Economía
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Es una región especialmente injusta, destaca la OEA

Pobreza y desigualdad repercuten en la calidad de la democracia en AL
 
Periódico La Jornada
Miércoles 31 de marzo de 2010, p. 18

El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, advirtió que la pobreza y la desigualdad siguen siendo el mayor factor de atraso en la región y ello repercute en la calidad de la democracia.

Al dictar una conferencia en la sede de la Comisión Económica para América Latina (Cepal), en Santiago, Chile, Insulza dijo que América Latina sigue siendo una región especialmente injusta, donde más de un tercio de sus habitantes vive en condiciones de pobreza, mientras de 3 a 5 por ciento de su población se lleva más de 50 por ciento del ingreso nacional.

Algunos programas sociales de los últimos años han enfrentado de manera relevante el problema de la pobreza, apuntó, pero ni los sistemas tributarios ni las normas laborales han sido reformados de manera de propender a una mejor distribución de la riqueza; mientras, por el lado político la democracia presenta fortalezas y debilidades.

Los procesos electorales han tenido un notable progreso en países de la región, pero la institucionalidad es frágil, explicó.

Ratificado hace una semana para un nuevo periodo al frente de la OEA, el diplomático sostuvo que la paradoja consiste en que mientras más se desarrolla la democracia política, se van delineando en el plano económico-social sociedades segmentadas y desiguales. Alertó que si el Estado democrático no entrega por igual a todos los beneficios del progreso, ello provoca resentimiento y constituye un caldo de cultivo para la inestabilidad y el populismo.

Aunque la democracia en América Latina haya progresado más en su origen que en su ejercicio, esto no significa que no puedan existir retrocesos. Las tentaciones antidemocráticas siguen presentes en distintos sectores de nuestra región de varias formas, destacó.

Una forma, detalló, “se funda en la falsa premisa de que el que tiene la mayoría tiene derecho a cambiar el sistema según su parecer, acumulando poder y con desprecio por la participación y los derechos de las minorías. La explicación para justificar esta tentación es siempre la necesidad de ‘concluir una tarea’ o de enfrentar una crisis urgente en la sociedad”.

Sobre la segunda forma en que se manifiestan las tentaciones antidemocráticas dijo: “En sociedades tan desiguales como las nuestras es común que los sectores dominantes miren con aprehensión cualquier proceso de reforma. Los intentos por corregir un proceso democrático por vías no democráticas fueron comunes en nuestro hemisferio en la primera mitad del siglo pasado y, contrariamente a lo que muchos piensan, no se han extinguido por completo. El ‘golpe correctivo’ parece una opción pretoriana interesante, como mostró el reciente golpe en Honduras, que muchos intentaron justificar”.

Además, Insulza se refirió a la libertad de expresión como un requisito esencial de la democracia, consagrado formalmente en todas las legislaciones de los países de la región, pero amenazado por tres formas de conducta. La primera, puntualizó, es la represión por vía de autoridad legislativa o burocrática, de expresiones críticas en contra de los gobiernos o las autoridades gubernamentales.

La segunda es la falta de acceso de la mayoría de los ciudadanos, por la concentración de la propiedad en manos de muy pocas personas o empresas, a veces ligadas a quienes además detentan el poder económico, y la tercera restricción es la violencia física que se ejerce en contra de periodistas, medios e incluso personas que denuncian determinados delitos, apuntó el secretario general de la OEA.