Opinión
Ver día anteriorJueves 8 de abril de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudad Perdida

La ALDF, sin voluntad para resarcir a la UACM

En manos de Ebrard, corregir el error

V

estidos de gala, con una asistencia casi total –hecho inusual en ellos–, alegres y hasta eufóricos, podríamos decir, los diputados a la Asamblea Legislativa del Distrito Federal festejaron los 100 años de la Universidad Nacional Autónoma de México, tal vez porque sea de los muy pocos motivos que se tienen en todo el país para hacer un festejo, pero a fin de cuentas no fue más que otra actitud hipócrita o banal de quienes hacen fiesta sin sentido, sólo por el gusto de la diversión, de la superficialidad.

Decimos esto porque es allí, en la Asamblea, donde a otra casa de estudios, de menor tamaño pero de horizontes amplios y de ruta definida, se le trata de ahogar. Claro que nos referimos a la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, y claro que hacemos el parangón porque si de defender la educación se trata, bastantes motivos tienen los legisladores para ir más allá de las grillas y el eficientismo neoliberal y no dejar morir una de las muy pocas obras dedicadas a los jóvenes.

El rector de la UACM debería entenderlo: la superficialidad legislativa no es el problema, y no se debe castigar a la institución educativa por causa de un funcionario. Ojalá se entienda. Se trata de los jóvenes, se trata de miles que no están sumados al narcotráfico, se trata de ésos que fueron condenados a vagar por las calles sin empleo y sin estudios. Se trata de ésos que quieren aprender, no obstante las pésimas condiciones que les ofrece la propia universidad.

Se ha dicho de muchas formas que el presupuesto que envió el Ejecutivo local no requería los recursos que necesita la UACM, pero allí estaban los diputados, sobre todo los que se hacen llamar de izquierda, para corregir el error en el que, por omisión o mala leche, incurriól gobierno central. Pero nada, en lugar de preocuparse por los 10 mil o más estudiantes que alberga la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, se apuran por fijar un horario para el cierre de los antros. Buena cosa.

El rector Manuel Pérez Rocha es lo de menos, su gestión terminará en un par de meses cuando mucho; lo que está en juego es la suerte de esos 10 mil jóvenes que sólo tienen a esa casa de estudios como puerta de salida. Si desde el gobierno, sea la ALDF o el Ejecutivo local, se les cancela la oportunidad, todos los programas de asistencia, todo lo que hasta ahora se propone para la juventud se quemará en la hoguera de las necedades políticas que después todos tendremos que pagar.

Esta universidad, como sea, no sólo representa la posibilidad de tener mejores ciudadanos en el futuro inmediato, también es un muro de contención frente a las pocas oportunidades que plantea un sistema como el que se vive, y contra las tentaciones que señala la vida en la ilegalidad.

En fin, ya que por parte de los legisladores parece que no hay conciencia clara de lo que significa este centro de estudios, debería ser Marcelo Ebrard quien corrija desde ya el error que cometió su administración, para que se mire en todos lados que su gobierno no hace caso a la grilla barata y sabe hacer justicia donde más se necesita, porque todos esos jóvenes sometidos hoy al juicio de la arbitrariedad lo culparán a él, y no a otros, de su desgracia, y la ciudadanía también.

De pasadita

En el Gobierno del Distrito Federal juran y perjuran que las nuevas vialidades anunciadas ayer poco o nada tienen que ver con aquel trazo que se proyectó en la gestión de Manuel Camacho Solís al frente del Departamento del Distrito Federal, para crear una supervía del Colegio Militar a La Venta. Juran también que desde hace buen rato se platica con los vecinos para afectarlos lo menos posible, y para que sin mayores problemas se den cuenta de la urgencia de esa vialidad. Lo malo es que los vecinos no se la creen.

Basta echar una mirada a los caminos del norte de la ciudad para darnos cuenta de que existen otras salidas hacia Querétaro y Pachuca y que la urgencia está en otras partes. Y lo peor, asignar el proyecto a la iniciativa privada con la promesa de que dentro de muy poco tiempo serán los habitantes de la ciudad los que tendremos que rescatar las carreteras mal hechas e inservibles que construyeron. Parece que la experiencia les importa un pito. Ni modo.