El mejor y el peor equipo pueden ser el mismo. En 90 minutos Cruz Azul demostró que tiene argumentos suficientes para levantar por fin el escurridizo título y también que es capaz de cometer errores increíbles para dejar ir otra oportunidad, la tercera en cuatro temporadas. Todo y nada, una irregularidad constante con la que han aprendido a vivir.

Ayer, cuando llegaron a la ciudad de México, los jugadores y el cuerpo técnico parecían tranquilos, pero ensayaban respuestas o argumentos que explicaran lo sucedido la noche del jueves ante Monterrey. Porque nadie en el conjunto celeste alcanza a comprender cómo es que el mismo cuadro que ganaba 3-1 de pronto parecía un animal acorralado y tembloroso, incapaz de contener la respuesta feroz de un rival que al final los venció 4-3.

El equipo es irregular, admitieron, aunque al director deportivo, Alberto Quintano, esa respuesta parece no dejarlo a gusto, pero asegura que La Máquina ha aprendido a convivir con esos altibajos y, por eso, están metidos en la final. Sin embargo, dijo que tiene la esperanza de que pese a eso encuentren la fórmula para ganar el campeonato el próximo domingo en el estadio Azul.

Si a uno le hubieran preguntado al término del primer periodo, pues todo era bonito, prácticamente teníamos un pie pisando el campeonato, pero al final del segundo tiempo estuvo todo cambiado, dijo el directivo.

El técnico Enrique Meza también ofrece sus respuestas, pero no varían demasiado de las del resto del plantel. Para el entrenador –quien en la temporada pasada disputó una final, pero con Pachuca– el asunto también es de polaridades. Dimos una muestra de que el equipo puede jugar bien o mal, resume sin atreverse a definir lo que su escuadra mostró contra Rayados.

Da la impresión de que no sabemos defendernos bien, porque fue muy pronto cuando nos hicieron el gol en el primer tiempo y muy rápido volvieron a anotarnos en el segundo. Pero me parece más la dinámica del juego que los errores de la defensa, porque no juegan solos, dice, para no centrar toda la carga sobre los zagueros.

Meza comenta que lo suyo fue pecado de omisión, porque lo que dejaron de hacer les costó demasiado caro: de una cómoda ventaja con la que podían rematar en casa regresan presionados con un marcador incómodo. Aunque de pronto le entra el optimismo de técnico de carácter y ve el vaso medio lleno: aunque si lo vemos con otro punto de vista, la diferencia es de sólo un gol, es como si fuera 1-0. No es tan grave, dice el entrenador.

Y los jugadores tratan de curar las heridas en el ánimo luego de perder el control. Ninguno niega sus fallas, pero hacen esfuerzos por convencerse de que en el estadio Azul será otra historia.

Emanuel Villa asegura que, pese a todo, el grupo no está golpeado porque tienen confianza en la seguridad que da estar en casa. Tito no rehúye la responsabilidad de haber abierto el marcador con un autogol. Cosas del futbol, dice el artillero, quien tampoco sabe qué sucedió en aquel segundo tiempo que tanto lamentan.

Nos mirábamos y nos preguntábamos qué está pasando. No lográbamos conectar, dice mientras arruga la frente, la misma con la que anotó contra sus colores, y admite que el gran problema de su equipo es que cuando tienen el balón se hacen fuertes, pero apenas lo pierden todo se les complica.

El árbitro designado para pitar el duelo de vuelta es Marco Antonio Rodríguez, mientras el club informó que el defensa Joel Huiqui se recupera de la operación a la que fue sometido.