Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 4 de abril de 2010 Num: 787

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

México en Lezama
RAFAEL ROJAS

Juan Ramón y Lezama en La Habana
ALFONSO ALEGRE HEITZMANN

Breve antología poética
JOSÉ LEZAMA LIMA

La narrativa extraterritorializada
ADRIANA CORTÉS entrevista con SANTIAGO GAMBOA

Columnas:
La Casa Sosegada
JAVIER SICILIA

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
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La narrativa extraterritorializada

Adriana Cortés
entrevista con Santiago Gamboa

Por qué aborda en sus novelas el tema de los inmigrantes del Tercer Mundo que llegan al Primero “por la puerta tra sera”, como dice el narrador en El sín drome de Ulises?

–Creo que ellos son los Ulises del siglo XX y XXI. Son los grandes aventureros, los que luchan contra Polifemo y Circe. Veo en ellos una gran aventura humana. Hacen lo que todo hombre de bien ha hecho siempre desde el inicio de la historia: tratar de mejorar las condiciones de vida de los suyos.

–¿Qué le dejó (en el sentido literario) el hecho de haber vivido en París?

–Muchas cosas. París es una escuela militar en donde uno aprende la vida a las patadas. Apren de la dureza, la frialdad, la inhumanidad. En París, en medio de esa crueldad, uno pierde, como dice el poeta, “los últimos ángeles de la infancia”. También aprende algo de la belleza, por sus museos y galerías, pero en realidad esto es algo que deja de percibirse pronto. Quienes llegan nadando en la abundancia son quienes dicen que es una ciudad “bella” e “incomparable”. Puede que lo sea, pero eso a mí no me tocó. Cuando fui en mejores condiciones descubrí que la herida anterior era demasiado grande. Para intentar cerrar esa herida escribí El síndrome de Ulises.

–En El síndrome de Ulises y en Necrópolis hay historias dentro de otras historias y relatos testimoniales. ¿Le interesa la literatura oral?

–Me interesa todo lo oral. El discurso enloquecido y furibundo de Thomas Bernhard, la potente voz de Céline o de Miller. Creo que esa literatura es la que mejor se acerca al ser humano, que es lo que los escritores debemos observar, escudriñar, comprender.

–En El síndrome de Ulises , el estudiante marroquí se refiere al límite que debe tener la relación con los libros. ¿Cuál considera que es ese límite?

–Cualquier relación con los libros es agradable. Yo soy lector compulsivo y he logrado no perder la inocencia de la lectura. Creo que esto es una ventaja. Las escuelas de Literatura pueden producir una idea equivocada, y es que saber mucho de literatura sea el primer paso para convertirse en buen escritor. Esto no siempre es cierto. Puede incluso ser al revés: saber mucho te puede impedir, bloquear, pues puedes llegar a creer que la explicación teórica de un libro es el libro. Pero cada escritor es el primer escritor y cada uno, de algún modo, se inventa la literatura.

–Pregunta inevitable: ¿Por qué tanto sexo en sus novelas? ¿Tiene un trasfondo metafísico? ¿O responde a fines comerciales?

–Porque el sexo es importante para mis personajes. En realidad lo es para todo el mundo. Por cierto: no creo que un libro con sexo se venda más, a no ser que se trate de un libro donde sólo haya sexo. Creo, modestamente, que mis libros no pertenecen a esa categoría.

–¿Cree que pueda hablarse de una literatura desterritorializada –escrita desde el margen, en cualquier sentido: el exilio, autoexilio, por ejemplo–, como literatura innovadora?

–Es difícil que haya algo nuevo en literatura. La extraterritorialidad es algo muy común en la literatura anglosajona y en cierta medida también en la francesa. Lo que pasa es que en América Latina ya se logró romper la idea de que el mexicano tenía la obligación de explicar México y sólo México, y el colombiano Colombia, y así. Esto fue una imposición de Europa, que gustaba de leer libros de latinoamericanos antes de ir de viaje, para conocer un poco más los países y sus gentes. Pero los límites de lo posible en la escritura latinoamericana se han ampliado, pues no se escribe para Europa sino, en primera instan cia, para el propio lector en lengua española, del mismo modo que la literatura francesa no se escribe para ser leída en Inglaterra.

–¿Qué piensa de la actual literatura escrita en Marruecos o por los marroquíes radicados en Francia? ¿Han influido en su obra?

–Poco. No ha habido grandes cambios y pode mos decir que Tahar Ben Jelloun sigue siendo el gran faro de esa literatura, aunque no estoy seguro de que sea el mejor.

–¿Qué puede decir sobre el narrador como de tective, tanto en El síndrome de Ulises como en Necrópolis?

–Es una argucia literaria. El lector debe encontrar motivos para seguir adelante en la lectura y uno de los principales es la curiosidad. La gran enseñanza de la novela negra es eso: la curiosi dad. Pero esto no es un invento exclusivo de la novela negra. Ya está en Edipo Rey.

–Y sobre el entorno apocalíptico en estos dos libros que menciono?

–Bueno, el mundo está cambiando de piel y eso siempre genera una percepción apocalíptica. Puede que sólo sea mi mundo, claro, pero es de ese modo como lo percibo.

–En Necrópolis un personaje dice: “Todos los que escribimos deberíamos hacerlo de ese modo: como si nuestras palabras fueran para un piloto que lucha solo, en medio de la noche, contra una violenta tempestad.” ¿Piensa lo mismo? ¿Por qué?

–Porque creo en la literatura que es una apuesta estética fuerte y decidida, que nos rapta y nos ayuda a comprender el mundo, la vida, la muerte, las cosas importantes. No sé si logro escribirla, eso lo juzgarán los lectores, pero es la literatura que anhelo como escritor y la que busco como lector.

–Respecto al Boom: ¿parricidio o retomar lo mejor de él?

–Insisto en lo que dije antes: cada escritor es el primer escritor. Cada uno debe volver a inventar la rueda y el fuego. Su rueda y su fuego. Es bueno no perder de vista al Boom, pues ellos, cada uno, inventaron un mundo complejo y total.