Opinión
Ver día anteriorDomingo 30 de mayo de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
¡Exposición Soulages en México!
P

oco antes de la inauguración de la retrospectiva de su obra en el museo Beaubourg, Pierre Soulages me habló de la posibilidad de que esta exposición fuera a México. Cristina Feasler, directora del Museo de la Ciudad, situado en el Centro Histórico, había venido a verlo. Pero este viaje de sus telas requería seguros, autorizaciones de coleccionistas y museos, elevadores en el recinto, pues quedaba claro que los cuadros, muchos, de ellos de más de cinco por tres metros, no debían ser subidos por escaleras. Además, la retrospectiva tendría que llevarse a cabo entre su final en Beaubourg y la presentación en Alemania, durante el segundo semestre de 2010. Soulages, quien tiene una especial inclinación por el mundo mexicano, apoyó el proyecto –pero no dependía sólo de su voluntad.

A mi regreso de un viaje a México, en febrero, Soulages me habló de correos electrónicos recibidos a causa de la exposición en Beaubourg, visitada por medio millón de personas, y de los miles de ejemplares agotados del catálogo. A sus 90 años se veía dichoso como niño. Agregó: pero el mensaje que más me conmovió fue el de un hombre que me escribió haber creído ir a ver un pintor moderno y se encontró frente al más arcaico. Entendí su emoción: recordé el relato que nos hizo, a Bellefroid y a mí, una mañana, sobre su visita, adolescente, a grutas donde contempló por vez primera pinturas rupestres. Tanto los milenios de éstas, más allá de lo que se conoce como historia de la pintura, y el hecho de que los hombres bajaran a los sótanos de la tierra para pintar en la oscuridad le hicieron plantearse cuestiones sobre la pintura y el tiempo que siguen turbándolo. El pintor del outrenoir, ultranego. En francés existen dos palabras: outre, que significa más allá, y ultra, que sugiere extremismo. Outrenoir busca la luz más allá del negro a la manera en que se habla de ultramarinos que vienen del otro lado del Atlántico

Durante los días siguientes, escuché hablar de este pintor a vecinos. Una peinadora y una farmacéutica me dijeron haber sentido los ojos húmedos de emoción al visitar la exposición. ¿Por qué?, se pregunta Pierre Soulages. No sé, responde.

Hace unos días recibí una llamada de este artista. Pensé en la luz que brota de la negritud de sus telas cuando el insomnio me despierta en la madrugada. Un insomnio sereno, anterior al momento en que, como escribió Hölderlin, delante de la luz cantan los pájaros. Miro la noche donde aún no hay formas. Sé que pronto los poros de la oscuridad comenzarán a dilatarse y a irradiar la luz. Siento vibrar esa luz aún negra que aparece, epifánica, antes que el sol. Pienso en el negro, outrenoir, de la pintura de Soulages. Negro envolvente que cambia según la hora del día, crea su espacio y su luminosidad propios. Los pájaros cantan, el alba llegará en unos instantes.

Después de darme la excelente noticia de que su retrospectiva iría a México desde principios de junio, Soulages me preguntó si sabía quién era un cineasta llamado Emilio, quien venía de México del Canal Once para entrevistarlo. Pensé en Emilio, El Indio, Fernández, quien me enseñó cómo disparar... frente a las cámaras. El nombre de Emilio Maillé me cruzó por la mente. Abrí mi computadora: había un recado, ¡qué azar!, de Maillé avisándome de su viaje a París. Llamé de inmediato a Soulages diciéndole todo el bien que pienso de Emilio como persona y cineasta.

Soulages me pidió que conversara con él frente a las cámaras. Reímos, porque Emilio lo tuteaba. Colette Soulages dijo alegre, nos rejuvenece. Las horas pasadas con Emilio Maillé y Pascal Marti, su camarógrafo, fueron apasionantes y alegres. En el taller del pintor como en la calle, donde el sol se mostró generoso, es agradable hablar con Pierre Soulages: la plática va libremente de la reflexión a la risa. El público mexicano podrá ver los ultranegros de este gran, gran pintor. Y la película de Emilio Maillé.