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Nadie del CNCA o el INBA se ha acercado a la familia del historietista: Guadalupe López

Ninguna autoridad ha propuesto rendir homenaje a Gabriel Vargas

‘‘Me muero, me incineran y nada de que me llevan al Palacio de Bellas Artes”, dispuso, en coherencia, el maestro

Seguirán los trámites, pues a él no le hubiera gustado utilizar influencias

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Guadalupe Appendini (al fondo, de anteojos), viuda de Gabriel Vargas, anteanoche, en la funeraria donde se velaron los restos del creador de La Familia BurrónFoto Yazmín Ortega Cortés
 
Periódico La Jornada
Jueves 27 de mayo de 2010, p. 3

Me muero, me incineran y nada de que me lleven al Palacio de Bellas Artes que ya le hace la competencia a Gayosso, fueron los deseos del maestro Gabriel Vargas, quien este martes falleció a los 95 años y ayer fue incinerado.

La familia del caricaturista deberá aguardar al menos cinco días para depositar las cenizas en un nicho de la Catedral Metropolitana, debido a varios trámites burocráticos.

Esperaremos, no hay prisa; además, a él no le hubiera gustado utilizar influencias y esas cosas para saltarse los papeleos, señaló a La Jornada Guadalupe López Zavala, quien durante 17 años fue asistente del creador de La familia Burrón.

A pregunta de este diario, explicó que no se acercó a los deudos de Vargas ninguna autoridad del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA) ni del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) para proponerles algún tipo de homenaje a quien es considerado uno de los caricaturistas mexicanos más relevantes del siglo XX.

Tampoco asistieron a los servicios funerarios ninguna de las autoridades culturales del país. Pero no es un asunto que incomode a la familia de don Gabriel Vargas, pues él siempre decía que trabajaba para los mexicanos y al parecer los mexicanos no son las autoridades; el maestro no necesitaba de eso, no quería ni velorio, señala Guadalupe López Zavala.

En contraste, entre los numerosos familiares y amigos, también acudieron a la funeraria donde fue velado don Gabriel, de manera espontánea, varios admiradores de su obra, lectores que gozaron con su ironía y crítica social. Se vio a hombres silenciosos, tristes, y a mujeres humildes, quizá llegados del ya mítico callejón del Cuajo.

Lector de La Jornada

Después de una misa de cuerpo presente que se realizó a las ocho de la mañana de ayer, Gabriel Vargas fue despedido con un prolongado aplauso. Luego de la cremación, sus cenizas se encuentran ahora en su casa.

La urna será depositada en una cripta familiar, pero primero se tiene que tramitar el acta de defunción, lo cual dura cinco días; después, pagar los impuestos respectivos en Hacienda para que nos den otro formato, llenarlo y luego hay que hablar con cierta persona en Catedral para que abra la urna.

Se espera que sea el martes o miércoles de la próxima semana cuando se lleven las cenizas del creador de La familia Burrón a la Catedral Metropolitana, donde se realizará una ceremonia que muy probablemente será privada, “pues es un lugar muy pequeño y no sabemos si dan permiso para que accedan muchas personas. Lo lamentamos, porque sabemos que son muchos los admiradores que quisieran darle una despedida.

“Agradecemos la cobertura que La Jornada hizo a esta triste noticia. Don Gabriel hubiera estado muy contento, porque se trata de un diario que le gustaba mucho”, concluyó López Zavala.

En la página electrónica de este diario, varios lectores manifestaron su admiración por quien, dijeron, habló por nuestra raza, pero, sobre todo, su gratitud.

Don Gabriel, escribe José Joaquín Torres, nos dejó huérfanos a Don Regino, a Doña Borola y a todos quienes hemos disfrutado de sus dibujos y sus letras.

La lectora Isa recordó: “mi vida estuvo llena de Los Burrón. Me encantaban los personajes, tan llenos de realidades. He usado la historia de Borola vendiendo gatos con orejas de conejo hechas de papel para ayudarse y ayudar a sus vecinas, el gran juego entre lo correcto y lo incorrecto, todo sea por salvar a la familia del hambre. (Gabriel) Vargas no ha muerto, porque mientras sus personajes sigan vivos en nuestras memorias, él seguirá entre nosotros”.

Luis López añade que se fue uno de los más renombrados caricaturistas y sociólogos (sin querer) de México, pues refleja en sus historietas la vida cotidiana de millones de mexicanos de a pie, su vida sufrida, su humor, su amor a la familia y los valores. Con todo respeto, se fue a calacas, con la huesuda, sin probar su ballenato nonato. Cultura cien por ciento mexicana. Aprendí a leer gracias a sus historietas de los monos narizones que tanto me gustan. En paz descanse.