12 de diciembre de 2009     Número 27

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada

Efraím Hernández Xolocotzi, Nuestro padrino

Grupo de Estudios Ambientales, AC


Archivo Efraím Hernández Xolocotzi, Colegio de Postgraduados

Cuando comenzamos a acercarnos al campo mexicano, en tierras de indios, allá por los años 70s, descubrimos al maestro Xolo en Chapingo (y con él a Miguel Ángel Martínez, Rafael Paczka y Alberto Ramos, entre otros). Entonces cambió inexorablemente nuestra percepción de la ciencia y de la política.

Varios de quienes fundaríamos el Grupo de Estudios Ambientales, AC (GEA, AC), tuvimos la oportunidad de acercarnos al maestro para dialogar sobre nuestras búsquedas en comunidades indígenas y recibir sus respetuosos consejos y atinados regaños. Nos impulsaba a intercambiar experiencias con otros grupos de trabajo y de investigación invitándonos a seminarios, cursos y talleres.

Entre sus constantes enseñanzas estaban la disciplina en el trabajo, la sistematización y el análisis de los problemas a los que nos enfrentábamos en el campo y, por supuesto, la metodología de la exploración etnobotánica, una de sus valiosas aportaciones para comprender la extraordinaria riqueza y complejidad del conocimiento campesino milenario.

Algunos habíamos abandonado las universidades para hacer trabajo de base. Él no descalificó nuestro enfoque heterodoxo de acercarnos, como colectivo muy informal, a conocer en vivo y en directo la vereda práctica de la experiencia campesina; por el contrario, nos miró enigmático con sus profundos ojos azules y nos estimuló a regresar al ámbito académico para emprender investigación de profundidad que fortaleciera nuestra formación, para publicar y defender nuestros trabajos profesionalmente.

El maestro Xolo era un investigador tenaz y comprometido con la investigación científica y con las comunidades campesinas e indígenas: abrevó de ellas con respeto y defendió sus conocimientos y tecnologías. Así fue generando con sus alumnos más cercanos el concepto de la investigación de huarache, muy adecuado para nuestros empeños. Aquí destacamos un párrafo suyo, publicado en 1978 en Narxhí Nandhá, la revista del Copider:

“Generamos también las ideas de iniciar la investigación de huarache. La reacción espontánea ante una investigación a nivel de huarache interpreta de inmediato que es un tipo de investigación que no ha de valer gran cosa. Es natural que ello ocurra, porque quienes usan huarache en nuestro país tienden a ser menospreciados: no forman parte de la cultura moderna, progresista, que sólo usa zapatos. Tenemos una concepción diferente sobre el particular. Llamamos investigación de huarache a aquella que empieza por las bases, que va al terreno de los hechos, que va con la gente que está realizando las acciones; investigación de huarache es aquella que, con toda la humildad del caso, aprende o tratará de aprender de esa gente, aquella que está consciente de que muchas veces nuestra cultura nos frena, nos inhibe e impide que aprendamos muchas cosas que están en realidad a nuestro alcance.”

A lo largo de varios años de cuestionamientos y consejos útiles del maestro, fuimos forjando la idea de construir un instrumento dentro de la sociedad civil, hasta que en 1977 parimos al GEA, AC. Decimos que es nuestro padrino porque nos ayudó con el nombre y los objetivos. Los aprendizajes logrados a lo largo de más de tres décadas de vida como organización dedicada a lo socioambiental llevan la huella que dejó en nosotros, sobre todo en el impulso de la ciencia campesina y de un verdadero diálogo de saberes.

Su fundamentación plurirregional del concepto híbrido de agroecosistema nos llevó a comprender que nuestro trabajo no es ambiental, sino agroambiental, es más, socioambiental. Las intrincadas relaciones entre sociedad, biodiversidad y agrobiodiversidad nos han sido comprensibles justamente gracias al formidable aporte del Xolo y sus colaboradores cercanos, el que pudimos recoger en vivo. También gracias a él comprendimos que el maíz es el corazón de nuestra patria mexicana.

Hemos atestiguado, lamentablemente, la degradación paulatina del campo mexicano, propiciada por los sucesivos gobiernos que hemos padecido y sus políticas anticampesinas. No obstante, su insistencia en que constituye un grave error sustituir o dar por agotada históricamente a la tecnología agrícola tradicional continúa siendo un brillante reconocimiento al saber milenario de los pueblos de la república mexicana, vigente para hoy y para mañana.

Con la idea de difundir el pensamiento del maestro Xolo, Marco Díaz León le hizo una entrevista en 1990, luego transformada en una serie de cinco programas de video y un libro titulados Nueve mil años de agricultura en México. Homenaje a Efraím Hernández Xolocotzi, publicados por el GEA, AC, el Fonca, la Conabio y la UACh (1994-1996) como un profundo reconocimiento póstumo a la invaluable brecha que abrió en las academias agronómica, botánica y ecológica. Casi dos décadas después, no deja de sorprender la vigencia de su mensaje. Y sigue la yunta andando… Gracias, maestro.


FOTO: Cortesía de Abigail Auilar

Miguel Ángel Martínez Alfaro

Patricia Colunga García-Marín*, Cristina Mapes Sánchez**, Francisco Basurto Peña**

Miguel Ángel Martinez Alfaro (1942-2007) fue uno de los más destacados discípulos de Efraím Hernández Xolocotzi. Una de sus características personales más distintivas, y por la que siempre será recordado con enorme cariño, era su permanente disposición para compartir sus muy vastos conocimientos y de ayudar, en todo lo que estaba a su alcance, a las personas que lo rodeaban. Tenía un gran sentido del humor, el que nunca olvidarán quienes lo conocieron.

Ampliamente motivado por el invaluable y rico conocimiento tradicional que sobre las plantas útiles poseen los pueblos indígenas de México, especialmente las alimenticias y las medicinales de las zonas cálido-húmedas, Miguel Ángel incursionó en la etnobotánica y la historia del uso de las plantas útiles y de la agricultura tradicional. Junto con su compañera, la también connotada etnobotánica Abigail Aguilar Contreras, trabajó en capacitación de promotores de la salud y en investigación histórica de la botánica médica. Impulsó la etnobotánica no sólo en México, sino en toda Latinoamérica.

Nacido en la Ciudad de México el 23 de octubre de 1942, y con interés especial por los seres vivos desde su niñez, Miguel Ángel estudió biología en la Facultad de Ciencias de la UNAM de 1961 a 1964. Al término de sus estudios, se integró a la Comisión Nacional para el Estudio de las Dioscóreas para realizar su tesis de licenciatura bajo la dirección del doctor Arturo Gómez Pompa. Defendida en enero de 1970, su tesis, Ecología humana del ejido Benito Juárez o Sabastopol, Tuxtepec, Oaxaca, es pionera y pilar de los campos de la ecología humana y la etnobotánica en México. Poco después, en julio de 1971, se convirtió en el primer egresado del ahora desaparecido Colegio Superior de Agricultura Tropical en Cárdenas, Tabasco, en donde recibió el grado de maestro en ciencias con la tesis Ecología humana: revisión del campo y programación del curso, bajo la dirección del ingeniero Efraím Hernández Xolocotzi. Su tesis fue la base para el curso de etnobotánica que se impartió en la Escuela Nacional de Agricultura-Chapingo y en el Colegio de Postgraduados.

Con un definido interés por profundizar en el entendimiento de la relación sociedadnaturaleza, de 1972 a 1973 hizo estudios de maestría en antropología social en la Universidad Iberoamericana, bajo la dirección del doctor Ángel Palerm. En 1998 ingresó al doctorado en la Facultad de Ciencias de la UNAM, y quedó inconclusa su tesis “Patrones de uso de plantas en la Sierra Norte de Puebla, México”.

Colaboró con Efraím Hernández Xolocotzi en el Colegio de Postgraduados realizando colectas de maíz y frijol en las Sierras Norte de Puebla y de Huautla, en Oaxaca y en 1976 ingresó como investigador en el ahora desaparecido Instituto Mexicano Para el Estudio de las Plantas Medicinales (Imeplam) y sentó allí las bases para la metodología en la investigación de la etnobotánica médica. Su carrera dentro de la UNAM como profesor e investigador se inició en febrero de 1976, cuando en la Facultad de Ciencias impartió por primera vez la cátedra de etnobotánica y la biología de campo “Uso y conocimiento diferenciado en una región cálido-húmeda de la Sierra Norte de Puebla”, y dejó profunda huella en el grupo de estudiantes que tuvieron la suerte de tenerlo como profesor, al igual que en todos los que posteriormente tuvieron la misma fortuna en ésta y otras instituciones.

Publicó cinco libros, 13 capítulos de libros y 33 artículos en revistas científicas y de divulgación. Además de su ya mencionada tesis de licenciatura, un clásico de la etnobotánica mexicana, cabe destacar su libro Contribuciones iberoamericanas al mundo; botánica, medicina, agricultura (1988. Biblioteca Iberoamericana No. 27. Ediciones Anaya, SA, Madrid, España) y su Catálogo de plantas útiles de la Sierra Norte de Puebla (1995. Col. Cuadernos No. 27 del Instituto de Biología UNAM, México, DF).

Era un enamorado y un mecenas de la cultura y la ciencia. Disfrutaba de la pintura, de la música, del cine y del teatro, sobre todo lo experimental. Le encantaba viajar por el mundo al lado de su compañera Abigail. Las anécdotas vividas son incontables y siempre serán recordadas.

*Unidad de Recursos Naturales, Centro de Investigación Cientifica de Yucatán. **Jardín Botánico, Instituto de Biología-UNAM


Archivo Efraím Hernández Xolocotzi, Colegio de Postgraduados
Jasmín y Efraím

Philippe Barret

Noviembre del 83, fecha de mi primer viaje a México. Llego con el nombre de “dos personas que tienes que visitar”, me había dicho Marco: el maestro Hernández X. y Jasmín Aguilar. Sigo la recomendación: hasta Chapingo primero, y luego al sur de la ciudad, hasta Santa Úrsula Coapa. Allí, con Jasmín, empezamos a intercambiar. Yo le comparto mi experiencia en los Andes ecuatorianos con el enfoque de sistemas agrarios y ella me habla del trabajo que inicia en la Sierra Juárez, asesorada por el maestro Hernández X.

Febrero del 87, regreso a México. Alcanzo al equipo de Jasmín en la Sierra. Me fascina su facilidad para relacionarse con la gente, la manera en que fomenta la experimentación campesina, su voluntad de aprender y aportar. Seguramente ella es una científica de huarache.


Archivo GEA, AC

El año siguiente iniciamos una colaboración duradera para sistematizar experiencias de desarrollo rural y publicar la revista Pasos. El número tres lo dedica al maestro, “cuya visión y experiencia abrió un amplio camino en el conocimiento del medio rural y contribuyó al acercamiento entre la ciencia moderna y el profundo saber campesino”.

Esta colaboración revela nuestro interés común sobre los conocimientos campesinos. La influencia de Hernández X., nutrida por su propia experiencia en la chinampa, en la milpa oaxaqueña y, luego, en la selva baja de Guerrero, se cruza con mi propio trabajo en Francia sobre la ingeniería ecológica. Mientras descubro las diferentes formas de manejo campesino de la palma Brahea dulcis en la región de Chilapa, ella se interesa en el manejo del brezo Calluna vulgaris en el Limousin. Nos parece más y más claro que ciertos conocimientos empíricos generados por los campesinos del mundo nos pueden ayudar a enfrentar los grandes desafíos ecológicos actuales. Así nace la utopía de una enciclopedia campesina, dedicada al conocimiento empírico.

Se inicia una época de viajes a los cuatro continentes cuando Jasmín participa activamente en la red internacional Agricultura Campesina y Modernización. Dialogando con líderes y especialistas del tema, Jasmín amplía su visión y contribuye a la promoción de la agricultura campesina como elemento clave del presente y futuro de los pueblos. Después de haber estudiado las políticas agroambientales europeas, actúa en México por el reconocimiento de la multifuncionalidad de la agricultura.

En la India se acerca a una asociación civil instalada en el Indian Institute of Management de Ahmedabad, una de las más prestigiosas business schools del país: Honey Bee Network, que mantiene una base de datos multimedia para que campesinos puedan aprender de otros campesinos. Jasmín llega hasta los maravillosos spice gardens (huertos de especias) de los Ghats occidentales, con los especialistas en ecología humana de la Universidad de Bangalore. Con el apoyo de la Fundación de los Cárpatos, atraviesa Rumania y Ucrania, se sorprende al descubrir milpas europeas y devuelve su propia visión de este campesinado tradicional.

Jasmín se despidió en octubre de este mundo, dejándonos con una inmensa tristeza. Ojalá podamos convertir esta tristeza en un ánimo mayor para seguir sus Pasos por las veredas campesinas.

Ingeniero agrónomo, miembro de GEYSER, asociación civil francesa