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El guionista estadunidense ofreció una plática en el festival de Guadalajara

Es mejor estar conectado con uno mismo que con la red: Barry Gifford

Cuando escribo para cine pienso en personajes de vida compleja, no en personas de cartón, comenta

La tecnología digital permite a muchos hacer películas, afirma María Novaro

Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 15 de marzo de 2010, p. a15

Guadalajara, Jal., 14 de marzo. Es mejor estar conectado con las ideas propias que con el resto del mundo por medio de las nuevas tecnologías, opinó el novelista y guionista estadunidense Barry Gifford.

Ante estudiantes de cine reunidos en el llamado Talent Campus, que se realiza en el 25 Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG), Gifford –guionista de Salvaje de corazón y Lost Highway, dirigidas por David Lynch–, comentó: “Hay algo terrible que sucede ahora, con lo que tenemos en Twitter: en primer lugar, cada vez menos gente se da tiempo para leer, especialmente literatura, y en segundo, ya no estamos solos, no hay oportunidad de pensar; cómo se podría tener una idea original si constantemente se envían mensajes para comunicarse. Es algo que no tiene fin. Es mejor no estar muy conectado todo el día, sino estar en contacto con tus ideas, con tu forma de pensar. Las personas tienen que permitirse buscar elementos que antes no habían pensado: uno observa pero todo está dentro de uno mismo; hay que salirse de la máquinas, el silencio es el lugar donde todo sucede”.

Aspectos oscuros o violentos

Traducido a más de 20 idiomas, la narrativa de Gifford se introduce en aspectos oscuros o violentos de personajes marginales en un mundo en el que la realidad no puede gobernarse. Siempre estuve fascinado con las fronteras, porque, no importa entre qué países suceda, la frontera siempre representa un país diferente, una tierra diferente, una vida totalmente distinta, a veces más peligrosa. La gente que va de un lado a otro quizá tiene un sentimiento diferente, y claro, la natural para mí es la frontera con México, afirmó.

Señaló que, al contrario de lo que pasa en Estados Unidos, donde todo está perfectamente encuadrado, en México existe mucha invisibilidad, muchas desapariciones, lo que lo ha fascinado al grado de que, por ejemplo, en 1980 escribió una novela ambientada en Mérida, Yucatán.

–¿Cómo se conectó con David Lynch? –preguntó uno de los estudiantes.

–Fue simple: me llamó y me dijo que le encantaba la novela, que quería llevarla al cine, pero de forma inmediata. Me preguntó si podía escribir un guión, pero yo estaba haciendo Perdita Durango; entonces le dije que él lo escribiera y que me fuera mandando según lo fuera teniendo, así que fui algo así como el asesor creativo.

Acerca de su narrativa, Gifford comentó: “Pienso en personajes de vida compleja, no en figuras de cartón. Parece muy simple, pero es la verdad; no hay que ver la televisión. Yo no hago los personajes, ellos se hacen a sí mismos; una vez que sabemos el perfil y corazón de un personaje, él es el que llevará a cabo la acción. Yo lo que hago es transcribir al personaje, detallando lo que sucede; si ellos dejan de actuar, me detengo. No me meto a hacer mucho análisis; no me siento diariamente frenta a una computadora para escribir y me obligo a hacerlo. Como escritor de un guión se sabe que se tiene una sola oportunidad para hacer que la película sea exactamente como uno quería. En cambio, cuando escribo una novela, yo soy Dios, nadie puede cambiarme una idea, una palabra. Lo que me parece increíble es que no editen mis novelas cuando hacen una película.

Por otra parte, la realizadora María Novaro habló de su cinta más reciente, Las buenas hierbas. Explicó que costó una quinta parte menos de lo invertido en otras películas filmadas en 35 milímetros, debido a que fue grabada en alta definición con cámara digital. Ese formato, además, precisó, abre inmensas posibilidades a la espontaneidad y de alguna manera permite que muchos más puedan hacer cine.

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Las fronteras siempre representan una vida distinta, expresa Barry Gifford, quien ha trabajado con el cineasta David Lynch. Al fondo, una caricatura del mexicano Guillermo del ToroFoto Arturo Campos Cedillo

“Para mí (Las buenas hierbas) demuestra que sí se puede hacer cine con mucha voluntad y con poco dinero, que creo que es importante para cierto tipo de cine. Por supuesto que está el comercial, pero es importante que el cine que da mucha libertad creativa no se muera”, dijo.

En entrevista, afirmó que la tecnología digital permite trabajar con mayor cuidado y de forma más artesanal, con menos presiones económicas y compromisos, salvo con la gente que labora con el director y, por supuesto, con éste.

La película fue quizás hasta cinco veces más económica que la más cara que he realizado. Creo que tiene dos horas con todas las de la ley en pantalla, a ver qué le dice a la gente, pero creo que no desmerece un ápice lo sencillo que fue, en términos económicos, filmarla. Menos dinero es libertad creativa, es pluralidad, es diversidad. En la medida en que las películas sean menos caras también pueden ser más diversas, no están hechas todas con el mismo molde, bajo presiones económicas de un solo tipo. Una película con menos inversión es menos riesgo y eso es libertad, agregó.

Libro conmemorativo

Asimismo, se dio a conocer el libro conmemorativo de los 25 años del festival titulado Cartas y postales de los amigos del FICG. Es una compilación de anécdotas de más de 70 personas, quienes hicieron posible que naciera y se desarrollara el encuentro cinéfilo, ahora consolidado en los circuitos internacionales, pero que a la vez debió sufrir las peripecias relacionadas con cualquier iniciativa cultural en México, con un resultado singularmente exitoso.

“Para aquellos lectores con interés paleontológico, hay que contar el cuento desde su inicio. Y hay que contar, por tanto, que en los albores de los años 80 –en una Guadalajara muy, pero muy diferente a ésta de hoy– existía un grupo de bizarros personajes que conformaban un grupo llamado Cine y Crítica de Occidente AC”, es el principio del prólogo, escrito por Guillermo del Toro.

El realizador cuenta que el eje central del grupo era la figura de Jaime Humberto Hermosillo, nuestro gurú cinematográfico, y que la iniciativa de una muestra de cine mexicano logró prender con el apoyo de la Universidad de Guadalajara (UdeG) por medio de Raúl Padilla López.

Rigo Mora, Arturo Villaseñor, Jaime Larios y yo fungíamos de choferes, anfitriones, boleteros, proyeccionistas o directores invitados, según la ocasión. Como actividades del festival se organizaban borracheras baratas en el Veracruz o cenas de tacos y tortas en los puestos de Santa Tere, conforme dictaba el abundante presupuesto, recuerda antes de rematar: La muestra, la UdeG, nuestras vidas y todo aquello que era ya no es; se lo llevó el remolino del tiempo, la grilla y la naturaleza humana. Pero que quede constancia: la armonía existió en la Tierra por un breve espacio.