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Jesusa Rodríguez encarnó a la monja jerónima en Primero sueño

Cuenca fue testigo de la grandiosa palabra poética de Sor Juana

Ella mostró que la única batalla que vale la pena dar es la del conocimiento, dijo la actriz

Su obra transgresora se hace más necesaria ahora, ante el derrumbe de la Iglesia católica

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La compositora Marcela Rodríguez, la actriz Jesusa Rodríguez y la soprano Catalina Pereda participaron en el espectáculo que se presentó en la antigua iglesia de La Merced, en la ciudad de Cuenca, EspañaFoto Cortesía del Festival Semana de la Música Religiosa
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Periódico La Jornada
Miércoles 31 de marzo de 2010, p. 5

Cuenca, 30 de marzo. Jesusa Rodríguez invocó a Sor Juana Inés de la Cruz en la ciudad de Cuenca, urbe que fue testigo de la palabra poética más grandiosa de la lengua española, indicó la actriz mexicana, de aquellos versos que dicen: piramidal, funesta,/ de la tierra nacida sombra.

El Festival Semana de la Música Religiosa (SMR) recibió entre la sorpresa y la euforia un espectáculo total, en el que se conjugaron la poesía de Sor Juana, el arte contenido de Jesusa, la música en vivo de la compositora Marcela Rodríguez, interpretada por el Cuarteto Quiroga, para develar el gran hallazgo de Primero sueño: la construcción de un Aleph que al mismo tiempo afirma que la única batalla que vale la pena dar es la del conocimiento.

El SMR celebra la versión 49 con vocación hispanoamericanista, con el propósito de fortalecer el diálogo y los lazos con las culturas hermanas de allende la mar, donde también floreció el barroco y la música religiosa, pero también donde incluso ahora, varios siglos después, se sigue cultivando una música contemporánea que tiene sus raíces en un tronco cultural común.

Con esos argumentos se eligió a México como el país invitado de honor, para lo cual se convocó a algunos de sus artistas más destacados y se comisionó una obra a la compositora Hilda Paredes.

Después de la elogiada actuación de la flautista mexicana Anna Margules, quien interpretó obras de los compositores contemporáneos Marisa Manchado, Ignacio Baca Lobera y Gabriela Ortiz, entre otros, fue el turno de las hermanas Rodríguez y Sor Juana.

Música, palabra y arte escénico

La antigua iglesia de La Merced, hoy convertida en espacio para la difusión cultural y en biblioteca, fue escenario de una obra hipnótica y embriagadora, la cual suscitó suspiros y sobresaltos.

La interpretación se dividió en dos: primero el Cuarteto Quiroga, acompañado por el contrabajo de Luis Otero, la percusión de Alberto Román, el piano y la dirección de Miguel Huertas y la voz de la soprano Catalina Pereda interpretaron Funesta. Esta pieza, compuesta hace 15 años por Marcela Rodrígez, se inspiró en algunos romances, sonetos y poemas de Sor Juana. El resultado es una música en la que emerge la palabra profunda y visionaria de la poeta mexicana.

Lo que pretendía además es incorporar elementos musicales contemporáneos, pero al mismo tiempo quedó bastante lírica. Creo que un compositor contemporáneo incluso puede pensar que esta música es muy tradicional, porque hay melodía. Obviamente los instrumentos tienen un tratamiento totalmente contemporáneo, al mismo tiempo que es una obra atonal, pero muy melódica, explicó Marcela Rodríguez, muy emocionada de volver a escuchar en vivo y de grandes músicos una pieza que pensó nunca más escucharía.

Después de la primera parte del espectáculo, que fue estrictamente musical, tocó turno a Jesusa Rodríguez, del Primero sueño, la conjunción de música, palabra, arte escénico, iluminación y la embriagadora forma de dar ritmo a los silencios.

La música es al teatro lo que el agua al océano. Cuando no hay música, casi siempre te sientes como pez en la arena. Aunque, claro, aquí la palabra es parte de la música y dicen que el demiurgo de Sor Juana en este poema es el silencio. También comprender que el silencio es el punto de partida de la música y la palabra es muy importante, explicó Jesusa a La Jornada, minutos después de concluir el espectáculo.

La también directora escénica reconoció que cada vez que invoca a Sor Juana mediante el poema Primero sueño es una experiencia vivificadora, novedosa y llena de misterios, en la cual la palabra se convierte en aprendizaje vital.

La mayor aportación de este poema es que alguien logra construir un Aleph, un infinito universo en sí mismo y que nos dice lo que siempre Sor Juana sostuvo: la única batalla que vale la pena dar es la del conocimiento. Ésa la sabemos perdida de antemano y creo que ese mensaje de Sor Juana anula todas las guerras, toda la violencia; para qué nos peleamos si de todas maneras no entendemos nada. Pero el anhelo de conocimiento y el querer entender, eso es lo que nos hace humanos.

En Cuenca, además, se volvió a interpretar, después de 10 años, esta obra con músicos en vivo, lo que hizo que el espectáculo fuera todavía más hipnótico.

La magia de los sonidos es fundamental, así que oír ese cuarteto de cuerdas, el piano, el contrabajo y la percusión, todo eso contribuye muchísimo, porque finalmente son esas vibraciones las que están abriendo partes del conocimiento, explicó Rodríguez.

En un momento de la obra, cuando Sor Juana hace añicos un cristo que azota con rabia contra la mesa, se logró un silencio absoluto. O cuando al final se apaga la luz y el silencio y la oscuridad colman el espacio. “El final es simplemente el final, no un oscuro final. Pues ella termina diciendo el mundo iluminado y yo despierta. En realidad este final se ha interpretado de mil maneras; se habla de que despertó del desengaño de conocer, como dijo Octavio Paz. Otros dicen que se ilumina porque al final ella comprende que no va a entender nada, pero que perseguir el conocimiento es lo importante. Otros dicen que simplemente es el despertar de ese sueño que te despierta a una vida real, donde el misterio es mucho más presente, incluso que en el sueño mismo”, explicó la actriz.

Pero la obra transgresora de Sor Juana se hace más necesaria ahora, según Jesusa, debido al derrumbe de la Iglesia católica por sus aberraciones.

La Iglesia hace implosión, porque ahora se descubre que desde hace muchos siglos sus costumbres internas han sido muy depravadas y vemos cómo se desmorona con todos los casos escandalosos de pedofilia. Me parece que después de 2 mil años de una institución llena de autoritarismo, sería bueno que desapareciera.