El narrador será recordado a un siglo de su muerte

Mark Twain, un irreverente de las letras de EU

El autor de Las aventuras de Tom Sawyer demolió una de las piedras angulares en Estados Unidos: la preciada libertad de expresón


Mark Twain. Foto: Internet

FABIOLA PALAPA QUIJAS

Mark Twain es probablemente uno de los escritores más relevantes y polémicos de la literatura estadunidense. Conocido por sus libros Las aventuras de Tom Sawyer (1876) y Las aventuras de Huckleberry Finn (1884), su obra sin embargo es poco conocida por la mayoría de los lectores, quienes pueden pensar, incluso, que era básicamente un autor de libros para adolescentes.

Samuel Langhorne Clemens (1835-1910) fue un escritor y humorista estadunidense que escribió bajo el seudónimo de Mark Twain. Nació en Florida (Missouri) el 30 de noviembre de 1835. A los cuatro años, su familia se trasladó a Hannibal (Missouri), puerto en el Mississippi, y allí realizó sus primeros estudios.

Twain escribió todo tipo de obras y tuvo múltiples oficios: periodista, impresor, minero, piloto, tipógrafo, granjero.

En 1862 comenzó a trabajar como periodista en el Territorial Enterprise, de Virginia City (Nevada) y, al año siguiente, comenzó a firmar con el seudónimo Mark Twain, que en el  Mississippi significa dos brazas de profundidad (el calado mínimo necesario para la buena navegación).

A partir de 1864 empezó a frecuentar a otros escritores. En 1867 viajó a Europa y Tierra Santa y en 1870 se casó con Olivia Langdon.

Comenzó a publicar artículos en la ciudad de San Francisco y una de las características más importantes de esos textos era el estilo mordaz e irónico de sus planteamientos que con frecuencia discrepaban con los planteamientos incluso de sus jefes o editores. Se dice que por su escritura fue descendido del cargo de reportero.

A propósito del tema del control y la censura en Alemania se encontró un ensayo inédito de Twain. En el texto titulado El privilegio de los muertos, el escritor ironiza a partir de la idea de que sólo los muertos pueden decir la verdad: “La libertad de expresión está formalmente permitida, pero en la práctica prohibida.”

Con su habitual ironía y sentido del humor, Twain demuele una de las piedras angulares de la república estadunidense de su tiempo: su preciada libertad de expresión. Encuentra que en la práctica es inexistente, ya que existen poderosos mecanismos gregarios para inhibirla, y es un privilegio exclusivo de los muertos, quienes pueden expresar sus opiniones impopulares desde el más allá, sin temor a las represalias políticas y sociales que de manera inevitable acarrean consigo. El que la ocupa tiene un privilegio del que carece cualquier persona viva: la libertad de expresión.

Una más de las expresiones breves y contundentes de Twain que concentra todo el sentido de un artículo en el que habla también de la autocensura y de la escritura como única vía para drenar todo aquello que está en nuestro interior, pero que sabemos no será bien recibido si sale a la luz. Él lo expresa de esta manera:

“A veces se me acumulan tantas cosas que no puedo hacer otra cosa que tomar la pluma y llevar mis pensamientos y sentimientos al papel antes de que me ahoguen y entonces toda la tinta y los esfuerzos habrían sido en vano porque no habría podido imprimir el resultado.”

Mark Twain, uno de los pensadores estadunidenses más mordaces e irreverentes de la historia, se caracterizó no sólo por su excelente pluma como novelista: era, además, un gran ensayista.

Algo para recordar del escritor estadunidense, con motivo de su aniversario luctuoso: “La libre expresión es un privilegio de los muertos, es el monopolio de los muertos. Ellos pueden decir honestamente lo que piensan sin ofender. Somos amables con lo que los muertos dicen”.