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Escultura de 12 toneladas presidirá museo

Histórico traslado de una deidad mexica
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Aspectos de las complicadas maniobras para desplazar el monolito de Tlaltecuhtli (diosa mexica de la tierra y el inframundo) para ser emplazado en el vestíbulo del Museo del Templo Mayor, donde con posterioridad será visitado por el público, como parte de la exposición Moctezuma IIFoto Jesús Villaseca
 
Periódico La Jornada
Martes 18 de mayo de 2010, p. 5

Por lo menos seis importantes traslados de enormes piezas arqueológicas han marcado la historia de México, apuntó en charla con La Jornada el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma.

El primero que se puede registrar se llevó a cabo en el siglo XIX y lo realizó don Leopoldo Batres, cuando trasladaron en ferrocarril la enorme escultura de Chalchihutlicue, de Teothihuacán al antiguo Museo Nacional, que se encontraba en la calle de Moneda, en el Centro Histórico.

Otro que está documentado fue cuando Pedro Ramírez Vázquez mandó trasladar desde el pueblo de Cuatinchán, estado de México, la gran figura del dios Tláloc, para la inauguración del Museo Nacional de Antropología y que hoy está emplazado a la entrada del mismo.

Una tercera estuvo a cargo de Matos Moctezuma, que fue el movimiento de la Coyolxauhqui, de más de ocho toneladas que se encontraba al poniente de la zona arqueológica del Templo Mayor y fue trasladada al interior del museo de sitio.

Otro de los enormes traslados fue el de la Piedra del Sol, la cual se ha movido en tres ocasiones. Primero, al llamado Calendario Azteca lo empotraron en la Torre poniente de la Catedral Metropolitana, donde permaneció casi un siglo.

Después, el mismo Leopoldo Batres organizó el desplazamiento al antiguo Museo Nacional, y posteriormente, también volvieran, la vuelven a empacar para la también inauguración del Museo Nacional de Antropología, recinto donde en su momento se llevó a la Coatlicue.

A esos traslados históricos ahora se integra el de la Tlaltecuhtli, monolito de alrededor de 12 toneladas, descubierto en el predio de la Casa de las Ajaracas, ubicado en la calle de Argentina y Donceles, en octubre de 2006, y que será una de las principales atracciones de la exposición Moctezuma II.

Desde temprana hora de este lunes 17 de mayo, comenzaron los trabajos y las maniobras para trasladar la escultura dividida en cuatro fragmentos, con un peso cada uno que oscila entre una y media y cuatro y media toneladas.

Alrededor de las 16:30 horas, entre las calles de Argentina y Donceles, se inició el movimiento para trasladar la última y más pesada de las piezas. Momento en que se complicaron un poco las maniobras para introducir el tráiler-grúa al pasillo entre la zona arqueológica del Templo Mayor y la Casa de las Ajaracas.

Tras varias maniobras, al final la grúa tuvo que entrar de frente hasta el fondo del pasillo donde esperaba la pieza envuelta en plástico gris, el cual fue retirado para envolverla con hule espuma blanco.

Rodeando la más pesada de la piezas de la Tlaltecuhtli, una cuadrilla de trabajadores, investigadores y especialistas planeaban y sugerían la manera más segura de subir la escultura a la parte trasera del tráiler. Entre ellos, Matos Moctezuma, quien lo mismo revisaba el transporte que un registro de luz o agua en la entrada del pasillo, cuya tapa tronó al paso de la grúa, lo que dificultó su entrada, pues junto a dicho registro se encuentra una ventana arqueológica, enmarcada con cadenas y pequeños postes de fierro.

La expectación se acrecentaba. El brazo de la grúa se desplegaba con lentitud para posarse sobre la pieza. Pocos son los testigos que tanto dentro como fuera de Las Ajaracas, observaban los movimientos.

Del gancho del brazo de la grúa se sujetan los tirantes amarillos con los que se aseguró la monumental escultura.

Delicada maniobra

A las 16:55 horas, la mole fue levantada unos centímetros del suelo. Se revisaba la seguridad debajo de la misma y el gancho volvió a bajar para, minutos después, levantarse y tensar las cintas. La maniobra se repitió, entre sugerencias e intrucciones.

A las 17:05 desengancharon los tirantes, para envolver la pieza con más hule espuma. A las 17:15 horas fue elevada y suspendida en el aire. El trabajo más que espectacular, era emocionante, delicado y lento.

Una cuadrilla de seis trabajadores esperaba en la parte trasera de la plataforma del tráiler.

La maniobra se agilizaba hasta acomodar y asegurar la pieza, mientras el brazo de la grúa se retraía.

A las 17:25 horas se colocaron unos maderos sobre el registro abierto, el transporte encendió el motor y comenzo su salida en reversa con un bip-bip-bip como alarma.

Salía sin problema, los curiosos se detenían para preguntar qué pasaba. A las 17:40 horas, el traslado propiamente comienza; luego de varias maniobras.

El enorme tráiler se enfilaba sobre la calle de Justo Sierra, por donde de repente un bicitaxi con pasaje circulaba en sentido contrario. Fue obligado a orillarse. Una cuadra adelante, el transporte viró a la derecha en la calle Del Carmen para salir a un costado del Templo Mayor, donde una enorme pluma descargó la escultura para introducirla al museo Ahí, en fecha próxima, podrá ser apreciada por el público.