual, apuntó, espera que esté presente todo el pueblo de México. A pregunta expresa, dijo desconocer si asistirá el presidente Felipe Calderón.

Hasta antes de esa noticia, el único homenaje del que se tenía certeza plena era el que le rendirá este lunes el gobierno capitalino en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, si bien será ya con los restos del intelectual reducidos a cenizas.

Convertido en capilla ardiente, el Museo de la Ciudad comenzó a abarrotarse de amigos, intelectuales, artistas, funcionarios culturales, políticos, empresarios, activistas sociales y un numeroso contingente de periodistas, desde casi dos horas antes de que el féretro con los restos del escritor llegara al recinto y fuera colocado en el patio central del mismo, alrededor de las 21:30 horas, al lado de una enorme fotografía suya con un gato y en medio de largas ovaciones.

Fue escasa la presencia del pueblo, esa sociedad que el cronista hizo tantas veces visible en sus trabajos. Acaso fue por la hora en que comenzó la ceremonia fúnebre. Acaso por la lluvia que cayó de manera intermitente durante toda la tarde y noche. Acaso porque en ciertos momentos personal de seguridad del museo impidió el paso de forma inexplicable.

La primera guardia fue montada por la escritora Elena Poniatowska, la antropóloga Martha Lamas, el rector de la UNAM, José Narro Robles, y Rubén Sánchez Monsiváis, primo del autor, además de la secretaria de Cultura del Distrito Federal, Elena Cepeda, y Sáizar.

Permanecían en espera las escritoras Margo Glanz, Laura Emilia Pacheco, Cristina Pacheco, así como sus colegas José María Pérez Gay, Ignacio Solares, Sealtiel Alatriste y Federico Campbell; los historiadores Alejandra Moreno Toscano, Enrique Florescano, y los promotores culturales Ignacio Toscano y José Luis Paredes Pacho.

Uno de los momentos más estremecedores de la noche fue cuando el flautista Horacio Franco, después de montar guardia, de manera espontánea interpretó con su instrumento un par de piezas de un compositor holandés del siglo XVII, y la Pavana lágrima, de John Dowload.

Más adelante, el músico y activista gay, también de forma imprevista, tocaría un par de danzones: Rigoletito y Juárez, además de que, junto con el periodista Alejandro Brito, amigo y colaborador de Monsiváis, colocó sobre el féretro una bandera de la diversidad sexual, la del arco iris, sobre la cual varios minutos después sería extendido el lábaro patrio mexicano.

Sólo la primera hora del velorio fue solemne, justo en ese lapso llegaron y montaron guardia, aunque sin coincidir, el secretario de Educación Pública, Alonso Lujambio, y el jefe de gobierno capitalino, Marcelo Ebrard.

El incómodo silencio que hasta ese momento mantenía la ceremonia fue roto por una porra, el famoso chiquitibum dedicado a Monsiváis e inmediatamente después 10 minutos ininterrumpidos de aplausos, al término de los cuales estalló también de forma espontánea el goya universitario.

De allí para adelante, los allí reunidos –seguían llegando personajes como el arquitecto Teodoro González de León, la compositora Marcela Rodríguez, los moneros Rius, El Fisgón y Hernández—acabaron con el protocolo y, convertidos en un gigantesco e improvisado coro, entonaron canciones tradicionales como El quelite y Amor perdido, además del Himno Nacional.

Las exequias de Monsi transcurrieron en adelante entre porras, ovaciones y gritos de viva hacia el escritor, así como música, tanto un conmovedor Ave María, interpretado por un tenor amigo del cronista, como la colorida alegría de un mariachi que llegó media hora antes de la medianoche, con las notas de Amor eterno, de Juan Gabriel. Entre otras, la agrupación entonó El andariego, El rey, Hermoso cariño, Amor perdido, Flor de azalea, Échame a mí la culpa, Perdón, Un mundo raro y Las golondrinas.

En el transcurso de la ceremonia se destacó que el gobierno de la ciudad de México creó la Medalla al Mérito Cultural Carlos Monsiváis, la cual será entregada en octubre, en el contexto de la Feria del Libro del Zócalo.

Sáizar anunció que publicará un libro inédito del autor, el cual es una reflexión sobre la literatura mexicana a la luz del bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución.

Hasta el cierre de esta edición, pasada la medianoche, la voz y los instrumentos del mariachi seguían sonando.

Según anunciaron las autoridades capitalinas, el museo seguiría abierto hasta que saliera la última persona.