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Las puertas de la percepción
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Periódico La Jornada
Sábado 8 de mayo de 2010, p. a16

En los anaqueles de novedades discográficas esplende un tesoro: When you’re strange, un disco de audio especialmente diseñado a partir del filme documental del mismo título, realizado por Tom Dicillo.

Entre sus muchas virtudes, añade una variante al gran cauce, torrencial, del fabuloso mundo de la música en el cine: no es un soundtrack, tampoco obedece a la consigna de inspired by, ni a la de music from the film ni otra de las vertientes conocidas.

En la contraportada está la clave: “The doors. Break on through. With an electrifyn album”.

¡Y vaya que es electrizante el disco!

La magia de la tecnología nos ofrece la música desnuda, cada poro de su epidermis suspirando, cada órgano gimiendo, sus fluidos en una armonía que de pronto se desarregla, de repente vuelve a la calma. El eros, el pathos, la magia azul de uno de los mejores grupos de la historia en todo su esplendor.

Por ejemplo, en cuanto Ray Manzarek termina de deslizar los iniciales acordes suspirantes de Raiders on the Storm, se escucha con absoluta nitidez el paisaje sonoro entero en detalles tan sorprendentes como una voz que susurra como espectro una micra de segundo después de que enuncia cada verso El Rey Lagarto.

O bien desde el track musical del inicio de todo el disco, Moonlight drive, queda absolutamente claro que estamos escuchando en glorioso sonido estereofónico: en la bocina derecha el canto, en la izquierda el contracanto, aquí el punto, allá el contrapunto.

Esto alcanza niveles de éxtasis cuando en el track 9, Five to one, en la bocina derecha suena el parche del tambor rebotando como alambre, con filigranas de teclados y la voz rasposa del Maestro Morrison, mientras en la izquierda libra batallas épicas la guitarra de Robby Krieger.

Y ya el colmo de lo maravilloso: el blusezaso del track 27: Roadhouse blues, se escucha como nunca: una música en estado primitivo, que es la sustancia de la magia irresistible de los Doors, puesta en nitidez de audio tal que deja en claro que las batallas del alma que libra el blues se desarrollan en terrenos áridos, lujuriosos, cálidos, ariscos, suaves, tremebundos, en polvo y sol calcinante por igual que a la luz de la luna: el universo misterioso e interminable del blues, esa música que espejea como pocas la realidad de la condición humana.

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Entre lo mucho que tiene de impresionante este disco es que no estamos hablando de nada nuevo pero se escucha todo nuevo: son las mismas piezas maestras que han cimbrado almas y corazones, mentes y cuerpos durante décadas, pero ahora el trabajo de los ingenieros de audio es sencillamente una obra maestra: no quitan, no ponen, simplemente dejan fluir el sonido.

Solamente en vivo sonaron así de gloriosos los Doors. Estos genios de la ingeniería de audio han cumplido la máxima de William Blake que dio nombre a una novela del Aldous Huxley y a un grupo de culto: If the doors of perception were cleansed, everything would appear to man as it is: infinit, porque entre otras cosas este disco nos demuestra que existen formas nuevas de escuchar, que si depuramos las puertas de la percepción, todo aparecerá frente a nosotros tal cual es: infinito.

Otro detalle mágico: el filme es narrado por Johnny Depp, ese genio involucrado en proyectos descomunales (Dead Man, con Jim Jarmusch; Alicia, con Tim Burton, et al, y ahora prepara un documental sobre Keith Richards), quien en el disco, como es producción especial, aparte de la película, enuncia los poemas que Jim Morrison dice en la película. (El filme no ha llegado a México, sólo el disco de audio).

Esa poesía vertida en labios de Johnny Depp viene entreverada como entrecorte al inicio de cada una de las 14 piezas maestras en un trabajo de edición formidable. Un ejemplo: antes de que inicie la brutal pieza The end, Depp vierte dos poemas de Jim Morrison: Naked we come y O great creator of being.

Mucho todavía por hablar de este disco fabuloso. Se acabó el espacio. Mejor pongamos a sonar, por vez enésima y afortunada, este hermoso disco.