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La pieza, de Francisco Núñez, se presentó en el recital El salterio en los albores del siglo XXI

Se estrenó Ecos del Bicentenario, viaje por 200 años de música mexicana

Interpretaron Alejandra Barrientos y Héctor Larios, promotores del instrumento en Querétaro

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El compositor Francisco Núñez en el MunalFoto María Luisa Severiano
 
Periódico La Jornada
Lunes 10 de mayo de 2010, p. a11

Ecos del Bicentenario, variaciones sobre una pirekua –género musical del pueblo purépecha de Michoacán–, composición de Francisco Núñez (La Piedad, Michoacán, 1945) para salterio y piano, fue estrenada ayer en el Museo Nacional de Arte (Munal), en el concierto El salterio en los albores del siglo XXI, por el Dueto Dulcemelos. La característica del grupo, integrado por Alejandra Barrientos y Héctor Larios, es promover ese instrumento identificado con la música típica mexicana, aunque para Núñez tiene sus antecedentes en una arpa de Ur, ciudad de la antigua Mesopotamia.

Comisionada por el Instituto Queretano de la Cultura y las Artes, Ecos del Bicentenario ofrece, por un lado, un recorrido a grandes rasgos por la música mexicana en estos 200 años, mientras por otro su autor propone, en algunas de las variaciones, recordar, a manera de reconocimiento y agradecimiento, a mis principales profesores y maestros. Dentro de esta selección están la pirekua, Satie, Mozart, Scriabin y Debussy.

Hace cuatro años, Núñez aceptó componer Concierto para salterio y orquesta, que se estrenó en 2007. Luego siguió Ilusión y remembranza, también para la Orquesta Filarmónica del Estado de Querétaro y el Dueto Dulcemelos, donde se mezclan motivos mexicanos que están en los valses, a la vez que se aprovecha la herencia del salterio en la orquesta típica.

Para Ecos del Bicentenario, Núñez hizo una síntesis, desde mi punto de vista, de lo que ha sido el folclor purépecha, con su particularidad: la pirekua. Base de las variaciones, la pirekua mezcla en la parte del bajo ritmos irregulares, pero que no se toman con la base tradicional del pulso o del tiempo, sino que el pulso es de un compás completo.

La queretana Alejandra Barrientos toca el salterio desde los seis años, y pone mucho empeño en promoverlo. Con su esposo, el pianista Héctor Larios, ha organizado el Festival Internacional de Salterio, en Querétaro, el cual ya lleva tres ediciones.

Actualmente, organizamos el primer concurso infantil de salterio porque nos hemos dado a la tarea de preguntar en cada estado cuántos salteristas menores de 17 años hay. Si acaso hay dos o tres en la ciudad de México; en Puebla encontramos uno, mientras en Querétaro hay alrededor de nueve niños que tocan el instrumento. (En el concierto de ayer intervinieron los jóvenes Landy Haydé López Jiménez y Javier Adalid Schmid en las obras interpretadas de Dorotea Hoffman.)

Barrientos señaló que el salterio es un instrumento “muy sencillo, muy simple. Así como nos llegó, así quedó. Nos hemos propuesto explorarlo y buscar música escrita para él, pero no podemos hacerlo si no tenemos un buen salterio. En el país hay cuatro constructores de salterio, pero lo hacen de manera artesanal, y eso no nos permite abarcar nuevas formas musicales y nuevas situaciones sonoras que se nos presentan, porque se desafinan muy rápido.

El laudero estadunidense Nick Planton, quien vino al festival del salterio, se interesó por el proyecto y dijo que con mucho gusto apoyaba en su construcción.

Alejandra y Héctor se conocieron en la Universidad Autónoma de Querétaro, en la carrera de música. Empezamos a tocar, primero, música popular, todo lo que se toca con el salterio, que es de 1880 a 1940, más o menos, e hicimos grupos con nuestros respectivos instrumentos. También comenzamos a hacer arreglos de la música de salón de México con salterio, después interpretamos la música de salón de piano con el instrumento.

Ayer asimismo se estrenaron las composiciones para salterio y piano Doroteo y su conciencia, de Mauricio Beltrán (1964), y Los siete sellos, de Guillermo de Mendia (1955). La pareja no sólo ha encargado música a compositores mexicanos, sino también a extranjeros, para difundirla en el país.

Para su obra, Beltrán se basó en “una narración de Francisco Martín Moreno encontrada en su libro Arrebatos carnales, donde la conciencia de Francisco Villa le cuestiona muchas cosas de lo que hizo en su vida”. De Mendia nunca se imaginó escribir para salterio, instrumento que más bien identificaba con Las mañanitas y La marcha Zacatecas. “Pensaba que era diatónico y resultó que es cromático.” Aunque muchos están acostumbrados a sólo tocar música tradicional con el salterio, al acercarme con Alejandra y ver sus posibilidades cromáticas y percutivas, me animó mucho a componer para él.