Opinión
Ver día anteriorViernes 13 de noviembre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
La Muestra

Buscando a Eric

Foto
Fotograma de la cinta dirigida por Ken Loach
M

anchester, Inglaterra, época actual. Buscando a Eric (Looking for Eric) transcurre en el territorio muy personal del realizador Ken Loach, un espacio marcado desde hace tres décadas (desde su primer largometraje, Pobre vaca, 1967, para ser exactos) por pintorescos y entrañables personajes de la clase obrera.

Comúnmente identificado con un realismo social y un gusto por el melodrama (Vida en familia; Ladybird, Ladybird; Lluvia de piedras, Riff Raff), el director ha conseguido en los últimos años sorprender a sus seguidores con notables incursiones en el cine histórico (Tierra y libertad; Vientos de libertad), pero también, como en Buscando a Eric, en la comedia romántica. Disipemos de entrada una posible confusión: Loach no incurre mínimamente en esas fórmulas gastadas con las que el cine hollywoodense ha promovido en días recientes dicha comedia. Todo lo contrario: su cinta más reciente es una exploración divertida y original en el campo de la fantasía y en el juego con la identidad.

La obviedad aparente en el mensaje de la cinta, con los clichés más socorridos de la superación personal (al estilo de nada tiene que darse por irremediablemente perdido, siempre y cuando haya esfuerzo de tu parte y amigos cercanos para ayudarte), se vuelve en realidad un comentario jocoso, por momentos ácido, dadas las reiteradas desventuras del personaje, Eric Bishop (Steve Evets).

Eric es una simple cara en la multitud de fanáticos del futbol, un cartero anónimo y sin suerte, abandonado por su mujer y ninguneado por sus hijastros (que prefieren la compañía y emulación de mafiosos), incapaz de compartir el buen humor de sus colegas de trabajo.

La novedad en la cinta es la participación de un antiguo astro del balompié, el francés Eric Cantona (interpretado por él mismo), quien descendiendo, cual deus ex machina, del gigantesco cartel en la recámara del cartero, decide aleccionar, aconsejar y consolar a este perdedor nato. Eric Cantona cobra así vida, y con su destreza en la seducción, su desenfado y sabiduría de hombre jubilado del deporte por decisión propia emprende la tarea de educar a su admirador elevando en lo posible su bajísima autoestima.

Ken Loach lanza una mirada irónica a la valoración social del éxito. El propio Eric Cantona, en la vida real, fue suspendido ocho meses del equipo de futbol Manchester United por haber agredido a un fanático durante un partido; poco después anunció su retiro y se dedicó a la actuación y a la pintura. Algo de esta experiencia transmite a su discípulo Eric Bishop, un hombre que tardía pero certeramente entiende que el esfuerzo individual es poca cosa sin la solidaridad de los afectos más cercanos.

Nuevamente otro cliché cultural que el talento del realizador y su guionista Paul Laverty transmite y relabora a partir de diálogos ingeniosos y situaciones de corte fantástico. Una comedia eficaz y novedosa.