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Disquero
La belleza nació en un sótano oscuro
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Periódico La Jornada
Sábado 29 de mayo de 2010, p. a16

Noticia es noticia: a sus chorrocientos chochenta y chocho años, los mismísimos Susata (apócope de Sus Satanísimas Majestades) publican nuevo disco y ponen a mover la caja de pambazos a los distinguidos habitantes del callejón del Cuajo (válgase el homenaje a don Gabriel Vargas Burrón): Bella Bellota se pone más guapota, la Borolas hilvana los hilos de sus piernitas de chichicuilote tierno, el noble Regino Burrón y su vástago Reginito dan bola en el Rizo de Oro y Avelino Pilongano corrige los poemas de Richards y Jagger. Es más, don Gabriel Vargas nos regala un poster postmorten, que pintó desde calacas: los Rolling Stones caracterizados como Burrón. Todos bailan.

He aquí, señoras y señores, un nuevo tesoro musical: la redición de una piedra filosofal de la cultura rock: el disco que fue parido a manera de gemelos: dos acetatos de 1972 en hermosa funda-arte, ahora se vuelve trillizos, pues a los 18 tracks originales de Exile in Main Street, contenidos en un cidí, se añaden 10 inéditos, en un segundo compacto, para sumar tres (el primero sigue siendo doble), un álbum maravilloso que implica un documental estrenado hace pocos días en el Festival de Cannes (donde otra vez no asistió Pluto, jeje) y edición de superlujo y entrevistas chingonas, como la que publicó La Jornada este 22 de mayo.

¿Por qué Exile in Main Street es piedra filosofal?, ¿por qué amerita tal resurrección y ascenso?, ¿por qué el Olimpo se vuelve más Olimpo?

La respuesta está en el viento decibélico y en los tracks 3 y 12 del primer disco de este álbum reditado, y en el 1, 7 y 8 del segundo: la poesía curtida con solfas mugrosas y adrenalina mezclada con catalizadores exponenciales astronómicos que emergió de un sucio sótano en la casa que rentó para el exilio en Francia Keith Richards y donde se juntaron Mick Taylor, Bill Wyman (hoy idus de marzo) con los otros originales Stones, y donde fueron visitados por William Burroughs y John Lennon y por las mismísimas musas en cueros y también por elfos, duendes, ángeles y gárgolas (hoy los Stones son eso: gárgolas), y no podía ser otra cosa que una obra maestra lo que allí nació, pues en ese gineceo magnífico reinaba, como reina en lo mejor de Susata, la esencia, el alma, el secreto a voces, el Santo Grial, la explicación de su magia y su misterio: el blues, blús, blúuuuuuusssss.

Porque en este disco, que a sus gracias añade la maravilla de la tecnología con una calidad de sonido que quita la respiración, hay muy buenos rocanroles, harta música de bailecito y juerga, mucha poesía, harta ternura, fuego, magma y esmegma. Pero sobre todo hay ese algo irresistible y mágico que ya ha hecho inmortales a Susata: el bendito blues.

¿No es así, Sir Maca (apócope de Sir Paul MacCartney)?