Opinión
Ver día anteriorSábado 26 de diciembre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Pabellón acústico
S

an Luis Potosí. El Laberinto de las Ciencias y las Artes de esta capital potosina (inaugurado hace poco más de un año) está designado como museo interactivo aunque, como otros proyectos similares en México y el mundo, es mucho más que un museo en el entendido de que no se trata de una exhibición estática y muerta de objetos del pasado. Para no entrar en complejos laberintos retóricos y descriptivos, baste decir que el Laberinto potosino guarda muchos puntos de contacto con instituciones como Papalote Museo del Niño y el Vancouver Science World. Si bien es cierto que algunas de las instalaciones interactivas del Laberinto tienen un componente sonoro (musical o no) ciertamente interesante, no me atrevo a detenerme en su glosa más extensa porque la museografía no es materia que domino. Hay en el Laberinto, sin embargo, un nuevo espacio dedicado de manera específica a la exploración musical.

Se trata del Pabellón Acústico, inaugurado la semana pasada en una fría y estrellada noche del Potosí. Es un espacio semiabierto de proporciones moderadas, acotado arquitectónicamente por Mauricio Rocha a partir de los restos de un campo de tiro de una vetusta instalación militar, cuyo elemento principal es un equipamiento de reproducción de sonido (y en su caso, de imagen) para la realización de proyectos diversos. La noche inaugural del Pabellón Acústico tuvo como primer acto la presencia de una instalación sonora de Manuel Rocha, realizada exclusivamente con el procesamiento digital de cantos de aves del altiplano potosino. La idea es que esta envolvente sonora tenga una presencia casi permanente en este espacio, al menos durante buen tiempo. La inauguración más formal del Pabellón Acústico consistió en un performance audiovisual (creo que la etiqueta de concierto le quedaría chica) a cargo del propio Manuel Rocha y su colega Roberto Morales, personajes propositivos y pioneros en nuestro país en muchas facetas del arte sonoro.

La parafernalia utilizada por los dos compositores-intérpretes consistió básicamente en dos computadoras, un sistema de sonido de 10 canales (con su correspondiente complemento de numerosas bocinas distribuidas y espacializadas en el entorno), una flauta y numerosos objetos sonoros de diverso origen, algunos musicales, otros no, así como una cámara de video cuyo input se procesaba en tiempo real, de manera análoga a la transformación sonora y se proyectaba de inmediato.

De carácter esencialmente improvisatorio, este performance acústico inaugural permitió al friolento público ponerse en contacto con algunas de las inagotables posibilidades que la tecnología actual ofrece para el proceso de imagen y sonido en tiempo real. Puesto que el Pabellón Acústico no es, ni mucho menos, una sala de conciertos, la recomendación a los asistentes fue la de deambular libremente por el espacio para mudar la perspectiva sonora, cosa muy saludable cuando se trata de este tipo de entornos. A lo largo de los años, asistiendo a numerosas presentaciones de música electroacústica y acusmática, me he sorprendido una y otra vez con las posibilidades y los alcances de la tecnología en el ámbito de los menesteres del arte sonoro, pero la noche inaugural del Pabellón Acústico del Laberinto de las Ciencias y las Artes pude comprobar, una vez más, que todos los días se aprende algo nuevo. Entre los aparatos utilizados por Rocha y Morales se encontraban los controles de una consola Wii (sí, la de los sofisticados videojuegos de acción), manipulados por los músicos de manera que su gestualidad y sus movimientos se convirtieran, también, en controladores y modificadores del proceso cibernético de imagen y sonido.

Así pues, como reverberación de este performance inaugural en el Pabellón Acústico del Laberinto (las referencias a orejas y oídos no podían ser más puntuales) queda la idea de poner este espacio a disposición de los artistas sonoros para que, con sus propuestas y realizaciones, lo llenen de sonido. Será cuestión de oír qué sigue.