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El Museo del Prado rindió homenaje al escritor y colaborador de La Jornada

El camino para aprender es simplemente mirar, dice Berger

Reconocen al artista por haber revolucionado la forma de entender las bellas artes

Se realizó el estreno mundial de Echarse a dormir, obra escrita al alimón con su hija Katya

Foto
Elena Poniatowska y John Berger, en 2007, durante la visita del escritor británico a las instalaciones de La JornadaFoto Carlos Ramos Mamahua
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 9 de febrero de 2010, p. 4

Madrid, 8 de febrero. A sus 84 años y con una abundante obra literaria, John Berger, colaborador de La Jornada, recibió un homenaje en la Fundación Amigos del Museo del Prado, recinto en el que vivió momentos de revelación, pues encontró, entre otros hallazgos vitales, los cuadros más representativos de uno de sus artistas de referencia: Francisco de Goya.

En un mundo cada vez más interconectado, en movilidad permanente y que venera sin pudor la velocidad, Berger, desde su pequeña atalaya de la Alta Saboya, reivindica una forma vieja y cada vez más en desuso de acercarse al arte.

Sobre todo a la pintura, con sus recovecos, sus matices y sus enigmas. El camino para aprender es simplemente mirar y estar mucho tiempo, todo el que quieras, para ver todo de un cuadro. La pintura es sobre el silencio, y a la gente no le gusta el silencio y no tiene tiempo suficiente, pero mi consejo es que tienes que ir, mirar lo que te guste, confiar en tus sentimientos y recordar que también tus sentimientos pueden cambiar con el tiempo, señaló Berger unas horas antes de recibir un homenaje de la citada fundación, integrada sobre todo por empresarios e intelectuales que con sus donativos facilitan la proyección internacional del Museo del Prado.

Por una visión marxista

Berger, historiador del arte que siempre ha defendido una visión marxista no sólo de esa disciplina, sino también de la historia de la humanidad, recibió el reconocimiento a su singular visión del arte, a sus notables y valiosas aportaciones como observador agudo de la evolución histórica de las artes plásticas. Pero también se reconoce, en uno de los centros neurálgicos del arte europeo, la voz de un escritor y crítico de arte que no sólo se ha sensibilizado con los trazos más sutiles, bellos y embriagadores, sino también mantiene una actitud combativa, firme y decidida por los más desfavorecidos. Se le rinde homenaje por haber revolucionado la forma de entender las bellas artes.

El Museo del Prado fue testigo de cómo Berger agradeció el gesto con una interpretación y estreno mundial de una obra escrita por él y por su hija, Katya, que se titula Echarse a dormir, en la que se habla del paso del tiempo, del recuerdo y el olvido. Todo esto interpretado en una escenografía que reproduce a escala la Cámara de los esposos, de Andrea Mantegna.

Berger elogió la labor y el acervo del Museo del Prado, sobre todo porque posee “fabulosas piezas de pintores españoles, pero también obra de otros artista europeos fundamentales. Precisamente una de las más misteriosas pinturas en el mundo es el óleo Cristo muerto sostenido por un ángel (del siciliano Antonello da Messina), y si tuviese que elegir un cuadro del arte europeo, escogería ése”, señaló.

Berger es autor de libros cruciales en la historia contemporánea del arte, como Modos de ver y Ver, o la trilogía Into Their Labours: Pig Earth (1979), Once in Europe (1983) y Lilac and Flag (1990), en las que expresa el paso de la sociedad rural a la urbana.

Otras novelas posteriores son To the Wedding (1995) y King: a Street Story (1999). Sus poesías se recopilaron en Pages of the Wound. Berger también tiene un libro publicado por la editorial de La Jornada, que se titula Con la esperanza entre los dientes.

Antes que a Berger, la Fundación de Amigos del Museo del Prado también rindió homenaje a personajes como Francis Haskell; la hispanista Enriqueta Harris, el catedrático de historia del arte Julián Gallego; el ex director del Museo del Prado Alfonso Pérez Sánchez; el director del Metropolitan Museo Metropólitano de arte de Nueva York, Philippe de Montebello; el hispanista Nigel Glendinning y el catedrático de historia del arte José Milicua.