Opinión
Ver día anteriorDomingo 13 de diciembre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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¿La Fiesta en Paz?

Añejas desviaciones, nuevas cancelaciones

S

i bien la fiesta brava de México cuenta con más ganaderías, empresas y toreros que la de los países sudamericanos, el respeto por el toro, salvo honrosas excepciones, es muy distinto al de aquellas naciones que, colonizadas taurinamente y lo que usted quiera, mantienen un compromiso compartido autoridades-empresas para que, vaya la figura que vaya, toree toros con edad y trapío, no su remedo. Acá salen chicos y además mansos.

Ecuador, Perú, Colombia y Venezuela podrán recibir anualmente legiones de toreros españoles a cambio de una torería nacional restringida y de ocasionales faenas, pero aún así no han renunciado al esencial compromiso con el toro en plenitud, sobre todo en sus ferias importantes.

Se podrá argumentar que los encastes españoles relativamente recientes de las ganaderías sudamericanas contribuyen a un trapío y unos pitones más impresionantes, a una arboladura –bello término con que en España designan a la cornamenta– más ofensiva y siempre determinante de la carga emocional y del mérito tauromáquico que pueda tener una faena.

Sin embargo en México, por más chaparros y pobres de cabeza que sean los toros de hierros favoritos de los diestros que figuran y que, ojo, no son los de mayor crédito ganadero en cuanto a bravura se refiere, han llegado a unos niveles impresentables, gracias a las exigencias de apoderados y empresas maternalistas y al sometimiento colonizado-comercial de esos ganaderos. Si le doy de comer un año más, nadie me lo paga, me decía un ganadero mexicano refiriéndose a una novillada que iría como corrida de toros a una feria quesque de lujo.

Nadie quiere y nadie paga en México toros con edad y trapío, y si tienen bravura, ¡cruz, cruz, que se vaya el diablo y venga Jesús! Por eso en nuestro país la crisis económica va paralela a la crisis de la fiesta, a la que han abaratado en vez de recotizarla y reposicionarla cuando la gente está ayuna de espectáculos que la emocionen.

Y para colmo, vuelta en la Plaza México a la nefasta costumbre del torito de regalo, esmirriado y bobo, con el que los toreros, sobre todo extranjeros, suelen realizar faenitas de relumbrón. Ponce, Perera y José Tomás han echado mano de tan pueblerino recurso sin que a la postre contribuya a desquitar lo que les pagan. ¿Repuntará la temporada como grande en lo que a trapío se refiere o todo quedará en cartelitos para gente bonitonta?

Fue cancelada la corrida de Puebla anunciada para el viernes pasado, porque el joven Cayetano se indispuso a causa del revolcón que sufrió en su discreta confirmación hace ocho días. Lo grave no es eso, sino que estando en el cartel los triunfadores de la México Arturo Macías El Cejas y Octavio García El Payo, que fue más revolcado que el español, a la empresa poblana le pareció poco atractivo dar un mano a mano con ambos jóvenes o completarlo con otro de los triunfadores de la México como Fermín Spínola o José Mauricio. Nada vale que nuestros toreros triunfen en una plaza o en otra si los empresarios siguen suspirando por productos de importación, lleven o no gente, den o no espectáculo.