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Saúl Ibargoyen celebró sus 80 años en el ciclo Protagonistas de la literatura mexicana

Un poeta no es nada sin el idioma, la memoria y lo que han construido otros
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Ibargoyen radica en México desde 1976Foto María Luisa Severiano
 
Periódico La Jornada
Lunes 29 de marzo de 2010, p. a11

Un poeta solo no es nada. Tiene el idioma, su memoria y todo lo que han construido otros a lo largo de los milenios, y cuando escribo, también están escribiendo aquí conmigo, señaló Saúl Ibargoyen, quien el pasado 26 de marzo celebró sus 80 años de vida, en el ciclo Protagonistas de la literatura mexicana.

El poeta, narrador, traductor y editor, nacido en Uruguay y naturalizado mexicano, explicó, en la sala Manuel M. Ponce, del Palacio de Bellas Artes, que el trabajo históricamente acumulado y las condiciones sociales le han permitido publicar más en México.

Ibargoyen, quien trabaja la poesía narrativa, comentó que los autores a veces inventan y empiezan a retener lo que van inventando para escribir sus memorias, y lo peor es que hasta se lo creen.

Abundó que la poesía no se escribe, sino se siente, porque la escritura son los versos. Reconoció que la ceremonia, en la que participaron Francesca Gargallo, Samuel Gordon y Sergio Mondragon, enciende alegrías en el ánima e invita a pensar sobre el porqué de tan honrosa tradición milenaria en las letras que se entreteje en experiencia propia de la vida.

En su turno, Francesca Gargallo señaló que Saúl Ibargoyen ha hecho del exilio, que es un espacio de extrañamiento de lo real conocido, un velo sobre la desnudez de la persona, una distancia, porque hizo de él su ámbito de creación.

“La realidad del exiliado es no entender cómo ha llegado donde está ni ser entendido a cabalidad, porque entre él y el mundo nuevo que lo acoge se inserta una especie de espejo humeante; creo que esta imagen mexica de la realidad que despierta a la razón es muy concreta para describir al emigrante.

La expresión del exiliado es la del elemento poético que se devela poco a poco, tras mucho hacerse del rogar. La expresión del exiliado es la de la timidez de la poesía, la timidez que desgarra el velo del silencio sólo gracias al ímpetu de la necesidad de decir para ser.

Para Gargallo, la timidez desmedidamente valiente del exiliado impulsa el balbuceo poético que afirma certeramente que todo es palabra, que quien decide escribir no siempre sabe qué lo empuja a hacerlo y que la literatura es como un viento ciudadano que sacude los mantos que se han formado en aires distintos y están saturados de lluvia.

Durante su intervención, la historiadora consideró a Ibargoyen un erótico pronunciador de las eses de la vida: sangre, sudor, semen, saliva, sentimientos, saudade, sobrevivencia, suspiros, sonatas, sur son las palabras que pesan en sus poemas, en sus relatos, en sus novelas y aún en esos híbridos novelescos que recogen sus memorias.

Destacó que el escritor ha publicado 40 libros de poemas, tres novelas, cuatro recuentos de relatos, una obra teatral, diversas antologías, la impresionante reflexión ético-política-sicoanalítica y literaria contenida en Sangre en el sur, “con la avalancha de escrituras que su fértil pluma nos ha regalado“, dijo.

Gargallo consideró a Ibargoyen un poeta de la palabra oral, porque ha teorizado sobre las hablas reales de los pueblos que viven sin reconocimiento pleno, y que la literatura sólo recoge cuando la censura de lo reconocido ya no puede soportarse.

Hablas en ocasiones poéticas y, en otras, prosas crudas de las fronteras lingüísticas, las que dicen las flores en el náhualt castellanizado de Puebla o expresan posiciones en el español brasileñizado de la frontera norte de Uruguay, su frontera, su lugar del habla primigenia, su lugar de políticas necesariamente internacionalistas.

En el ciclo Protagonistas de la literatura mexicana, Sergio Mondragón precisó que el reconocimiento a Ibargoyen en nombre de la comunidad literaria de México, es por su contribución a las letras del país, así como a las hispanoamericanas.

Resaltó el trabajo del poeta en numerosas revistas de poesía del país y América Latina, en la que documentó la época de la ruptura, así como su desempeño en la difusión cultural y la educación, al impartir talleres y cursos de creatividad poética y lectura.

El homenaje que hoy se le rinde aquí es, asimismo, una réplica de la distinción a la que se ha hecho en Uruguay, donde se le nombró miembro de la Academia Nacional de Letras, agregó Mondragón.

El Instituto Nacional de Bellas Artes organizó esta sesión del Protagonistas de la literatura mexicana para destacar la obra de Saúl Ibargoyen (1930), quien desde 1976 radica en México y considera a este país como su segunda patria.