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Expertos analizan en mesa redonda la obra del artista británico

Para el escultor, el cuerpo pone fin al dilema entre figuración y abstracción
 
Periódico La Jornada
Domingo 27 de diciembre de 2009, p. 3

Dado las diferentes lecturas que ofrece la obra de Antony Gormley, el Antiguo Colegio de San Ildefonso organizó una mesa redonda en el contexto de la exposición del escultor británico que allí se exhibe.

Ery Camara, coordinador de exposiciones de San Ildefonso, expresó la necesidad de analizar los vínculos que comparte el arte con ciertas realidades que hoy día se viven, su relación con las creencias y con las ciencias.

Una de las obras que mereció más comentarios de los cinco ponentes fue la monumental Firmament II, hecha con 91 poliedros, colocada primero en el patio central de San Ildefonso. Sin embargo, a Gormley no le pareció, entonces, con ayuda de una grúa, la escultura voló por encima del techo del edificio, para, finalmente, descender en el patio de pasantes.

El vuelo reveló una forma humana entre la abstracción de las partes. Al físico José Luis Mateos le recordó otra cosa no tan obvia: espuma seca de jabón. Cuando las burbujas de la espuma se van acercando, en vez de formar esferas planas, forman polígonos muy similares a los que se ven a lo largo de la obra de Antony.

Pero, también Firmament II se vincula con el conjunto de galaxias que forman el universo más o menos cercano, y cuando se juntan los super cúmulos, y los ves a escala gigantesca de miles y millones de kilómetros se distinguen estas estructuras filamentosas que recuerdan a la espuma o a la obra de Antony.

José Castillo Olea, por su parte, en su calidad de arquitecto, celebró que el arte contemporáneo ha empezado a erosionar el monopolio que los arquitectos teníamos sobre la transformación del espacio. El hecho que sea mediante el arte contemporáneo, esa especie de vanguardia que hace visible la organización material del mundo, es una forma de ciudadanizar el conocimiento.

El artista también planteó algo relacionado con el debate entre abstracción y figuración, vinculándonos con la posibilidad de no tener que escoger entre esos dos extremos. Gormley hace del cuerpo “una salida en ese dilema entre figuración y abstracción.

Hay algo en la obra de Antony Gormley que nos deja esa posibilidad de pensar en cuerpos más activos, más potentes, en relaciones entre cuerpos y objetos, entre cuerpos y campos, mucho más vitales, en experiencias más ricas.

Para el biólogo, paleontólogo y arqueólogo acuático Arturo González González, ver la obra de Gormley es como si estuviera descubriendo lo que hago como científico, pero de manera plástica.

Subrayó la relevancia de los museos, ya que, al tejer el tiempo, nos dan la posibilidad de saber de dónde venimos.

Aunque Antonio Karam, fundador de la Casa Tibet, no suele interesarse en el arte contemporáneo, en la obra de Gormley vemos una influencia extraordinariamente importante del budismo, lo cual no le extraña, ya que el artista es practicante de una clase específica de meditación budista.

Karam señaló que el escultor es alguien que organiza el espacio y ve de forma especial, que busca, por medio de la plástica, darnos un atisbo de la naturaleza de la realidad. Del hombre como compuesto, como una entidad en movimiento, como algo sin identidad intrínseca y sustancial, y así, de alguna manera, dejarnos atisbar el problema de la existencia.