Convertirse en universitario 2
Otros retos de primer ingreso

Gabriela Cabrera

Los desafíos y cambios personales que afrontan los estudiantes en sus procesos de integración a la universidad están atravesados por los retos que implica para los maestros y las escuelas trabajar con los de nuevo ingreso. Como se mencionó en la entrega anterior, su heterogeneidad se concreta en la gran diversidad de hábitos y costumbres, conocimientos previos, habilidades y actitudes frente al estudio y el aprendizaje, así como en las particularidades de sus condiciones socioeconómicas y la fortaleza de sus expectativas y sus compromisos, todo lo cual puede favorecer u obstaculizar su transición.

No obstante, en el contexto de esa diversidad de condiciones, el profesor ha de estar preparado, en lo intelectual, lo afectivo y lo actitudinal, para una acción docente que forje comportamientos generadores de conocimientos y propiciadores de aprendizajes significativos. Para ello le es indispensable reconocerse como sujeto activo en los procesos de enseñanza, reflexionar acerca de su quehacer docente, del impacto social de su acción y de la prospectiva que el nuevo ciclo le depara en los ámbitos laboral y personal. Necesita también identificar los aspectos o hechos que facilitan y obstaculizan su labor, para preparar soluciones factibles.

Para cada ciclo escolar el profesorado requiere prepararse considerando un conjunto de elementos clave: el trabajo colegiado, la actualización en la propia disciplina y en los contenidos del curso, la planeación temática de sus asignaturas, la elaboración de sus planes de clase y la integración de nuevas estrategias didácticas que favorezcan la activación de la capacidad de aprender por sí y de sí mismos en los estudiantes, la elaboración de un diagnóstico de estilos de aprendizaje, y la preparación de fichas para identificar a cada estudiante y de un plan de tutorías para apoyar el aprendizaje del alumnado. También necesita conocer acerca de los procesos de construcción de identidades universitarias y preprofesionales en el propio contexto, tanto como del paso de la juventud a la adultez, pues estos dos aspectos del ámbito psicosocial afectan el logro académico más de lo que usualmente reconocen los profesores de educación superior.

Los primeros contactos de los estudiantes de nuevo ingreso con su universidad son definitorios. El profesor debe proponerse conocerlos, saber cuáles son sus fortalezas académicas y cuáles sus deficiencias, con el fin de diseñar estrategias didácticas adecuadas.

Cabe recordar que el profesor es quien introduce al alumnado en el mundo profesional, induce vocaciones a través de acercamientos a grupos de investigación y colegios de profesionales y, al mostrarles el panorama del campo de trabajo, les muestra la acción de la disciplina en el mundo real. Es, además, un generador de intereses diversos que puede promover en sus estudiantes, como son la creación de redes sociales a partir de orígenes culturales, geográficos e ideológicos, o de ámbitos como las artes, la literatura, la participación en organizaciones, la acción comunitaria, el intercambio académico e, incluso, la tutoría informal entre pares.

Los primeros contactos del alumnado de nuevo ingreso con su universidad son definitorios. El profesor debe proponerse conocerlo, saber cuáles son sus fortalezas académicas y cuáles sus deficiencias, con el fin de diseñar estrategias didácticas adecuadas para la mayoría y especiales para quienes necesitan más apoyo.

Así, la preparación afectiva del docente implica interés, motivación y disposición personal, no sólo por y para con su disciplina, sino por el otro actor del proceso, el estudiante. Así como hoy se pide al estudiante una disposición para aprender, al profesor se le requiere la disposición para enseñar, la actitud y el deseo de querer enseñar.

Es ampliamente reconocida la relevancia que el factor motivacional tiene en el aprendizaje, por lo tanto, los docentes hemos de estar interesados genuinamente en el resultado de nuestra labor: la enseñanza, que se observa y manifiesta en el aprendizaje de los estudiantes.

¿Y qué con los directivos?

Los cuerpos directivos tienen a su cargo, además de la conducción académica, la indispensable preparación administrativa y logística del escenario educativo, en cuanto a infraestructura, equipamiento, higiene y seguridad, donde cobra sentido la planeación.


Fotos: Sergio Aldama López

La integración de grupos y listados de alumnos en cada uno, de horarios de asignaturas, contratos académicos, distribución y equipamiento de aulas, actualización de software, suscripción a bancos de información y bibliotecas en línea, equipamiento de laboratorios con instrumental y material científico-técnico son todas responsabilidades de las que depende el poder garantizar la gestión y operación de los recursos y procesos indispensables a la misión educadora. Esto implica, asimismo, garantizar que el personal administrativo y de servicios reciba permanentemente información actualizada sobre los perfiles de estudiantes que el plantel recibe, para que pueda comprender al alumnado y contribuir a la satisfacción de sus necesidades educativas.

Para concluir, desde el enfoque conceptual de transiciones académicas, el nuevo ingreso de los estudiantes a un plantel implica una preparación, una operación, un seguimiento y un análisis del proceso por parte de los directivos, pero, fundamentalmente, por parte de los actores centrales: el alumnado y el profesorado. Si bien el primer ingreso es siempre una oportunidad de cumplir y satisfacer expectativas, es también una criba en cualquier nivel educativo. En el nivel medio superior y superior, no atender la transición académica implica, con certeza, la pérdida de oportunidades de futuro para la sociedad en su conjunto y para los estudiantes en lo individual.

Gabriela Cabrera es doctora en Ciencias de la Educación por la Universidad de Barcelona; académica de la DGOSE, UNAM, consejera y expresidenta de AMPO, AC.

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