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¡Pónchenme!, reta a adversarios y prevé un triunfo aplastante en la Asamblea Nacional

Avances en educación, salud y reducción de la pobreza en 11 años, destaca Chávez

Los estudiantes, nuevos adalides del antichavismo, privilegiados por las televisoras privadas

En manos de particulares, 80% del espectro radioeléctrico: comisión de telecomunicaciones

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El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, poco antes de la ceremonia de toma de posesión del nuevo vicepresidente, Elías Jaua, ayer en Caracas, donde también celebró 11 años de gobiernoFoto Ap
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Periódico La Jornada
Miércoles 3 de febrero de 2010, p. 26

Caracas, 2 de febrero. Ha comenzado, dice Hugo Chávez, en la ceremonia por sus 11 años en el poder –menos dos días, cuando lo sacaron mediante un golpe de Estado a la postre fracasado–, ha comenzado, dice el presidente de Venezuela, la campaña admirable. El anuncio no hace falta, porque desde hace una década los venezolanos van a las urnas un año sí y otro también, sea en comicios regulares o en referendos sobre la permanencia del comandante –como le llaman sus seguidores y sus ministros– en el poder.

Este año, quizás a su pesar, Chávez no es candidato, porque el 26 de septiembre se renueva la Asamblea Nacional (AN, congreso unicamaral) y la oposición anuncia que esta es la suya. Lo hace por todos los medios disponibles, que son muchos pese a las quejas que repercuten fuera de Venezuela sobre la muerte de la libertad de expresión en el país.

La semana pasada miles de estudiantes salieron a las calles para manifestarse contra el cierre del canal RCTV Internacional, contra la crisis eléctrica que ha traído apagones al por mayor y contra la violencia delincuencial imparable, las dos últimas llagas que incluso los chavistas admiten.

La tv pública, sin rating

Convertidos en los nuevos adalides del antichavismo –como antes lo fueron los empleados de Petróleos de Venezuela–, los estudiantes han ganado un lugar de privilegio en las televisoras privadas, que transmiten sus conferencias de prensa y demás actividades en vivo. No es poca cosa, si se hace caso de la cifra proporcionada por el opositor diario Tal Cual, según el cual las seis plantas televisoras gubernamentales “no van más allá del 4 por ciento del rating nacional”. El periódico oficialista Correo del Orinoco completa el cuadro: citando cifras de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones, dice que 80 por ciento del espectro radioeléctrico está en manos privadas. Los dos datos pintan un panorama lejano de la idea, vendida en el exterior, de que el gobierno de Chávez se ha apoderado de todos los medios.

Por esa razón, organizaciones de periodistas, de derechos humanos y estudiantiles, realizan esta tarde, apenas terminado el discurso del presidente, una twitter protesta. Entre cuatro y cinco de la tarde, se envían unos a otros este mensaje: Venezuela: zona de desastre para el ejercicio de la libertad de expresión. Free Venezuela.

Aun cuando ha dispuesto muchos recursos, el chavismo todavía compite en desventaja. No hemos sabido hacer buena programación, no competimos, nos llevan mucho, admite un funcionario de la televisión pública.

Aunque, claro, el presidente cuenta con las cadenas, como la de hoy, en la que se despacha un discurso de casi dos horas (breve, comparado con el que dio en Aló presidente del domingo, que duró más de seis).

Tengo 55 años y 11 de presidente. En los próximos 11 años, prometo cuidarme un poco más y si ustedes lo quieren, dentro de 11 años tendré 66 años, Dios mediante, 22 de presidente, dice Chávez en cadena nacional, frente a sus ministros, los gobernadores y líderes del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Y por si fuera poco se despacha con una de esas frases que sacan de quicio a sus opositores: En los otros 11 años ya no quiero ni pensar porque tendré 77 años y 33 de presidente. Sería como demasiado tiempo, ¿no les parece? La respuestas es obvia: un ¡noooo!, seguido de una ovación en el teatro Teresa Carreño.

Chávez se despacha un largo discurso, como siempre lleno de advertencias a sus adversarios, de anécdotas de su toma de posesión hace 11 años, de versos de Alí Primera (que él canta) y de invocaciones religiosas.

En el repaso de su gobierno presume la disminución de la pobreza, avances en la salud y la educación, el satélite Simón Bolívar, la salvación de la existencia misma de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y un montón más de iniciativas internacionales montadas en el oro negro que, según él mismo, le han ganado el mote de Don Regalón.

Ya encarrerado, anuncia la firma de un contrato ruso-venezolano para explotar un bloque del Orinoco, la más grande reserva petrolera del mundo. No otra cosa más que mucho dinero, en un momento en que la oposición saca cuentas alegres debido a la devaluación del bolívar y la consiguiente escalada de precios.

¿No tendrá dinero Chávez para su siguiente campaña? Para empezar, el bolívar pasó de 2.15 a 4.30 por dólar, en el cambio oficial, lo que significa que el gobierno tendrá el doble de moneda nacional, en un escenario en el que, además, los precios internacionales del crudo han comenzado a remontar. Chávez pone otro numerito: el contrato con el consorcio ruso es de 18 mil millones de dólares. Y otro menor pero también jugoso hay con italianos. Solamente por el derecho de entrar al negocio, detalla el presidente, los rusos le entrarán con mil millones.

Con esas cifras grita Chávez: ¡Vamos a ganar la Asamblea Nacional el 26 de septiembre con mayoría aplastante. Vamos a derrotar a los golpistas, a los fascistas en la calle!

Y así va el comandante rumbo al preámbulo electoral de 2012, cuando, según una reforma constitucional de febrero del año pasado, podrá optar por un tercer mandato.

Cuenta, para ello, con un piso duro de 30 por ciento de los votos. Lejos del 1,2,3, Chávez tas ponchao, que le han gritado en los juegos de beisbol.

Pónchenme, ha retado a sus adversarios. Y hoy, en su fiesta de 11 años, le echaba porras a los Leones de Caracas –aunque él es partidario del derrotado Magallanes– que esta noche perdieron con los Naranjeros de Hermosillo, México.

Con todo y que la Serie del Caribe dura toda la semana –los juegos pueden paralizar el país– los dos bandos medirán fuerzas el jueves, en marchas simultáneas. Se verá qué tal se mueven en el diamante de la polarización los blancos de la oposición y los rojos de la revolución.