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El monolito está listo para mostrarse al público a partir de mediados de este año

Se recuperaron los colores originales utilizados por los mexicas en Tlaltecuhtli

Sólo resta la fase de fijamiento de la paleta cromática, adelanta María Barajas a La Jornada

La diosa mexica podrá verse temporalmente en el vestíbulo del Museo del Templo Mayor

Foto
Labor de limpieza del monolito de Tlaltecuhtli, descubierto en el predio Las Ajaracas, en 2006Foto Departamento de Restauración del Museo del Templo Mayor/ INAH
 
Periódico La Jornada
Jueves 18 de marzo de 2010, p. 5

Luego de casi cuatro años de trabajos de conservación y restauración del monolito de Tlaltecuhtli, la pieza está lista para exhibirse a mediados de este año.

De esta manera, se recuperaron los colores originales con los cuales los mexicas cubrieron los relieves de la deidad de la tierra, explica María Barajas, investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

La gran piedra con la representación de la diosa del inframundo, descubierta en octubre de 2006 al pie del Templo Mayor, se conserva casi en su totalidad y sólo resta la fase de fijamiento de la paleta cromática, que tiene entre un 50 o 60 por ciento de avance, y se prevé que concluya a finales de abril.

El INAH difundió ayer imágenes del proceso de restauración del monolito prehispánico, que será trasladado en unos meses al museo de sitio que se construye donde fue descubierto: el predio Las Ajaracas.

Arduo trabajo especializado

La diosa Tlaltecuhtli se colocará temporalmente en el vestíbulo del Museo del Templo Mayor, entre junio y julio de este año, en el contexto de la magna exposición Moctezuma II, con la cual se prevé captar gran número de asistentes este año en el recinto del Centro Histórico.

María Barajas, quien coordinó las labores de restauración de la gran piedra de andesita, describe en entrevista con La Jornada el arduo y trabajo especializado para rescatar este vestigio mexica.

A la par del proceso de limpieza del monolito, iniciamos la fase de intervención y fijación de la capa pictórica, lo cual fue toda una sorpresa y un gran reto, porque esa capa prolicromática no se había visto nunca en esos grados de conservación. Ni siquiera en el monolito de Coyolxauhqui, el cual sí perdió toda su policromía original.

Fue todo un reto decidir la manera en que se iban a fijar los colores originales, mediante un agente aglutinante que ayudara a unir la capa de pigmentos a la superficie de la piedra, fue todo un reto, indicó la restauradora.

Esa deidad del inframundo fue coloreada originalmente con pigmentos minerales, como el óxido de hierro que dio la tonalidad ocre al cuerpo de Tlaltecuhtli; mientras el cabello es de color rojo oscuro y el fondo es de un tono un poco más tenue; además, tiene en sus mejillas dos círculos también en color rojo y en el centro se observa una línea circular en azul; el chorro que sale de la boca también es de color sangre; los cráneos que adornan los codos y rodillas tienen dibujadas las cejas en color azul; las garras son rojas, y la punta de aquéllas está en blanco.

María Barajas dice que el espectacular faldellín de la diosa destaca por las plumas que están diseñadas con una combinación de azul y rojo, por lo cual se observa una tonalidad morada; los caracoles que rematan ese atuendo están en blanco, delineados con negro.

Aglutinante perdido

Barajas menciona que para adherir esa gama de colores al cuerpo del monolito, los mexicas pudieron utilizar un aglutinante extraído de orquídeas, el cual está prácticamente perdido en la colosal escultura.

Respecto de la preservación, Barajas manifiesta que se tendrá sumo cuidado en el traslado de los cuatro grandes fragmentos de la piedra al museo de sitio, además de generar las condiciones óptimas en cuanto a la humedad, temperatura e iluminación.

También se tendrá que prever la cantidad de público que visite el recinto, para que no perjudique algunos de los materiales constitutivos del monolito y, sobre todo, evitar los flashes de las cámaras fotográficas, indica la especialista.

En torno a Tlaltecuhtli, el equipo de expertos que dirige el arqueólogo Leonardo López Luján realiza trabajos de excavación en el lugar donde fue descubierto el monolito, para lo cual han descendido nueve metros.

Una de las hipótesis consiste en que en ese lugar se hallan los restos del emperador mexica Ahuizótl o de altos dignatarios de esa civilización.