Editorial

Podría ser peor…

En los últimos tiempos, cada vez que nos acercamos al tema de la educación en México, ya sea de manera presencial, asistiendo a algún foro, conferencia o por la lectura de informes y noticias, invariablemente nos queda una sensación de desazón, de enojo, de frustración… Con independencia de la aproximación que hagamos, nos vamos a encontrar con que nuestros niños y jóvenes no alcanzan niveles aceptables en la lectura de comprensión, en razonamiento matemático; que los maestros reprueban en los concursos de oposición; que el clientelismo y la corrupción no han abandonado las instituciones y, algo de lo que se habla menos, que no hemos podido encontrar la manera de abatir los rezagos y, por tanto, la inequidad sigue presente en nuestro sistema educativo; en fin, una gran cantidad de malas noticias.

No se trata de mirar hacia otro lado frente a estos y otros graves problemas, pero sí de comenzar el año con un recuento positivo al reconocer que existe gran cantidad de acciones a favor de la educación que van mucho más allá de las buenas intenciones y se concretan en hechos reales: empezando por los maestros y las maestras que creen firmemente en su profesión, que cada día acuden a sus centros de trabajo con el propósito de llevar a cabo su tarea en la enseñanza al margen de burocracias y prebendas sindicales, simple y sencillamente porque están convencidos de la importancia de su labor.

Existen también programas de apoyo a la educación que cotidianamente llevan a cabo grupos de personas reunidas en asociaciones, independientes de la burocracia gubernamental, sindical y de los fundamentalismos del mercado, cuya finalidad va desde mejorar las condiciones materiales hasta apuntalar los contenidos y procedimientos de la enseñanza para conseguir que los niños y jóvenes logren mejores niveles de aprovechamiento y aprendizaje. En este Suplemento hemos relatado algunas de estas iniciativas y nos proponemos continuar mostrando esa otra cara de la educación en nuestro país.

Para quienes colaboramos en educación/UACM importa, y mucho, aportar argumentos a favor de nuestro compromiso como ciudadanos en la construcción de un futuro mejor para las generaciones venideras, y eso pasa necesariamente por dar a conocer los problemas que enfrenta la educación en México: señalar lo que no se hace y lo que se está haciendo mal, desde una posición crítica y responsable, con un lenguaje claro, evitando repetir lo que ya todos sabemos y enfatizando lo que poco se trata, tanto en el discurso como en los hechos: la obligación del Estado de brindar las oportunidades que requieren todos los niños y niñas para desarrollarse física, intelectual y moralmente (y que no son las mismas) porque sabemos que mientras esto no ocurra, la democracia en México seguirá siendo igualmente sólo parte del discurso.

En la medida en que seamos capaces de cumplir con nuestros propósitos, contribuiremos a aumentar las posibilidades de que cada vez haya más gente participando en la búsqueda de soluciones y exigiendo que se apliquen. Sin embargo, hay otras muchas cosas que sí se han hecho y se han hecho bien, y es con éstas con las que queremos comenzar el año: con un balance, que sin ser noticia, sirva para reconocer a los maestros y las maestras que se han esforzado por formar generaciones de mexicanos pensantes, autónomos, libres; a investigadores y profesionales de la educación que siguen creyendo en lo que hacen y las razones por las que lo hacen; a quienes, desde su práctica cotidiana en los ámbitos de la educación, buscan ejercer la razón y la coherencia; a quienes van más allá del reconocimiento de las causas y buscan también opciones reales de cambio para las condiciones de inequidad y de falta de calidad que hasta hoy siguen presentes en la educación en este país. Ellos y ellas saben que aún no han conseguido su propósito, pero sin sus quehaceres a favor de la educación, ¡el desastre podría ser aún mayor!

Hablar bien de la educación es fácil, lo hacemos todos; sin embargo, hacer las cosas bien es mucho más complicado. Afortunadamente en México hay quienes se preocupan más por lo segundo que por lo primero. Como bien dice Bertolt Brecht:

Hay hombres que luchan un
día y son buenos. Hay otros que
luchan un año y son mejores.
Hay quienes luchan muchos años
y son muy buenos. Pero hay los
que luchan toda la vida: esos son
los imprescindibles.

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