Todo Mafalda, Quino, Ediciones de La Flor, Argentina, 2004.

Educación
y sentido del humor

Lucía Ávila Santana

Hay quienes sin humor alegan que el humor nada tiene que hacer en la educación. Frunciendo el ceño les parece inconcebible, “¡se ríen, no dan importancia!” como si la risa fuese sinónimo de indolencia. La sonrisa, la mayoría de las veces, demuestra comprensión de aquello que no es tan evidente, como la ironía, el absurdo, la contradicción, la relatividad; se trata, entonces, de una forma de enfrentar las situaciones que denota flexibilidad mental, creatividad, habilidades intelectuales muy importantes para enseñar y aprender.

Vale la pena saber que existen muchos estudios sobre el humor en la educación. No puede menos que darnos alegría que tanta gente quiera reivindicarlo. Imagino que son, además de investigadores sesudos, gente ingeniosa, que sabe reír. Porque, reírse es un arte, no de espectáculo pero sí de vida.

En Pedagogía del humor1, Jesús Fernández Solís recalca la necesidad de que los profesores lo desarrollen: “es necesario completar la formación integral de los educadores (…) para relativizar fracasos, sobrellevar desencantos, superar frustraciones …, desterrar apatías”; porque el humor “nos da otra manera de tomarnos la vida y enfrentar los acontecimientos cotidianos; nos ayuda a desactivar los conflictos, aliviar tensiones y establecer una buena comunicación con uno mismo, los estudiantes y los colegas”. Además, es una herramienta invaluable para construir significados: “nos hace ver la existencia y la realidad del mundo desde diferentes puntos de vista, nos ayuda a comprenderla y considerarla desde nuevas claves”; también nos hace creativos, nos anima a pensar y a emprender tareas de maneras no convencionales.

Aunque su ensayo desagrega lo que el humor aporta a los profesionistas de la educación y sus relaciones con los demás, sus ideas son generalizables. Como lo demuestran múltiples investigaciones, un buen sentido del humor es herramienta fundamental de vida, pues nos permite trascender y transformar los graves condicionamientos socioculturales, políticos y económicos que las características salvajes de la vida contemporánea nos imponen. ¿Por qué?, porque las personas con sentido del humor (y no hablo de los que viven de chistoretes) no se casan con una idea, son ágiles y flexibles, enfrentan los problemas y los piensan a fondo; el humor les sirve para considerar varias perspectivas, como las que parecen más absurdas que muchas veces contienen grados de verdad.

Además, el humor regala la posibilidad de reírse de uno mismo; no es poca cosa y menos en la educación. Desdramatizarse y conocerse mejor es hacer conciencia de las propias limitaciones, saber que todo es un proceso, que formarse implica cambios, que tenemos derecho y podemos reírnos de las recaídas y los errores –que son inevitables– y también con el gusto de los logros y los avances. El antiperfeccionismo que esto genera nos hace aceptantes, comprensivos de las diferencias, nos acerca a los demás. ¿No es esto lo que hace posible perseverar en el camino de la propia formación? ¿No es lo que un buen docente necesita para ayudar a los estudiantes en sus caminos?

Como forma ingeniosa de considerar diferentes puntos de vista, el humor nos ayuda a relativizar la realidad y a elevar el umbral de frustración. Permite que salten a la vista las discrepancias y contradicciones de las que no están libres ni los más serios y profundos argumentos. Sonreír o soltar una carcajada no significa trivializar, sino comprender matices, atenuar las situaciones, ubicarlas en su justa perspectiva y restablecerlas en su dimensión más humana. Todo ello es herramienta de aprendizaje y educación.

Sin sentido del humor la tristeza nos acecha y nos roba parte de nuestra vitalidad y la posibilidad de aprender. Pero más triste es que quien lo tiene, lo esconda como si fuera un extraño que avergüenza. Porque nosotros mismos le tenemos miedo y le ponemos obstáculos. A veces pensamos que hacemos el ridículo, que “balconeamos” nuestras fallas y nos exponemos al juicio de los demás. Y a veces el miedo tiene razón. Sabemos que el humor tiene un uso nefasto y primitivo, cuando se confunde con burlas, cuando con o sin conciencia se usa contra los demás.

Por eso necesitamos hacer del humor una tarea consciente de desarrollo y una herramienta de formación y aprendizaje. Es tarea pendiente para casi todos, alumnos y maestros, y la escuela es espacio ideal para desarrollarlo. El humor inteligente que se ejerce sobre las ideas y no sobre las personas, que genera un clima abierto a los juegos del pensamiento, aporta el gusto de reírse juntos y alimenta la motivación y la flexibilidad mental para la convivencia creativa y para aprender y comprender el mundo en sus dimensiones más humanas.

Posibilidades pedagógicas del humor

  • Despierta el interés y el entusiasmo, fomenta la buena disposición ante las tareas.
  • Ayuda a establecer relaciones sanas y un clima de cordialidad y de confianza que promueve y fortalece lazos de amistad.
  • Ayuda a liberar tensión acumulada, desdramatizar situaciones; aporta una válvula de escape en situaciones imprevistas o conflictivas.
  • Contribuye a experimentar alegría, al placer de reírse juntos.
  • Contribuye a reírse de las propias fallas y dificultades antes que otros lo hagan, y así a protegerse de las burlas de los demás.
  • Favorece la consideración de diversos elementos en el análisis de las situaciones, permite desterrar pensamientos distorsionados, promueve la memoria y los procesos cognitivos.
  • Estimula el pensamiento lateral o divergente. Potencia la imaginación como elemento clave en la resolución de problemas.
  • Ayuda a generar un mejor ambiente educativo y a agilizar los procesos de enseñanza y aprendizaje.
  • Hace posible un mejor abordaje y tratamiento de problemas emocionales.

Lucía Ávila Santana es maestra en Pedagogía, profesora (jubilada) de secundaria y bachillerato.


1 Jesús Damián Fernández Solís, Pedagogía del humor. El valor educativo del humor en la educación social, Departamento de Teoría e Historia de la Educación, Universidad Complutense de Madrid.
laserena.dip-badajoz.es/.../documentos_pedagogia_del_humor_8ae1f73a

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