Postal conmemortiva del
centenario de la Independencia, 1910

La metas educativas
de los bicentenarios

Mary Telma Guajardo Villarreal

Con motivo de la conmemoración de los doscientos años de la independencia de los países iberoamericanos, que en su mayoría la celebran entre 2009 y 2021, la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) propuso un proyecto denominado Metas educativas 2021: la educación que queremos para la generación de los bicentenarios. El documento, aprobado por los ministros de educación iberoamericanos reunidos en El Salvador en mayo de 2008, contiene dos partes, una describe el contexto en el que se inscriben las metas, explica el significado del proyecto y presenta un diagnóstico de la situación actual de la educación en los países iberoamericanos; la segunda explica dichas metas, sus indicadores y niveles de logro, los compromisos de los países para su avance conjunto, cuestiones de financiamiento y criterios y mecanismos de seguimiento y evaluación.

Las metas constituyen el eje central del proyecto, que a su vez consta de 11 grandes líneas estratégicas:

  • Reforzar y ampliar la participación de la sociedad en la acción educadora.
  • Incrementar las oportunidades y la atención educativa a la diversidad de necesidades del alumnado.
  • Aumentar la oferta de educación inicial y potenciar su carácter educativo.
  • Universalizar la educación primaria y la secundaria básica y mejorar su calidad.
  • Ofrecer un currículo significativo que asegure la adquisición de las competencias básicas para el desarrollo personal y el ejercicio de la ciudadanía democrática.
  • Incrementar la participación de los jóvenes en la educación secundaria superior, en la técnico profesional y en la universitaria.
  • Favorecer la conexión entre la educación y el empleo a través de la educación técnico profesional.
  • Ofrecer a todas las personas oportunidades de educación a lo largo de toda la vida
  • Fortalecer la profesión docente.
  • Ampliar el espacio iberoamericano del conocimiento y fortalecer la investigación científica.
  • Invertir más e invertir mejor.

A la pregunta de si este proyecto de la OEI es necesario, habiendo otros semejantes como las Metas del Mileno de la ONU1 o la Declaración Mundial de Educación para Todos (EPT)2, la respuesta es sí. Entre ellos, el de las Metas Educativas de los Bicentenarios es el que específicamente se enmarca en los resultados arrojados por el Informe de Seguimiento de la Educación Mundial para Todos publicado en 2008, y responde a la evidencia de que la desigualdad económica en la región de América Latina y el Caribe sigue siendo más acusada que en otras regiones del planeta. Sólo como ejemplo de esas disparidades, el informe señala que los niños más desfavorecidos de la región no suelen beneficiarse de los programas de atención y educación para la primera infancia y la grave situación de la alfabetización de adultos que aún persiste en algunos países.

Sin duda, la mayor preocupación de la OEI para impulsar las metas bicentenarias responde esencialmente a dos factores: pobreza y desigualdad. Sin omitir que Iberoamérica se caracteriza más por la heterogeneidad que por la homogeneidad, plantea que la educación de la región viene desarrollándose en un “círculo trágico” de pobreza, desigualdad y escasa educación, así como en un olvido histórico de la riqueza multicultural de sus pueblos y los problemas de insuficiente calidad; desajustes notables entre educación y empleo y la inclusión social de los jóvenes. Los factores de ese círculo trágico, señala, son los mecanismos principales que contribuyen a perpetuar la reproducción social y la limitación de la movilidad social, reflejada en bajos ingresos, condiciones desfavorables en el hogar, problemas de alimentación y salud; dificultad para mantener a los menores en la escuela, bajo rendimiento escolar, abandono temprano o escasa preparación, acceso a trabajos poco calificados o con salarios inferiores y formación de familias que repiten el esquema básico anterior.

Adicionalmente, la OEI plantea el problema de la doble agenda educativa que los países de la región deberán desarrollar al mismo tiempo y que para la educación latinoamericana representa dos desafíos de enorme magnitud3. Por un lado, debe recuperar el retraso acumulado en el siglo XX para responder a los retos futuros: universalizar la oferta de educación infantil, primaria y secundaria, llegar a toda la población sin exclusiones, especialmente a las minorías étnicas, mejorar la calidad educativa y el rendimiento académico de los alumnos, fortalecer la educación técnico profesional y reducir de forma radical la insuficiente formación de gran parte de la población joven y adulta. Por otro, ha de enfrentarse a los retos del siglo XXI para que, de la mano de una educación sensible a los cambios tecnológicos, a los sistemas de información y de acceso al conocimiento, a las formas de desarrollo científico y de innovación y a los nuevos significados de la cultura, pueda lograr un desarrollo económico equilibrado que asegure la reducción de la pobreza, de las desigualdades y de la falta de cohesión social.

Mary Telma Guajardo Villarreal es profesora normalista con maestría en Pedagogía, e integrante de la Comisión de Cultura de la LXI Legislatura en la Cámara de Diputados

[email protected]


1. Declaración del Milenio, aprobada en la ONU en septiembre de 2000.

2. Suscrita en 1990 por casi todos los países del mundo reunidos en 1990 en Jomtien (Tailandia),

3. Como señala José Joaquín Brunner, en “Globalización y el futuro de la educación: tendencias, desafíos, estrategias”, OREALC-UNESCO, Seminario sobre Prospectivas de la Educación en América Latina y el Caribe, OREALC, Santiago de Chile, 2000.

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