Opinión
Ver día anteriorSábado 23 de enero de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
México SA

Actos de prestidigitación del Inegi

¡Aguas! con las promesas de Calderón

C

on ganas de fortalecer la hipótesis de la recuperación pregonada por Los Pinos, el Inegi aseguró ayer que la tasa oficial de desempleo en el país misteriosamente se redujo en diciembre pasado, a pesar de que, también de manera oficial, en ese periodo se reconoció la cancelación de 186 mil empleos formales respecto a noviembre. ¿Es posible tal proeza, o se limita a un simple acto de magia con sombrero de copa y conejo?

En la versión rosa, siempre de acuerdo con los indicadores del Inegi, la tasa oficial de desempleo se redujo de 5.26 a 4.8 por ciento de la población económicamente activa en los últimos 31 días de 2009, es decir, una baja de 0.46 puntos porcentuales, lo que indicaría que en ese lapso y en términos netos alrededor de 215 mil mexicanos felizmente abandonaron las filas del ejército de reserva para incorporarse a la pujante actividad económica mexicana, es decir, a la recuperación.

Ahora, de acuerdo con las cifras del Instituto Mexicano del Seguro Social, en diciembre de 2009 –el mismo mes en el que el Inegi asegura se redujo la tasa oficial de desocupación– se cancelaron 186 mil empleos formales (permanentes 51 por ciento de ellos), con lo que el número de trabajadores registrados en el IMSS cayó al nivel reportado a mediados de abril de 2007.

Entonces, combinando las cifras de ambas instituciones (Inegi e IMSS), en diciembre de 2009 nominalmente se habrían generado ¡401 mil empleos!, formales e informales (algo no registrado en la historia nacional), para lograr un saldo neto de 215 mil fuentes de trabajo ganadas al final del periodo, ya descontadas las 186 mil formales que se mencionan, lo que habría provocado el citado descenso en la tasa oficial de desempleo.

Así, ¿es posible que la tasa oficial de desempleo se redujera en el último mes de 2009, especialmente en la proporción que asegura el Inegi? Puede ser, siempre que se incluya a los cerillos de los supermercados y a los franeleros viene-viene de las calles, pero si se trata de fundamentar la respuesta correcta sólo hay que recordar que en los 37 meses que Felipe Calderón lleva en Los Pinos, el saldo neto –también oficial– de generación de empleo formal (cifras IMSS) es de 25 mil 90 plazas (0.68 por ciento de la demanda real), es decir, 8 mil 137 por año (ojo: por año), o si se prefiere 678 mensualmente. Entonces, ¿proeza o acto de magia?

De cualquier suerte, el Inegi reconoce que en el país y con el presidente del empleo duro y dale con la promesa, la tasa oficial de desempleo abierto al cierre de 2009 resultó mayor a la registrada en igual mes de 2008, de 2007, de 2006… En síntesis, de la década.

Por otra parte, el Banco de México, ya con el doctor catarrito instalado a sus anchas, tuvo a bien informar a la población que en la primera quincena de 2010, el año de la recuperación, el índice nacional de precios al consumidor se incrementó 0.75 por ciento, inflación cinco veces superior a la reportada en igual periodo de 2009 y la mayor de los últimos 11 años. Eso en términos globales, porque obviamente crecieron más los precios de la canasta básica de consumo: 1.15 por ciento en 15 días, es decir, en el lapso en el que el gobierno calderonista aseguraba que no hay escalada de precios, por mucho que esa proporción resulte casi tres veces superior a la registrada en un año atrás.

De acuerdo con el Banco de México, ¿qué contribuyó en mayor medida al incremento de precios? (pasajero, según dice). Para el índice general, el aumento en transporte (1.2 por ciento, Metro incluido), en vivienda (0.78 por ciento; incluye gas, predial y electricidad), en alimentos, bebidas y tabaco (1.06 por ciento) y en salud y cuidado personal (0.94 por ciento), es decir, en donde se concentra el consumo de la mayoría, renglones los que no habrá consecuencias inflacionarias, según las alegres versiones de los gobiernos calderonista y chilango (léase Marcelo Ebrard). Si la comparación se anualiza (primera quincena de enero de 2010 vs primera de 2009), entonces el promedio de los citados incrementos (todos ellos oficiales, desde luego) queda así: transporte, 6.02 por ciento; vivienda, 1.87 por ciento; alimentos, bebidas y tabaco, 4.94 por ciento; salud y cuidado personal, 5.03 por ciento.

Para que los mexicanos vivan mejor, el gobierno calderonista y el de Marcelo Ebrard –entre otros– aumentaron precios y tarifas. Por ejemplo, el de los combustibles, y tan sólo en la primera quincena de enero de 2010 los relativos a la gasolina de bajo (Magna) y alto octanaje (Premium) se incrementaron 1.39 y 5.47 por ciento, respectivamente, mientras que los de gas doméstico y electricidad crecieron 1.34 y 0.63 por ciento. El Metro de la ciudad de México se lleva la palma, con un avance de 41.77 por ciento (50 por ciento, según los mortales que pagan el boleto). Además, autobús urbano, 4.02 por ciento; servicio telefónico local, 3.03 por ciento; derechos por el suministro de agua, 3 por ciento; cuotas de autopistas, 2.92 por ciento; licencias y otros documentos, 2.86 por ciento; larga distancia nacional e internacional, 2.83 y 2.77 por ciento, respectivamente; predial, 0.87 por ciento y aceites y lubricantes, 0.67 por ciento.

El tiroteo no para allí: en 15 días, los primeros de 2010, los precios de frutas y verduras se incrementaron 3.13 por ciento, en promedio. Un mayor desglose aporta la siguiente información: el precio de los ejotes aumentó, en igual periodo, 29.55 por ciento; cebolla, 26.73 por ciento; calabacita, 24.85 por ciento; chayote, 16.7 por ciento; melón, 15.03 por ciento; chile poblano, 7.22 por ciento y otras legumbres 8.93 por ciento. Para rematar, subieron los precios de carnes y huevo, pescados, mariscos, cerdo, pollo y muchísimas productos y servicios adicionales (sin considerar la catarata de impuestos), en medio de la acción decidida de la Profeco para evita alzas, porque técnicamente no se justifican, la gloriosa cuan inexistente intervención de la Secretaría de Economía y la promesa gubernamental (federal, estatal y municipal) de que no habrá consecuencias inflacionarias. Y 2010 apenas arranca.

Las rebanadas del pastel

Como dice la canción, ¡cuidado, mucho cuidado!, que el inquilino de Los Pinos (el que dice una cosa y resulta todo lo contrario) amenaza con que “el gobierno federal, ténganlo por seguro, seguirá tomando todas las medidas para que… esa recuperación no sólo sea en los números si no que también la puedan sentir las familias mexicanas en su monedero y en sus bolsillos”. Y de que la sienten, la sienten.