DIRECTORA GENERAL: CARMEN LIRA SAADE
DIRECTOR FUNDADOR: CARLOS PAYAN VELVER
SUPLEMENTO MENSUAL  DIRECTOR: IVAN RESTREPO  
EDICIÓN: LAURA ANGULO   5 DE ABRIL DE 2010 
NUMERO ESPECIAL


Portada

Presentación

Una reflexión global
Ahmed Djoghlaf


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Presentación

La Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 2010 como Año Internacional de la Diversidad Biológica. El propósito es sensibilizar a la gente acerca de la importancia que tienen millones de seres vivos que existen en el planeta y de las consecuencias de su pérdida. Animales, plantas y organismos, el ambiente en el que viven y las relaciones que establecen entre sí generan un amplio abanico de procesos de los que dependemos todos en la Tierra. El agua, la comida, el vestido, las medicinas, la regulación de los gases de efecto invernadero o la belleza de nuestros espacios naturales son algunos de los muchos servicios que presta la biodiversidad. También la depuración de aguas contaminadas o la polinización de las plantas de las que nos alimentamos.

Pero las acciones del hombre aceleraron el último siglo mil veces el ritmo normal de extinción de la biodiversidad. Se extinguen unas treinta mil especies al año, poniendo en peligro el bienestar humano.

Aunque el problema es grave, todos podemos y debemos ayudar a detener esa destrucción. Por principio, exigiendo a funcionarios y legisladores medidas efectivas en pro del medio ambiente, de la naturaleza en su conjunto.

Este número especial de La Jornada Ecológica recoge precisamente parte de los documentos elaborados por los especialistas más reconocidos del planeta sobre los problemas que enfrenta la biodiversidad. De su lectura, sobresale la necesidad que existe de que las instancias oficiales y la población actúen conjuntamente a fin de detener un proceso de destrucción que a todos afecta.

Así, por ejemplo, se extraen los datos que aportan los informes internacionales sobre la situación de las aves y la flora; la destrucción de bosques y selvas; la sobreexplotación de la fauna marina y litoral; la calidad del agua dulce; la necesidad de impulsar actividades que no agredan al medio ambiente, como el ecoturismo; el crecimiento de la población y la demanda de comida y de otros recursos.

El lector que quiera ahondar en estos y otros temas, dispone de numerosos textos que pueden consultarse en la red:

www.biodiv.org/GBO2.
Correo electrónico: [email protected]
Página de internet: http://www.biodiv.org

Éstos fueron elaborados por especialistas reconocidos a petición de las instancias multinacionales que se ocupan de la biodiversidad. Destacadamente los producidos por la Secretaría del Convenio sobre la Diversidad Biológica, CBD, con sede en Montreal. Uno de ellos es de lectura obligatoria: Perspectiva mundial sobre diversidad biológica 2. Aquí lo citamos profusamente. Pero de igual modo, los demás elaborados por los organismos dependientes de las Naciones Unidas.

Muy a propósito no consideramos en este suplemento el caso de la diversidad biológica en México, pues es un tema que merece un tratamiento especial. Bien se sabe que nuestro país es una potencia en diversidad, con los problemas y ventajas que ello trae. Precisamente en los informes del CBD se refleja nuestra situación con enorme claridad.

La importancia de la biodiversidad

La biodiversidad es la base de una gran variedad de servicios de ecosistemas que contribuyen al bienestar del hombre. Estos incluyen servicios de suministro, como comida, agua, madera, fibras; servicios de regulación, como la regulación del clima, de inundaciones, enfermedades, desechos y calidad del agua; servicios culturales, como recreación, disfrute estético y realización espiritual; y servicios de soporte, como formación de suelo, fotosíntesis y reciclaje de nutrientes.

Para la Agencia Europea del Medio Ambiente (EEA), “la biodiversidad está desapareciendo con una rapidez alarmante”, debido sobre todo a la forma en que abusamos de la naturaleza para sustentar la producción, el consumo y el comercio en la economía globalizada en que vivimos. La pérdida y fragmentación de hábitats a consecuencia del desmonte de bosques y espacios naturales para construir viviendas y carreteras y plantar cultivos, la desecación de humedales, la represa de ríos en beneficio de la agricultura y la sobrepesca en los mares y océanos, son la causa principal de la pérdida de biodiversidad”.

Aunque la pérdida de biodiversidad no tiene el impacto social que el calentamiento global ha alcanzado gracias a los medios de comunicación, la pérdida de ésta, que constituye nuestro capital natural, es igual y hasta de mayor importancia que el cambio climático.

Una iniciativa provechosa

La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), lanzó la iniciativa “Cuenta atrás 2010” http://www.countdown2010.net/, que agrupa a una red activa de integrantes que unen sus esfuerzos para luchar contra las causas de pérdida de biodiversidad y así contribuir a mitigar la pobreza y en beneficio de todas las formas de vida del planeta.

Los seres humanos dependemos de los ecosistemas para obtener una serie de servicios esenciales, como el abastecimiento de alimentos y materiales, la captura de dióxido de carbono de la atmósfera, el suministro de agua limpia, la protección del suelo contra la erosión y, también, como fuente de genes de la naturaleza que podrían tener utilidad en la agricultura o la medicina. Muchos estudios han señalado que los servicios de los ecosistemas dependen de cierto número de especies para que funcionen adecuadamente.

Una investigación reveladora

El profesor Andy Hector, de la Universidad de Zurich, muestra en una investigación reciente, y por primera vez, los mecanismos exactos que conllevan a la pérdida de la biodiversidad de los campos de cultivo después de haber seguido el proceso de fertilización.

Hector y sus colaboradores sostienen que cuando los campos son fertilizados, aumentan su productividad pero disminuye su biodiversidad. Este suministro adicional de nutrientes será una de las tres causas más importantes de la pérdida de la biodiversidad en este siglo.

El resultado de este estudio pionero tiene implicaciones para el aspecto sostenible de la agricultura en todo el mundo y para establecer una política de conservación.

Por otra parte, diversos científicos opinan que la pérdida de biodiversidad puede incrementar las enfermedades infecciosas en humanos debido a la continua extinción de plantas y animales. La pérdida de biodiversidad y la destrucción del hábitat incrementarían la incidencia y la distribución de enfermedades infecto contagiosas, ya que muchas de estas nuevas afecciones están emergiendo, y algunas de las que se consideraban locales se están globalizando. Es el caso de la malaria, para citar una muy conocida y que hoy se encuentra hasta en los países europeos.

La pérdida de biodiversidad podría acarrear repercusiones más graves de lo que se pensaba en un principio en servicios vitales de los ecosistemas, como la producción alimentaria y el abastecimiento de agua limpia.

Por su parte, numerosos científicos plantean que la Tierra se encuentra en medio de la sexta extinción en masa de la historia de la vida en nuestro planeta. Algunas estimaciones sugieren que el 50 por ciento de las especies conocidas podrían estar extintas a finales del presente siglo. Pero lo que también es verdad es que el esfuerzo de todos puede revertir este proceso. O, como afirma Edward O. Wilson, “No puede haber un objetivo más estimulante que empezar la era de la reconstrucción volviendo a tejer la maravillosa diversidad de la vida que aún nos rodea”.

Y más sobre los bosques

Los integrantes del movimiento por los bosques tropicales recuerdan por su parte que los seres humanos “somos parte de la biodiversidad del planeta, no sólo como usuarios –y agentes de destrucción– sino también como depositarios de una enorme diversidad de culturas, muchas de las cuales tienen profundos conocimientos sobre el uso sustentable de la biodiversidad. Algunas de esas culturas ya han sido borradas de la faz de la Tierra, y otras, para usar la terminología de la biodiversidad, son ahora “raras, amenazadas y en peligro”. Sin embargo, no figuran en ninguna “lista roja”, como sucede con las especies animales en vías de extinción.

Y una prueba de esa extinción la cita dicho movimiento: el pasado 4 de febrero falleció el último miembro de una tribu de las islas Andamán, en la India. Boa Sr, murió a la edad aproximada de 85 años, era la última persona que hablaba Bo, una de las diez lenguas del Gran Andamán. Se piensa que los Bo vivieron en las islas Andamán durante 65 mil años, por tanto los descendientes de una de las culturas más antiguas de la Tierra.

Agregan que si se hubiera tratado del último representante de una especie de tigre, mono o gorila, probablemente su muerte habría recibido cobertura internacional. Pero era apenas el último miembro de una “tribu” de una isla del Océano Índico.

En los bosques de esas mismas islas Andaman viven los Jarawa. Ellos eligieron y lograron oponerse al contacto con los extranjeros hasta 1998. Según Survival International, ahora están en serio peligro. Los cazadores furtivos acampan durante días en sus bosques, y las autoridades locales han desafiado la orden de la Suprema Corte de la India de cerrar el camino que atraviesa la reserva de los Jarawa. En 1999 y 2006, los Jarawa contrajeron el sarampión, enfermedad que ha aniquilado a muchos grupos indígenas de diversas partes del mundo luego de su contacto con gente del exterior. Como ocurrió durante la conquista de América por los conquistadores europeos hace cinco siglos.

Varios pueblos indígenas de Sudamérica que aún rechazan el contacto con la sociedad que los rodea se están enfrentando a una situación similar. Viven en aislamiento voluntario en sus territorios ancestrales y nunca se les preguntó si querían ser ciudadanos de Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Paraguay o Perú. Sus territorios quedaron simplemente incluidos dentro de las fronteras de los nuevos estados creados en el siglo XIX, principalmente por descendientes de españoles y portugueses, luego de su independencia de España y Portugal.

Su suerte está estrechamente relacionada con uno de los problemas de la biodiversidad mejor publicitados: la destrucción del bosque tropical. Muchos de los grupos aislados que quedan viven en la selva amazónica y algunos otros en el Chaco boliviano y paraguayo. La biodiversidad del bosque satisface todas sus necesidades, pero esos bosques son constantemente destruidos y degradados por la sociedad exterior, lo cual está llevando a estos pueblos al borde de la extinción.

Muchos otros pueblos indígenas y comunidades tradicionales del mundo están luchando por proteger sus culturas, fuertemente arraigadas en la biodiversidad, contra las fuerzas del supuesto “desarrollo” que los gobiernos y las instituciones internacionales han desencadenado contra ellos. Las industrias madereras, petroleras y mineras, las represas, las plantaciones, los grandes campos ganaderos y los criaderos de camarones no son simplemente “algo que ocurre”: los promueven los mismos gobiernos e instituciones que deberían proteger la biodiversidad.

En lugar de recibir un bien merecido “premio ambiental” por proteger la diversidad biológica, esos pueblos están siendo desposeídos, reprimidos y expulsados de sus territorios, ya sea para que sus tierras puedan ser ocupadas por empresas que destruyen la biodiversidad o para establecer las llamadas “áreas protegidas” que destruyen sus medios de vida y su cultura, sin siquiera lograr su objetivo declarado de conservar la biodiversidad.

El Movimiento por los Bosques Tropicales señala que si al declarar 2010 como Año Internacional de la Diversidad Biológica, las Naciones Unidas realmente apuntan a salvaguardar la “variedad de vida sobre la Tierra”, deberían comenzar por salvaguardar los derechos de todos esos pueblos, asegurando así la conservación de la biodiversidad en toda su extensión. Ése sería un buen comienzo.

El compromiso internacional que debe cumplirse

Bueno es recordar que 123 líderes mundiales se comprometieron a “conseguir este año una importante reducción de las tasas actuales de pérdida de la biodiversidad a nivel local, nacional y regional, como contribución al alivio de la pobreza y en beneficio de toda la vida en la Tierra”. Pero la vicepresidenta de Diversitas, Georgina Mace, también investigadora del Imperial College de Londres, sostiene que esto no se cumplirá este año, como tampoco cumpliremos en 2015 los objetivos medioambientales de los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU para mejorar la salud y sustento de las personas más pobres y vulnerables del mundo. Y es que entre las promesas de los líderes y la realidad existe un abismo.

La gran amenaza sobre las especies de agua dulce

En octubre pasado se reunieron más de 600 expertos de todo el mundo en Ciudad del Cabo (Sudáfrica) para tratar el tema de las especies de agua dulce amenazadas debido, entre otras cosas, a la mala administración y las crecientes necesidades humanas del recurso agua lo cual está provocando el colapso de los ecosistemas de agua dulce.

Y es que las especies de agua dulce tienen una tasa de extinción de cuatro a seis veces mayor que la de sus homólogos terrestres y marinos, según los expertos que asistieron a dicha conferencia. Para Klement Tockner, investigador en el Instituto Leibniz de Ecología de Agua Dulce y Pesca en Aguas Interiores de Berlín, aunque los ecosistemas de agua dulce sólo cubren el 0.8% de la superficie de la Tierra, contienen aproximadamente el 10% de todos los animales, incluyendo más del 35% de todos los vertebrados.

“Cada vez hay más pruebas científicas que demuestran que estamos al borde de una gran crisis en la biodiversidad de agua dulce”, sostiene el profesor Tockner. “Sin embargo, muy pocos son conscientes del catastrófico descenso en la biodiversidad de agua dulce tanto a nivel local como mundial. Las amenazas a la biodiversidad de agua dulce se han extendido ahora a nivel mundial”.

Las repercusiones de esta tendencia para los seres humanos son “inmensas” pues las especies de agua dulce en ríos, lagos, aguas subterráneas y pantanos proporcionan una serie de servicios naturales vitales, muchos más que cualquier otro tipo de ecosistema. El problema pone en riesgo a miles de millones de personas ya que la pérdida de la biodiversidad afecta a la purificación del agua, a la regulación de enfermedades, a la agricultura de subsistencia y a la pesca. Tockner agrega que los ecosistemas de agua dulce y sus especies también absorben y capturan alrededor del 7% del carbono que los seres humanos expulsan a la atmósfera anualmente. Agrega que los sistemas de agua dulce pueden repercutir en el equilibrio de carbono a nivel regional.

Y viene lo peor: algunos expertos prevén que para el 2025 ni un solo río en China llegará al mar, excepto durante las inundaciones, cuyos efectos serán nefastos para la pesca costera en China.

Comerciar con la flora y la fauna tiene consecuencias

También en la conferencia de Ciudad del Cabo se trató un problema poco divulgado: los riesgos económicos y ecológicos del creciente comercio de la flora y fauna en el mundo. Según los expertos, sólo Estados Unidos importó casi mil 500 millones de animales vivos entre el año 2000 y el 2006 sin considerar los riesgos que esta importación implica. A esto se añade el lanzamiento en 2010 de un informe del Convenio sobre la Biodiversidad de la ONU, Perspectivas Mundiales en Materia de Biodiversidad, para mostrar los “puntos de inflexión” catastróficos de la biodiversidad.

Por su parte, la investigadora Georgina Mace agrega que incluso los cálculos más conservadores reconocen que un área de selva tropical más grande que el tamaño de California se ha transformado por comida y combustible a partir de 1992. Y que las tasas de extinción de especies son por lo menos 100 veces mayores que en los tiempos prehistóricos y se espera que continúen aumentando”. Para Mace, no hay que caer en la desesperación ante lo que está ocurriendo pues “hay muchas opciones disponibles que podrían ayudar, pero no podemos perder el tiempo. Se deberían haber tomado cartas en el asunto hace años. La próxima mejor ocasión es ahora”.

México, una mega potencia

La Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio) invitó a toda la ciudadanía a una serie de eventos para que conozca la trascendencia de la biodiversidad y participe en su cuidado. “La biodiversidad, sostiene, es la vida misma, sin embargo la estamos perdiendo”. La Conabio señala que México es un país con una situación preferencial en cuanto a su biodiversidad: aunque ocupa el sitio número 14 en cuanto a su extensión territorial, se ubica entre los cinco países con mayor diversidad biológica en el planeta.

Algunas cifras para resaltar esa importancia: México ocupa el segundo lugar en número de reptiles (804 especies), tercer lugar en mamíferos (535 especies), quinto lugar en anfibios (361 especies) y plantas vasculares (23 mil 424 especies) y octavo lugar en aves (mil 107 especies).

También en su territorio se encuentra la mayor diversidad mundial de muchos grupos de plantas y animales, incluyendo a los pinos, encinos, magueyes y cactos. No menor es su enorme diversidad de serpientes, murciélagos, ballenas, salamandras, aves rapaces y tortugas marinas.

Para el doctor José Sarukhán Kermez, uno de los pilares más sólidos de la Conabio: “Las ventajas de esta gran diversidad, residen en que contamos con una mayor gama de opciones de utilización de la riqueza potencial de los recursos vivos, en especial de los ecosistemas: los reservorios de la diversidad biológica. Necesitamos encarar y asumir el hecho de que la realidad biológica y cultural de nuestro país es la de una gran diversidad”.

Por su parte, la doctora Patricia Koleff, también de la Conabio, asegura: “la pérdida de la biodiversidad y la lucha contra el cambio climático son dos caras de la misma moneda”. El cambio climático afecta a la biodiversidad y viceversa. No obstante, existen posibilidades para controlar o revertir el cambio climático, pero “la pérdida de la biodiversidad es irreversible”.

Por eso mismo, el máximo organismo mexicano sobre el tema sostiene que el conocimiento de la biodiversidad como patrimonio natural y base de la economía nacional debe ser del interés propio de todos los ciudadanos y formar parte no únicamente del bagaje cultural, sino de nuestra cotidianeidad. Y que el conocimiento de la rica biodiversidad mexicana nos permitirá conservarla y disfrutarla adecuada y sustentablemente, para asegurar nuestra permanencia y la de las demás especies en el planeta y enfrentar no sólo el futuro, sino el presente.

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