Mundo
Ver día anteriorLunes 1º de marzo de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio

Llama a intelectuales a recuperar el inconformismo que contagia a los pueblos

En el corazón de las masas, el poder real, dice Mujica; hoy asume la presidencia de Uruguay
Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 1º de marzo de 2010, p. 25

Buenos Aires, 28 de febrero. La toma de posesión de José Pepe Mujica al gobierno de Uruguay es un paso considerado histórico en la región, pues por primera vez un presidente de izquierda en ese país, Tabaré Vásquez, del Frente Amplio (FA), entregará el mando a otro de su mismo movimiento, una coalición de partidos que nació en medio de fuertes luchas a principios de los años 70.

Vázquez deja el cargo mañana a Mujica con un altísimo reconocimiento y aprobación de su gestión, que ronda 70 por ciento. Este domingo, en Montevideo, el presidente fue despedido en la Plaza Independencia, adonde acudieron unas 4 mil personas.

Mujica, fundador del Movimiento Nacional Tupamaro que actuó en los años 60 y 70, tiene 74 años y será el sexto presidente desde la recuperación de la democracia en 1985 y el segundo consecutivo del FA, que en 2004 rompió el tradicional bipartidismo del país.

Recientemente, Mujica dijo a La Jornada que el día de la asunción iba a amanecer en su chacra en Rincón del Cerro, al oeste de Montevideo.

Es una vivienda humilde, rodeada de árboles en estado natural, sin jardines cuidados, donde vive con su esposa, Lucía Topolansky –la senadora con la más alta votación en el país–, con extrema sencillez. Se sabe que Mujica quería continuar viviendo en el lugar, porque es donde descanso, donde siempre quise estar.

Pero seguramente por razones de seguridad y de gobierno lo mantendrán mucho tiempo lejos de su pequeño paraíso.

Confiesa que allí encuentra la paz, después de una vida que nunca fue blanda, pero de la que aprendimos mucho. Somos algo más sabios y entendidos. Hemos crecido mucho.

Pepe Mujica reafirmó que su frase ni vencidos ni vencedores, que dijo el día de su triunfo, en noviembre pasado, fue auténtica. No hay nada de demagogia. Es lo que yo pienso y pensamos todos. Cuando dije que lo que se había elegido era un gobierno que no es dueño de la verdad, que nos precisa a todos y llamé a los otros partidos políticos, lo hice con toda sinceridad y con humildad. Pero también pensando que a partir de que asumiera el gobierno debía gobernar para todos. Nadie en el FA piensa que debemos gobernar sólo para nosotros. Uruguay nos necesita a todos y la unidad es la mayor garantía para el país.

Para el nuevo presidente de Uruguay el que se olvide de que los gobiernos son transitorios y no vea que el poder real está en el corazón de las grandes masas, pierde el sentido de humildad.

Insiste en que la acción política más urgente es la unidad, por la que todos debemos trabajar tanto a nivel local como regional. Nadie se salva aislado y ninguno puede tomar medidas que en algunos momentos de la historia se necesitan sin tener un fuerte apoyo de los otros.

La unidad que Artigas soñó en los tiempos de la independencia es para el nuevo presidente un sueño posible de cumplir y los sucesos actuales de América Latina con altos y bajos así lo anuncian.

No tiene duda en que su mandato tiene muchos pasos que dar, pero ya sobre lo que han dado los que me precedieron, el presidente Vázquez, que hizo un gran gobierno. Cada uno tiene que conocer a fondo la realidad de su país y lo que necesita su pueblo.

Por eso, con ese aire de campesino sabio sostiene que con errores, pero también muchos aciertos, y con sinceridad y creyendo en que debemos hacer lo más justo y responsable por nuestros pueblos, se puede avanzar como se ha hecho, sin imitar uno u otro proceso, aunque aprendiendo de todos.

Propone una experiencia propia creativa y enriquecedora como dijo a intelectuales de su país, a quienes llamó a recuperar el inconformismo que contagia a los pueblos.

Estima que Uruguay tiene ahora mejores bases para avanzar en lo que siempre fue el gran objetivo del FA: combatir y reducir la pobreza, terminar con la indigencia, uno de los objetivos que realmente lo angustian, pero se siente más seguro porque ya está abierta una parte del camino.

Fue un senador atípico. Llegaba al parlamento montado en una motocicleta no precisamente de última generación.

También fue memorable un día de febrero de 2005 en que Mujica y Nora Castro, ambos ex guerrilleros tupamaros, como presidentes de ambas cámaras electos por el pueblo, pasaron revista a una formación militar y el comandante del ejército debió inclinarse ante quienes fueron prisioneros de la dictadura.

Lo asombran las interpretaciones que se hacen de sus dichos en los últimos tiempos.Cuando digo reformar el Estado no me estoy refiriendo a privatizarlo. Nada de eso. Estoy diciendo que necesitamos ser menos burócratas, menos complicados, más sencillos y eficientes y, sobre todo, tener más apego por la gente y resolver sus necesidades. Suceden cosas increíbles con la burocracia. Terminar con eso es un gran paso.