Opinión
Ver día anteriorViernes 11 de diciembre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Penultimátum

Un par de colados

C

ada día los estadunidenses se enteran que la pareja más famosa del momento no pertenece a la socialité, pero merecería figurar en las ácidas crónicas de Gore Vidal, Norman Mailer o Truman Capote. En realidad son un par de pícaros que lograron entrar sin invitación a la primera cena de Estado ofrecida por el presidente Obama en honor del primer ministro de la India. Al escándalo desatado por burlar los estrictos sistemas de seguridad que rodean al mandatario del vecino país, se agregan poco a poco datos que muestran que Michaele y Tareq Salahi reinan en un ambiente donde prevalece el engaño y las falsas apariencias.

La notoriedad de la pareja alcanza niveles internacionales y costó ya la suspensión de tres agentes del Servicio Secreto, que el pasado medio siglo ha tenido fallas imperdonables. Como el 23 de noviembre de 1963 en Dallas, donde fue asesinado el presidente Kennedy; en el atentado que costó después la vida a su hermano, Robert, y en el intento de asesinato del presidente Reagan.

Pero a este par de colados los perdió la ostentación, proclamar en los medios que estuvieron entre los 300 invitados a la cena mencionada, sin estar en la lista. Y aunque en Estados Unidos no es un delito colarse a un acto oficial, sí lo es burlar los sistemas de vigilancia que rodean al presidente, asunto que investigan las autoridades y hasta el propio Congreso por conducto de la Comisión Nacional de Seguridad, cuyo responsable afirma que el país es afortunado de que la falla en la Casa Blanca no terminó en una noche de horror. Exagera, pues invitados y colados pasaron los arcos de seguridad que detectan hasta un alfiler.

Los Salahi se dicen millonarios, y lo  son, pero en su historial hay muchos puntos negros. Por ejemplo, presiden una Liga Nacional de Polo desconocida por los que cuentan en ese deporte. Michaele presume de haber sido Miss Estados Unidos y hasta fotos tiene de su coronación, pero no aparece en los anales de ese certamen. Dicen estar organizando una Copa América de Polo en la amplia extensión de pasto que va del Congreso estadunidense al Obelisco a Washington. Aseguran patrocinar actos para recaudar fondos destinados a una organización de caridad, pero no aparecen los beneficiados. Y para colmo, los demandó el diseñador de su residencia en Virginia. Le debían 2 mil dólares. Los pagó en el juzgado la señora Salahi entregando al diseñador el fino reloj Patek Phillippe que llevaba.

Mientras la oposición pide la cabeza de Desiree Rogers, secretaria de asuntos sociales de la Casa Blanca, la pareja de pícaros enfrenta demandas por diversos delitos y se niega a comparecer ante una comisión del Congreso que quiere saber más del arte del engaño.

En el México de la gente bonita reinan muchos que superan a los Salahi en aparentar lo que no son.