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Silvio Rodríguez: México me duele

Es un país maravilloso que merece mejor suerte; ojalá que la izquierda supere sus diferencias

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El músico puertorriqueño Roy Brown y Silvio RodríguezFoto Kaloian
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Martes 25 de mayo de 2010, p. a40

La Habana, 23 de mayo. El próximo domingo 30 de mayo se presenta en Puerto Rico, preámbulo de una gira que lo llevará por varias ciudades de Estados Unidos. Después de 30 años de ausencia en ese país, el cantautor cubano Silvio Rodríguez actuará el 4 de junio en el mítico Carnegie Hall, en Nueva York, que ya vendió todos los boletos para este concierto.

Mientras llega el momento de abordar el avión, no se da respiro: el oficio requiere de decoro y dedicamos a ensayar todo el tiempo posible, advierte en su blog Segunda Cita, una novedad que siguen con atención los silviomaniacos de medio mundo y que lleva el nombre de su álbum más reciente. Un disco en el que se siente a ese Silvio que le ha dado a la música y a la poesía de la región algo profundo e impagable, una percepción de la naturaleza humana, cierto sentido tangible de la belleza.

Pero no hablamos de la Segunda Cita musical. Hace un paréntesis en su disciplinada rutina diaria, para conversar con La Jornada acerca de la gira que se le viene encima, del poeta salvadoreño Roque Dalton, a quien conoció en La Habana, y aventura algunos ojalá para México, un país al que le debo mucho.

Empezar con los amigos

–¿Es casualidad que su gira comience por Puerto Rico?

–Así nos lo propusieron los organizadores; algunos de ellos son puertorriqueños. A mí no me parece mal empezar por donde tengo tantos amigos.

–¿Por qué el gigantismo informativo contra Cuba, mientras apenas se habla de la huelga de los estudiantes de la Universidad de Puerto Rico? ¿Por qué Orlando Zapata sí y Filiberto Ojeda no?

–(Noam) Chomsky lo explica: más de 90 por ciento de los medios analógicos y virtuales están en manos de la derecha. Por eso Orlando Zapata sí y Filiberto Ojeda no.

“Es curioso ver cómo en España se lanza una ‘plataforma para democratizar Cuba’ con un día de diferencia de otro show montado por (José María) Aznar. Son acciones coordinadas que, además de hacernos mala propaganda, pretenden reposicionar (destruir) el concepto de izquierda en Europa. No hace mucho un editorial de El País sostenía que la línea fronteriza de la izquierda era la Revolución Cubana, porque apoyar a Cuba se situaba de facto fuera de lo ‘políticamente correcto’. Vienen armando ese muñeco desde hace rato; por eso no es raro que entre los adheridos a la llamada plataforma haya progres históricos que han mordido el anzuelo. Se trata de un paquete que incluye ubicar a (Rodríguez) Zapatero y a Moratinos como izquierda en desuso, con vista a las próximas elecciones, y de paso neutralizar que se revise la ‘posición común’ contra Cuba, que justamente el gobierno de Aznar promovió en la Unión Europea.

Por su parte, los estudiantes universitarios puertorriqueños ahora mismo escriben una página de la historia de su país. Su lucha por el futuro les inaugura una estatura cívica y los enriquece humanamente. En estos días saldrán canciones donde los ideales y el amor serán lo mismo.

–Sé que están vendidas ya todas las entradas para el Carnegie Hall, en Nueva York. ¿Tendrá otra presentación en esa ciudad? ¿Qué conciertos están confirmados en Estados Unidos?

–Hasta ahora estamos seguros de San Juan, Nueva York y Los Ángeles. Se hacen gestiones en Oakland, Washington y Orlando. Como bien dices, el Carnegie Hall está totalmente vendido. Me han dicho que si se pudiera correr una fecha, posiblemente hagamos un segundo.

–¿Cuán grande es la frontera cultural entre el mundo latinoamericano, que es el suyo, y el anglosajón? ¿Qué deudas tiene su música con la cultura estadunidense?

–Es lógico que un país multinacional tenga una cultura vigorosa. Hace unos días le decía a Billboard que prácticamente toda la música del mundo ha pasado por Estados Unidos. Sea por la razón que sea, eso es un hecho cultural tremendo. Cuba está a 100 kilómetros de esas costas y comparte con Estados Unidos el factor étnico del negro, cosa que nos identifica. Con los países latinoamericanos nos unen otros lazos, pero tenemos más afinidad cultural con los que compartimos el origen africano, como el Caribe, Brasil, Venezuela y otros.

“En mi caso podría escribir largo sobre lo que me ha aportado la música que me ha llegado desde Estados Unidos, que no toda ha sido estadunidense. Para empezar, soy de una familia muy cinéfila, gusto que me inculcaron desde que era niño, en los años 50. Aquella década, además de haber dado infinidad de películas propiamente musicales, fue un momento brillante en la historia de las partituras cinematográficas. Sin esfuerzo me vienen a la mente títulos como Vértigo, Belinda, El mago de Oz, El hombre del brazo de oro, A summer place, Fantasía. Todos son filmes con músicas inolvidables. Si tomamos en cuenta que en aquellos años comenzaba el rock, aparece otra larga lista de películas e intérpretes que se me quedaron grabados. Aquellas impresiones se fundieron al sonido y la música de Cuba, que escuchaba a diario, y todo eso junto conformó al músico que soy.”

–En su último disco Sabina se burla de la gorda que teme le aborde un somalí. La gorda es Europa. ¿Cómo lo diría Silvio?

–Por ahora prefiero dejarle esa bronca a Joaquín, que lo comenta con más propiedad que yo, que hasta cierto punto soy otro somalí.

La familia de Roque Dalton necesita saber

–Acaba de escribir un poema en el que pregunta dónde están Roque Dalton y su hijo Roquito. ¿Cuándo conoció a Roque? ¿Qué opina del hecho de que dos personajes implicados en la muerte del poeta estén involucrados o formen parte del gobierno de México y de El Salvador*?

–Conocí a Roque, a su esposa y a sus tres hijos a finales de los años 60. A veces visité su apartamento en la calle J, en El Vedado. Durante un tiempo Roque fue presentador de los programas de canciones que hacía Casa de las Américas por televisión. También allí coincidíamos, o en casa de Felicia Cortiñas, donde se reunían los fundadores del primer Caimán Barbudo. De pronto Roque empezó a desaparecer y, cuando aparecía, contaba que había estado en Corea o en Checoslovaquia. Cierta vez un compañero dijo que se encontró a Roque en la calle, disfrazado, fingiendo ser otra persona. Cuando esa historia empezó a circular, sospeché que sus ausencias tenían un destino diferente a Praga y Pyongyang. Él estaba muy identificado con nosotros, los trovadores jóvenes de entonces, en una etapa en que éramos incomprendidos. Guardo de él recuerdos muy fraternos.

Para los responsables de su muerte debe de ser difícil explicarse. Pero están identificados y el reclamo no va a ceder hasta que lo enfrenten. Lo mejor, hasta para ellos mismos, sería que hablaran de una vez. Los familiares llevan 35 años esperando. La sobrecogedora carta pública de Juan José Dalton se explica admirablemente: la familia se declara dispuesta al perdón, pero primero necesita saber qué perdonar. El caso de los Dalton es modelo de un drama que vive todo El Salvador.

–Hubo una época en la cual escuchar su música en una América Latina marcada por las dictaduras suponía ser diferente, una diferencia que muchas veces se pagó con la vida. ¿Qué está ocurriendo ahora con su música en el continente? ¿Seguirá marcando la diferencia?

–Creo que hoy día otros gustos marcan la diferencia. Aunque sé que hay personas que siguen buscando mis canciones, las radios, las televisoras, Twitter y MySpace acaparan la actualidad. Eso que mencionas, la peligrosidad que suponía la tenencia de mi música cuando las dictaduras, por momentos me hizo tener una relación ambivalente con mi trabajo. No sé si alguien perdió vida por un caset mío, pero sé que quienes los tenían trataban de que no se los hallaran. Creo que pensar en eso influyó en que diera el paso de irme a Angola, a ver si me tocaba un proyectil en una selva, como dice la canción Testamento.

–Ha abierto un blog que es como jugar a Dios. ¿Por qué ahora y no antes? ¿Tiene fe en Internet?

–Abrí el blog sin saber lo que era, fue un acto irresponsable. No me di cuenta de las posibles consecuencias. Pero no me arrepiento, aunque ahora tenga otra boca que alimentar.

–¿Por qué la bendita manía de cantar y no de escribir, que tan bien se le da?

–Eso me recuerda algunos comentarios afectuosos que han salido en mi blog. Y también que de vez en cuando aparece un visitante que se queja de que me mimen. La verdad es que el mundo suele malcriar al que quiere. Y arrancarle el pellejo al que no.

Exclamación desesperada

–El embajador de Estados Unidos en México dijo el otro día que el cambio climático se va a encargar de resolver el problema que Estados Unidos tiene con Cuba, porque en 50 años la isla va a desaparecer bajo el mar. ¿Broma pesada o prepotencia pura y dura?

–Pues yo lo veo más como una exclamación algo desesperada: como quien reconoce que sólo fuerzas inapelables, como las naturales, pueden decidir el destino de Cuba.

–México vive en un estado de pasmosa violencia a raíz del narcotráfico, y en Estados Unidos hay más apoyo que nunca para levantar muros, enviar tropas a la frontera e impulsar leyes antiinmigrantes, como la de Arizona. ¿Pudiera improvisar algunos ojalá para México?

–México me duele en varias direcciones. Es un país al que le debo mucho. Llevo décadas recibiendo afecto prácticamente de todos sus rincones. México es crisol de culturas, pueblo talentoso, trabajador, que hizo una revolución verdadera, que el egoísmo y la codicia falsificaron. Es un país maravilloso que merece mejor suerte. Ojalá la izquierda mexicana consiga pasar sobre sus diferencias y trabajar unida. Hablo sobre todo de (el subcomandante) Marcos y López Obrador, dos luchadores que respeto mucho. Y ojalá no tomen a mal que se los diga, porque lo hago como hermano.

*Se trata de Joaquín Villalobos, hoy asesor en seguridad del Gobierno de México, y Jorge Meléndez, director de Protección Civil de El Salvador