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El narrador francés visita México por primera vez y se presentará en la Casa del Lago

Pensar en el verdadero lector de nada sirve al escribir: Houellebecq

No soy un autor peligroso, pero ocupo un espacio que no muchos pueden ocupar, indica

Mostrará su faceta de poeta, casi desconocida en castellano, dentro del ciclo Poesía en Voz Alta

Foto
Michel Houellebecq, ayer, durante la entrevista con La JornadaFoto Yazmín Ortega Cortés
 
Periódico La Jornada
Jueves 26 de noviembre de 2009, p. 3

No soy un escritor peligroso, pero ocupo un espacio que no muchos pueden ocupar. Los que me quieren pueden esperar que continúe escribiendo y los que no, podrían esperar que pare de escribir, pero aún me quedan muchos temas para escribir.

Ése es el mensaje de Michel Houellebecq, el malvado de las letras francesas, quien visita México por primera vez en medio de una fuerte expectación.

En realidad uno de los grandes misterios a los que Houellebecq trata de encontrarle explicación en este viaje no viene de la literatura o de por qué la crítica lo vapulea o lo ama sin medias tintas. El misterio para él es cómo se logra vivir en una ciudad como la de México. Por eso fue él quien hizo las primeras preguntas en esta entrevista:

¿Cree usted que es algo bueno que la ciudad sea tan grande? ¿Alguna vez pensaron que crecería tanto? Realmente pregunto porque no tengo una opinión fija, real al respecto. La reacción natural para un europeo es cierto temor, pero también debo confesar que no veo un problema real. No he visto problemas desde que llegué, no me parece que la gente tenga cara de loco. Sí noto una pequeña dificultad para respirar normalmente, quizá tiene que ver con la altitud.

Quizá también tiene que ver con el narrador ha pasado el día atendiendo a la prensa. Llevo tres años sin hablar tanto.

No soy polémico, sino mal percibido

Michel Houellebecq (Saint Pierre, isla de Reunión, 1956, aunque también se maneja 1958) se presenta este jueves a las 19 horas en el ciclo Poesía en Voz Alta de Casa del Lago, acompañado por Alonso Arreola, quien logró traer al novelista para mostrar una faceta que es prácticamente desconocida en castellano: la de poeta.

En francés ha publicado varios poemarios, entre ellos La poursuite du bonheur, Le sens du combat y Renaissance; en español es posible encontrar Supervivencia, libro del que leerá algunos poemas hoy, y que reúne una selección de poemas publicada por Acuarela Libros.

Como su narrativa, la poesía de Houellebecq es fuerte, sin concesiones, ruda, golpea al lector por su crudeza. Debemos decirlo así, atrevernos, porque la vida es muy corta, dice el autor de Plataforma y La posibilidad de una isla.

–¿Por eso escribe usted de esta manera? ¿Hay intención de ponerle el cabello de punta al lector y sobre todo a los críticos?

–La mejor fórmula para escribir un libro, lo que realmente funciona, es pensar que uno va a morir antes de que se publique, así que lo que pase con él no me concierne. Me parece que es más o menos imposible escribir si uno está pensando en las reacciones del otro.

“No, de hecho creo que esto no es totalmente cierto. Uno sí se imagina un lector ideal, aunque creo que depende de los escritores: si hay un fragmento o un pedazo de mi obra que puedo llamar chistoso, si lo llamo así es porque en primer lugar me hace reír; lo mismo sucede con los pasajes que son tristes. Así que en cierto modo el escritor es el primer lector de lo que escribe.

Hay que darse cuenta que soy un escritor, claro, pero pasé gran parte de mi vida leyendo. Al escribir un libro hay momentos que uno puede llamar de exaltación o de inspiración y otros en los que se relee en frío. Finalmente pensar en el otro, en el verdadero lector, no sirve de nada en el proceso de escritura.

La verdad, añade, es que “no me siento polémico. No soy polémico: soy mal percibido, y aquí el problema es que la verdad es realmente aburrida y decepcionante. Simplemente los molesto porque existo y porque mi naturaleza es enervante.

“Tengo cierto éxito en el extranjero, pero no le doy mucha importancia porque no tengo ninguna posición sociológica de poder. Las personas que sí la tienen simplemente tratan de eliminarme o de hacerme daño porque les molesta mi simple existencia, y como no tienen el derecho de matarme, tratan de suprimirme sociológicamente. Estarían felices si paro de escribir.

“Es evidente que quienes me atacan más violentamente no lo hacen por mis ideas, porque las ideas no ocupan un lugar real en su vida. Atacar mis ideas es simplemente una especie de pretexto.

Lo que los desespera es el número de lectores que tengo, que soy quizá el único sobreviviente de una generación en la que los demás se volvieron locos o murieron y que soy conocido en el extranjero.

Sin embargo, sí creo que existe un futuro para la literatura. Hay altas y bajas; ya ha habido épocas mediocres en las letras francesas y otras excelentes. La actividad literaria no se encuentra para nada en peligro: hay libros, lectores, gente a la que le gusta leer. Los que me quieren pueden esperar que siga escribiendo, los que no podrían esperar que deje de escribir.

Pero Houellebecq no abandonará la literatura, por una sola razón: Hay algo que todavía falta en mis libros. Por ejemplo, no hay personajes que sean verdaderamente ricos, aunque tampoco los hay verdaderamente pobres (en eso creo que tenemos una buena representación en la literatura francesa contemporánea); tampoco he tratado la relación padre e hijo. Entonces, todavía me faltan muchas cosas por escribir.

Con la escritura, dice el autor, “uno intenta acercarse a sí mismo. Para simplificar voy a hablar específicamente de la novela. Lo que me motiva a escribir una novela es encontrar algo que no fue suficiente, algo que falta en las novelas que escribí. Así una novela engendra a otra, es una especie de autoengendramiento y uno se va encontrando a sí mismo.

Por eso cuando uno entra en un libro, no entra en la mente del autor, sino en su forma de ver el mundo.

Houellebecq participará, el sábado, en la Feria del Libro de Oaxaca.