Opinión
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Ruta Sonora

McLaren: la gran estafa del rocanrol

E

l pasado 8 de abril, el rock perdió a uno de sus antihéroes: Malcolm McLaren, quien falleció a los 64 años, víctima de cáncer de pulmón. Polémico, tachado de farsante, pero otras tantas de genio, McLaren fue más bien un publicista one-hit-wonder. Si bien se definía a sí mismo como un artista, tal sentencia era más parte de su tramado mercadotécnico, que una realidad. Supo estar en el lugar y hora adecuados, y tuvo visión para, en su momento, asestar sobre los ojos y oídos de los jóvenes occidentales de finales de los años 70 del siglo XX, una marca: paradójicamente, colocó al punk, cuyas raíces se remontan al garage estadunidense de finales de los años 60 (The Stooges, MC5), como un producto de consumo en apariencia rebelde; retomó una inquietud genuina, para trastocarla en un póster, una moda; intentó combatir lo establecido, entronando a su producto dentro de éste, con los mismos elementos propagandísticos del sistema.

Aun así, es indiscutible la influencia que tal paradoja diseminó dentro de la cultura de masas. Sin duda, un germen que infectó a muchos músicos de la época, y que persiste hasta nuestros días de manera icónica, a veces ignorando la existencia misma de McLaren.

Antes de ser el afamado mánager de los Sex Pistols, a inicios de los mismos años 70, representó a The New York Dolls; con ellos hizo sus pininos sensacionalistas: los vistió con ropas maoístas y les hizo tocar frente a una bandera con el emblema de la hoz y el martillo. Sin embargo, el punk estadunidense ya forjaba sus propios pilares: Velvet Underground, Patti Smith y The Ramones. Y en el Reino Unido, poco antes de que los Pistols irrumpieran, The Damned editó el que se considera el primer disco de punk grabado en suelo inglés: Damned, Damned, Damned (febrero de 1977); Never mind the bollocks, here’s the Sex Pistols es de octubre de 1977. Todo esto, para aclarar que McLaren no es el padre del punk, como dicta el error popular, sino su más notorio promotor. O si acaso, quien le puso firma de diseño.

McLaren volvió a su natal Londres, y al lado de su pareja, Vivienne Westwood, con quien diseñaba y vendía ropa en su propia tienda, Sex, vistió y creó al legendario cuarteto encabezado por John Lydon (Johnny Rotten). Se iban a llamar The Strand, pero el nombre no era tan provocador como esas otras dos palabras tan llenas de morbo. La propuesta era un pretexto para dar a conocer sus creaciones; la música era lo de menos. McLaren diría después a The Times: “Nunca esperé que fueran buenos… De todos modos, no tenía problema con que fueran malos”.

Como estudiante de arte, McLaren escribió un manifiesto: Sé aniñado, sé irresponsable, sé irrespetuoso, sé todo lo que la sociedad odia. Dicho postulado fue magnificado en el tema God Save the Queen, de los mismos Pistols. La BBC censuró el tema, lo que les hizo más publicidad, misma que se acentuó cuando hizo tocar al grupo frente al Parlamento inglés. El arresto de los muchachos elevó el tema al número dos en las listas. Los Pistols se disolvieron en menos de lo que dura una canción de punk-rock, luego de su desastrosa gira por Estados Unidos, en enero de 1978. Lydon estaba harto de los excesos publicitarios de McLaren. El bajista Sid Vicious murió de sobredosis en febrero siguiente. El verano del odio había terminado. Todo fue retratado por Julien Temple en el falso documental La gran estafa del rocanrol (1980), del que se editó una pista sonora epónima ya sin Lydon (extrajeron su voz de unas sesiones de 1976).

Si bien en los años 80 del siglo anterior intentó generar otra explosión, desde el movimiento New Romantic, vistiendo a Boy George y Adam Ant (a cuya banda Pow Wow Wow también representó, con un final desastroso), nunca alcanzó lo logrado con los Pistols. Aun así, tuvo momentos destacados, como cuando se autoproclamó descubridor del hip hop: era como el punk-rock negro, dijo tras visitar el Bronx de Nueva York, guiado por la leyenda del género, Afrika Bambaataa. Esto inspiró al londinense a incursionar directamente en la música, y crear la canción Buffalo Gals, según él, el primer rap-hiphop-scratch comercial, en ser grabado; su álbum Duck Rock (1983) ayudó a que talentos como Grandmaster Flash y Sugarhill Gang tuvieran más proyección.

Asimismo, fue relevante el álbum Waltz Darling (1989), en el que incorporó música africana, reggae, funk, orquestaciones y temas hablados; en 1990, reclamaría a Madonna haberle robado, con la canción y el video Vogue, una idea proveniente del tema Deep in vogue, del álbum citado, con todo y performance de modelos posando; la rubia se salió con la suya, al robarle incluso los bailarines.

Después dedicó su vida al diseño y las artes plásticas. Descanse en paz el artífice de uno de los emblemas más ácidos de la cultura pop contemporánea.