Traen a la memoria al poeta y diplomático en su centenario luctuoso

Juan de Dios Peza, defensor del liberalismo

Entró con el pie derecho a la poesía, pues fue el único autor mexicano que engalanó su primer libro con una carta prólogo de Ignacio Ramírez, El Nigromante, sostiene Porfirio Martínez Peñalosa


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FABIOLA PALAPA QUIJAS

Durante el siglo XX autores como José Emilio Pacheco y Gabriel Zaid hicieron un análisis del poeta Juan de Dios Peza (ciudad de México, 29 de junio de 1852-16 de marzo de 1910) e invitaron a los mexicanos a reivindicar a uno de nuestros personajes importantes en la vida nacional.

Peza ha pasado desapercibido en la historia y una de las causas de ese olvido es que fue un poeta romántico que no aceptó el modernismo, pues se resistió a cambiar su forma de hacer verso y esto le valió duras críticas como la de Manuel Puga y Acal, mejor conocido por su seudónimo de Brummel, quien afirmaba que el procedimiento literario del poeta era anticuado y empleado por los exponentes del romanticismo español.

Este 2010, la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería (FILPM) conmemora el centenario luctuoso de Juan de Dios Peza, historiador y uno de los poetas más importantes de la segunda mitad del siglo XIX.

A él se deben las leyendas de las calles de la ciudad de México; en sus memorias describió la época con anécdotas y datos de la vida cotidiana del México decimonónico. Fue quien relató aspectos poco conocidos de Benito Juárez, Maximiliano, Concha Méndez (una cantante) del General Bazaine.

Como Miguel Lerdo de Tejada, Ignacio Manuel Altamirano, Ignacio Ramírez, El Nigromante, Francisco Zarco y Vicente Riva Palacio, Peza mantuvo relación con José Martí.

También sobresalió en su faceta de diplomático, ya que dio a conocer a México en Europa, porque en España promovió a grandes escritores mexicanos, quienes comenzaron a ser reconocidos.

En México fundó academias literarias donde se impulsó a jóvenes escritores. En los periódicos de la época publicó sus textos y además de su obra poética, se desempeñó como una figura estelar en la vida nacional.

Según Porfirio Martínez Peñalosa, Peza entró con el pie derecho en el ámbito de la poesía, pues fue el único de los poetas mexicanos que engalanó su primer libro con una carta prólogo de Ignacio Ramírez.

De Peza, José Juan Tablada dijo que su fisonomía era agradable, vasta frente, buenos ojos, grandes mostachos y patillas a la andaluza.

Juan de Dios Peza desarrolló todos sus talentos al ingresar en 1869 a la Escuela Nacional Preparatoria, donde se convirtió en el estudiante predilecto de El Nigromante; ahí también fue alumno de Ignacio Manuel Altamirano.

Al egresar de ese centro de estudios, se inscribió en la Escuela de Medicina, donde establece gran amistad con otro notable de aquel tiempo, Manuel Acuña, quien llegó a llamarlo “hermano”. Peza fue un hombre liberal – el liberalismo estaba en boga en aquella época–, su entusiasmo por dicho movimiento lo llevó a renunciar a sus estudios para entregarse de lleno al periodismo.

En 1878 es fue nombrado segundo secretario de la legación de México en España, al lado de Riva Palacio. Como en años anteriores, su destino lo lleva a unirse a otras grandes luminarias de su época, pues en Madrid conoció a Emilio Castelar y a escritores como Gaspar Núñez de Arce, Ramón de Campoamor y José Selgas.

La Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería evocará a Juan de Dios Peza, un hombre muy querido en España, y celebrado en América Latina,