Opinión
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Ciudad Perdida

Listo el adiós a Juanito

¿Quién miente: Ebrard o Ávila?

L

a renuncia de Rafael Acosta está lista. La noche de ayer estaba lista después de que las autoridades judiciales fueron enteradas de que el actual jefe delegacional en Iztapalapa falsificó todos o casi todos sus documentos de identidad.

Hasta donde se sabe no sólo fue el acta de nacimiento que presentó ante el Partido del Trabajo para que lo hiciera candidato, sino también la credencial del Instituto Federal Electoral, la CURP, y hasta su alta en la Secretaría de Hacienda.

No hay salida para Juanito. El artículo 339 del Código Penal del DF asegura que al que para obtener un beneficio o causar algún daño, falsifique o altere un documento público o privado, se le impondrán de tres a seis años de prisión y de cien a mil días de multa, tratándose de documentos públicos, y de seis meses a tres años de prisión y de cincuenta a quinientos días de multa, tratándose de documentos privados.

Ayer por la noche, los asesores del delegado ya estaban enterados de la situación y se hablaba aún de ciertas condiciones que impondría Rafael Acosta para firmar su renuncia, entre ellas, al igual que el PAN, que Clara Brugada no ocupara su lugar.

No obstante, hasta donde se sabe, el jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, había citado la noche de ayer a Rafael Acosta en sus oficinas para tratar de llegar a un entendimiento con él, cosa que no ocurrió hasta después de las 22 horas.

El asunto, de por sí grave, se complica aún más porque en la oficialía de partes del Gobierno del DF no hay ningún documento que acredite la personalidad del delegado. Ni siquiera ha presentado la declaración de bienes que es requerida para ocupar el puesto, es decir, no hay documento alguno de Juanito, quien de cualquier manera ocupa el lugar del delegado.

Para quienes han protegido al funcionario, el asunto no es tan grave. Total, la ley sólo debe aplicarse en caso de que quien la infrinja sea uno de sus enemigos; para sus protegidos, se trata de una exageración que pretende, fíjese bien, violar la ley.

Entonces Rafael Acosta, que falsificó su acta de nacimiento para hacerse pasar por nieto de un revolucionario, en este caso Felipe Ángeles, no tiene salida. Ahora el asunto es el nombre de quien sucederá a Acosta, que no debería permanecer más en el cargo, sobre todo si ya se tiene en el gobierno la prueba de la ilegalidad cometida.

Esto, que debería ser también un asunto resuelto, tiene a la política del DF metida en un brete, porque la gente de la Asamblea Legislativa, por boca de Alejandra Barrales, se ha dedicado a difundir la especie de que otro perredista, en este caso Javier González Garza, sería quien sustituya a Rafael Acosta, como para congraciarse con el panismo y Nueva Izquierda, que insisten en impedir que Brugada obtenga lo que en justicia le corresponde, y lo que reclama la gente de Iztapalapa.

Como se ve, el asunto aún no termina. Los nuevos datos dan la oportunidad a Marcelo Ebrard de hacer respetar la voluntad de la gente de aquella delegación y de hacer que Clara Brugada ocupe el puesto de delegada, es decir, ya no tendría que llegar a arreglos vergonzosos con ninguno de los partidos.

Ahora que si de lo que se trata, también en el Gobierno del DF, es de deshacerse de la Brugada, el asunto se va a complicar aún más, pero entre las filas de la que fue o es –aún no ha sido sustituida formalmente– encargada del despacho hay confianza en la decisión del gobierno de Ebrard.

De pasadita

Ya que andamos por Iztapalapa, no queda más que poner ojos en dos declaraciones que por ser tan contrarias merecen una buena explicación de las autoridades. Marcelo Ebrard aseguró hace algunos días que la situación en esa demarcación era insostenible, pero su secretario de Gobierno se lanzó una de las suyas y dijo que ahí no había ingobernabilidad. Entonces, uno de los dos miente. Esperamos que, por el bien de la ciudad, quien esté mal sea José Angel Ávila Pérez.