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La artista inauguró exposición en el Museo Nacional de Antropología

Águeda Lozano: una obra sin alma no sirve, aunque esté bien hecha

Se titula Dos tiempos, el mismo espacio y reúne 14 pinturas y seis esculturas que dialogan con piezas arqueológicas

Prepara un trabajo monumental para la Universidad Autónoma de Chihuahua

 
Periódico La Jornada
Jueves 13 de mayo de 2010, p. 3

Una obra sin alma no sirve, aunque esté bien hecha, afirma la pintora y escultora Águeda Lozano. Cuando eso sucede hay que retirarse y esperar.

“A veces –prosigue la artista– volteo los cuadros o dejo de ver la escultura hasta que vuelva ese estado de gracia”, porque en los momentos de la acción no hay nada razonado, no obstante que uno llega con la disciplina.

El martes, la artista inauguró Dos tiempos, el mismo espacio, exposición de 14 pinturas y seis esculturas recientes que dialogan con las piezas del Museo Nacional de Antropología (avenida Reforma y Gandhi, Bosque de Chapultepec).

Destaca en particular una figura antropomorfa en piedra, que data de los años 900 a 1300 dC, procedente de Durango.

Aunque la obra de Lozano (Cuauhtémoc, Chihuahua, 1944), carece de relación directa con el arte prehispánico, ella manifiesta que la emoción humana es la misma desde los primitivos hasta los contemporáneos.

La relación, agrega, “es más bien del pensamiento que no tiene límite, ni color ni tamaño ni nada. El pensamiento es esa emoción justamente.

Soy originaria de Chihuahua y es verdad que la cerámica de Paquimé tiene una geometría que en un momento dado yo podría también tocar, pero no soy una geómetra pura, para nada. Mi obra tiene un aspecto orgánico muy importante.

Radicada en París desde hace 40 años, Lozano refiere que del paisaje donde nació, así como de los diferentes pueblos de Chihuahua, hay una suerte de imposición, no estrictamente una influencia. Entonces, el acercamiento que tengo con esa tarea humana del arte es la emoción.

Sin embargo, “algo muy importante para mí es el paisaje, ese personaje que nos va a moldear tanto su luz como su geometría, sus volúmenes, y hablo de la sierra Tarahumara, que es imponente, la parte boscosa y los desiertos. Tengo cierto acercamiento fuerte con los desiertos.

“Me acaban de invitar a Marruecos a participar en una exposición llamada Desiertos. Hay una especie de paralelismo entre el desierto de Samalayuca y el Sahara, sólo que nada tienen que ver con el tamaño.”

Muestra parisina, en septiembre

Oriunda de Cuauhtémoc, situada en un valle, aunque a su vez es la entrada de la Tarahumara, de niña Lozano nunca pasaba sus vacaciones en la ciudad, sino que su familia se iba a la sierra.

Foto
Águeda Lozano, pintora y escultora, durante la entrevista con La JornadaFoto María Luisa Severiano

Fue en Europa, explica, donde “se me vino toda esa vivencia de mi niñez y parte de mi juventud. Un crítico de arte en París, al ver mi obra, dijo: ‘usted debe ser del norte de México’, quizá se deba a mis espacios abiertos, que en general son puras fugas, lo único que detiene esas líneas es el marco.

“Alguien me preguntó a dónde iban esas líneas, a lo que contesté ‘van’, porque el paisaje nuestro es muy abierto, son áreas inmensas. El estado de Chihuahua es muy grande. Uno puede recorrer kilómetros y kilómetros, y nada más ve esas sierras, los cerros azules les decimos allá, y luego ese horizonte que se va perdiendo, con esa luz tan violenta, tan recortada. Parece que la sierra está cortada con a navaja.

Cuando se observa la bóveda celeste hasta parece que vas a estirar la mano para tocar las estrellas. Es muy impresionante, más ahora para mí, porque en Francia existe una luz tamizada por la humedad. Como vengo de una tierra semidesértica, donde es muy nítida, muy clara.

La entrevistada dice que necesita venir a México tres o cuatro veces al año para alimentar mi identidad.

Indica que hay muchas personas que se limitan a apropiarse de la aventura del otro, lo que les conduce a abandonar su propia identidad. Eso es lo que provoca, primero, la poca voluntad que pueda tener un individuo de llegar a él mismo y, segundo, esta precipitación comercial que tienen muchos jóvenes hoy día, de que hay que ser artista, vender caro, estar bonito, no hay que envejecer. Es un empobrecimiento, porque es una castración para el individuo también.

En la actualidad, Águeda Lozano crea una escultura de 14 metros de alto y 24 de largo para la Universidad Autónoma de Chihuahua, institución que, junto con el gobierno estatal, prepara un libro sobre su obra que circulará dentro de un mes.

Con motivo de los festejos por el bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución, la artista tendrá una exposición de ocho esculturas el próximo 29 de septiembre en la Maison de L’Amerique Latine, en París, con la que esa instancia abrirá un patio escultórico.