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La OFUNAM en el Auditorio Nacional, gran fiesta sinfónica
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Periódico La Jornada
Sábado 15 de mayo de 2010, p. a15

Los conciertos que ofrecerá la Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México (OFUNAM) este lunes 17 y martes 18 en el Auditorio Nacional, ponen de manifiesto un apartado nodal de la melomanía: el fabuloso territorio de lo libre, disfrutable, divertido, el simple placer de lo melódico y lo rítmico como un fluido vital de esparcimiento y placer. Nada más que eso.

Porque escuchar en vivo la pieza de Walter Murphy titulada La Quinta de Beethoven no puede ser más que divertido. Lo que para algunos significaría irreverencia, desacato, pecado, para los más resulta diversión sencilla.

Por igual sucede si escuchamos una versión con orquesta sinfónica de la bella canción que hizo más grande la maestra Diana Ross: Do you know where you’re going to, inclusive pararnos a bailotear cuando suene el arreglo sinfónico a la pieza clásica de discoteque Fly Robin Fly, de los fabulosos Silver Convention, o bien el rolononón clásico del grupo de rock Toto: Africa, o la acidulada I want to know what love is, de Foreigner, o la pegajosita y sabrosona Who loves you, de Frankie Valli and The Four Seasons, esas piezas domingueras que transmite el señor Adolfo Fernández Zepeda en la radioemisora Universal Stereo, la estación de los clásicos.

Las piezas mencionadas lí-neas arriba forman parte del programa que ofrecerá la orquesta universitaria en el coloso de Paseo de la Reforma, en Chapultepec. Durante dos noches revivirá la fiesta multitudinaria que desató la noche del 10 de marzo de 2009 cuando llenó hasta la última butaca del Auditorio Nacional con un programa de música de los años 70 y que ahora se amplía a éxitos de los 80.

No se trata de conciertos de agua tibia (en todo caso de agua cálida y fresquecita al mismo tiempo), pues esta modalidad, la de versiones sinfónicas de música popular, ha atraído a multitudes desde siempre. Es una variante saludable que practican las grandes orquestas del mundo. No sólo brindan solaz a nuevos públicos, sino que los atrilistas también reposan de un trabajo tan riguroso y demandante como es ejecutar grandes obras maestras del repertorio universal.

La OFUNAM viene de lograr una versión excelente de la Quinta Sinfonía de Gustav Mahler, merced a la batuta huésped de Enrique Diemecke, y a la siguiente semana llenó durante dos días consecutivos la Sala Nezahualcóyotl con una de las reinas de la taquilla: Carmina Burana.

Su presencia nuevamente en el Auditorio Nacional conmina al Disquero a una revisión somera de la inmensa discografía sobre el tema, tan variopinta como a merced de gustos, inclinaciones y exigencias.

Está por ejemplo el temprano ejercicicio (jejejé) de Deep Purple, en 1969, con la Royal Philharmonic Orchestra a partir de una partitura del propio Jon Lord, escrita para ese grupo de rock pesado, y orquesta sinfónica, a lo que habrá que añadir a las distintas experiencias de Black Sabbath, Pink Floyd y otros referentes ejemplares, como sus majestades los Beatles (Los Bíceps, Los Bitles, Los Virus, o como les quiera llamar de cariño), o las rolas que inmortalizó Elvis Pelvis, mejor conocido como Elvis Presley, o esa colección divertidísima de la serie Hooked on Classics (Atrapados en los Clásicos) y, para equilibrar, las grabaciones que realizó Pierre Boulez con partituras orquestales que escribió el mismísimo Frank Zappa, también glosado eficaz y oportunamente por el grupo Harmonia Ensemble.

OFUNAM, Auditorio Nacional, lunes y martes. Lo dice el refrán chino: Aikir, y lo confirma el viejo adagio japonés: Esokeniké.