Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 20 de diciembre de 2009 Num: 772

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Dos poemas
MARCO ANTONIO CAMPOS

Monólogo de Electra
STAVROS VAVOÚRIS

Cargado de razón: Schiller, 250 aniversario
RICARDO BADA

Superar la autocensura
ÁLVARO MATUTE

La enseñanza de Martín Luis Guzmán
HERNÁN LARA ZAVALA

Martín Luis Guzmán Las dos versiones de La sombra del caudillo
FERNANDO CURIEL

La serenidad y el asombro
ARTURO GARCÍA HERNÁNDEZ entrevista con HUGO GUTIÉRREZ VEGA

In memoriam Manuel de la Cera (1929-2009)
DAVID HUERTA

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Columnas:
Prosa-ismos
ORLANDO ORTIZ

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

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Afganistán: la guerra que Obama compró (I DE III)

EN CENIZAS

El 4 de septiembre de 2009, el coronel del ejército alemán Georg Klein, quien era entonces el comandante de la base alemana en la región de Kunduz en el noreste de Afganistán, ordenó un ataque aéreo con misiles en contra de dos tráileres-tanque cargados de gasolina que el talibán había secuestrado. El entonces ministro de la defensa Franz Josef Jung declaró que en el ataque únicamente habían muerto militantes del talibán. Esto fue desmentido muy pronto. Reportes de hospitales, de las autoridades afganas, de grupos de derechos humanos y un video en el que se pueden ver los tanques rodeados de gente instantes antes de la explosión, demostraron que más de 140 personas perdieron la vida en ese ataque. Se ha revelado que Klein supo inmediatamente de las pérdidas civiles y que el ministerio de la Defensa optó por tratar de ocultar la verdad. Ante el creciente escándalo, el comandante en jefe del Estado Mayor, el general Wolfgang Schneiderhan, y el secretario estatal del ministerio de la defensa, Peter Wichert, se vieron obligados a renunciar el pasado 26 de noviembre. El hecho de que los responsables de una masacre en Afganistán reciban cualquier tipo de condena o castigo es sorprendente. A más de ocho años de haber comenzado la “guerra contra el terror” es claro que la gran mayoría de los incontables crímenes cometidos por las tropas estadunidenses y la otan en Irak, Afganistán y Pakistán (aparte de otros frentes menores como Somalia y Yemen) han quedado impunes. Sin embargo, cualquier entusiasmo u optimismo que pudiera producir la renuncia de estos funcionarios se ve opacado por la naturaleza de la matanza misma. Las víctimas del ataque, militantes o civiles, murieron incineradas. Considerando la muy triste historia del ejército alemán y del grotesco legado que arrastra en materia de reducir pueblos a cenizas, esta no es una participación muy auspiciosa en una guerra donde supuestamente el objetivo de la otan es humanitario.

GUERRA COMO REALITY SHOW

La masacre de cientos de individuos por parte del ejército alemán pasó inadvertida para la mayor parte de la población e stadunidense, la cual ha logrado ignorar las batallas que se pelean, supuestamente, en su nombre en Asia. La administración Bush ha pasado a la historia como una de las más ineficientes, incompetentes y corruptas, sin embargo, si en algo triunfaron por encima de cualquier expectativa fue en su hábil manipulación del público, en la forma en que emplearon la propaganda, no sólo para convencer al pueblo de la urgencia de lanzar guerras de agresión, invasión y ocupación, sino en crear la ilusión de una guerra sin sacrificios, en la que la población civil vive protegida no de presuntos ata ques enemigos, sino de la imagen misma de la guerra. De tal manera fueron engendrados los conflictos ideales para la era de los reality shows y de la realidad virtual, guerras invisibles de los tiempos del Facebook, en donde hasta el 9-11 parece remoto y casi irreal. Obama no ha llamado al pueblo a salir a gastar y comprar cosas, como hizo Bush Jr. ni tampoco ha inventado nuevos alivios fiscales para millonarios; sin embargo, sigue proponiendo la ficción de que la de Afganistán es una guerra vital que, mágicamente, puede pelearse sin necesidad de que la población se pierda un solo episodio de America Idol ni un partido de la temporada de futbol americano.

LA AMENAZA “VITAL”

En su discurso de West Point, Obama dijo que enviará alrededor de 30 mil soldados más a Afganistán (aparte de los 21 mil que mandó desde que tomó el poder), para lo que Max Hastings define como la ”administración de fracaso”. Las pérdidas humanas estadunidenses en la guerra de Afganistán no son nada si se comparan con las de Vietnam o la segunda guerra mundial, no obstante ésta se está convirtiendo en la guerra estadunidense más larga y más fallida de la historia, además de que 2009 ha sido el año más sangriento del conflicto. Obama no puede permitirse que lo vean como el presidente liberal –débil-inexperto (y de origen musulmán)– que perdió Afganistán, por tanto ha aceptado la absurda lógica de fortalecer a sus tropas sin por ello darle el empuje “necesario” para un conflicto de esta naturaleza, lo que significaría contar en el terreno con alrededor de 568 mil soldados, cifra necesaria para una invasión a un país de 28.4 millones de habitantes, de acuerdo con los cálculos del general David Petraeus en su manual de campo. De ser real la amenaza que representa el talibán y Al Qaeda para el territorio y población estadunidense, algo que nunca sucedió con el Vietcong, sería extraño y paradójico que Obama se conformara con enviar apenas a una fracción de los soldados necesarios para eliminar la amenaza.

(Continuará)