Opinión
Ver día anteriorMartes 10 de noviembre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Ciudad Perdida

Combate a la desigualdad

Iztapalapa y el SME

E

n la ciudad de México la lucha para combatir la desigualdad es un punto en la agenda de gobierno al que no debe afectar, de ninguna manera, ni las crisis ni las malas administraciones federales. Nueve años de trabajo en ese sentido han evitado, entre otras cosas, que la violencia no tome los matices que se viven en otras entidades de la República.

Todo parece indicar que la administración de los dineros de todos, aún no ha caído en la tentación de ir menoscabando la inversión en los programas sociales para, de una vez, irle metiendo a eso de comprar conciencias para la contienda del 12, cosa que ya se práctica en muchos estados del país. Cuando menos eso se asegura en los pasillos de la Secretaría de Finanzas del gobierno.

Aunque aún no se sabe con certeza cómo viene el Presupuesto de Egresos, que deberá estar listo para la mitad de este mes, hay temores fundados de que se trate de golpear a la economía del DF con la reducción del gasto en algunos rubros.

El gobierno de la ciudad, de cualquier manera, no solicitó más recursos para programas sociales, aunque sí lo hizo para obras del calibre de la línea 12 del Metro, pero entre el PRI, el PAN y la Secretaría de Hacienda, que todavía el domingo pasado, y aún ayer, se reunieron para tratar el asunto, hay la idea de reducir el presupuesto para el DF, más que nada para tratar de hacer que se caiga en la trampa de obligarlos a invertir en la obra y dejar fuera programas de asistencia de mayor calado.

Sea como sea, a Marcelo Ebrard se le presenta la gran oportunidad de perfeccionar los proyectos de ayuda a los más necesitados que mantiene su gobierno. Un ejemplo de cómo mejorar es plantear como derecho todo aquello que ahora se mira como simple asistencia.

Establecer obligaciones a quienes reciben los beneficios de los programas, como en el caso de las becas a los jóvenes de Prepa, sí rompe el concepto del derecho, es decir, si el beneficiario tiene que retribuir con algo lo que se le proporciona, entonces no tiene derecho a eso, simplemente lo intercambia.

Los jóvenes becarios, hasta donde sabemos, tienen que hacer trabajos comunitarios para acceder a los beneficios de la beca, por tanto, la educación a su nivel no parece ser una obligación del gobierno hacia los estudiantes, sino más bien una concesión que tienen que pagar con diferentes labores.

Algo parecido sucede con los comedores populares donde se cobra, poco, muy poco tal vez –si de lo que se trata es de cobrar–, a quienes reciben la comida, por lo que el concepto de derecho a la alimentación resulta, digámoslo así, una ayuda pagada.

Tal vez los tiempos no estén para regalar nada, pero la intención del gobierno por impedir que la brecha social se amplíe, es un esfuerzo que no debe cesar, aunque los vientos en contra soplen cada vez con mayor fuerza. La gran diferencia entre la izquierda y la derecha hoy, más que establecerse en dogmas filosóficos, se da en la práctica de acciones que eviten un mayor deterioro social, en esta época en la que todo se compra y todo está a la venta.

Hay confianza entre la población de que los programas sociales no se interrumpan, y es un compromiso de Marcelo Ebrard no restar importancia a ninguno de ellos; hoy se habrá de reunir el Consejo Económico y Social del DF para tratar el asunto, pero como dijo el ciego: ya veremos.

De pasadita

A la lucha por revertir la injusticia cometida contra el SME se ha unido una delegación que hasta hace unos meses hubiera estado, como era costumbre, en el darkside, y nunca hubiera apoyado al sindicato. Se trata de la delegación Iztapalapa, y se pretende que otras demarcaciones también se unan a las acciones que emprenderá la organización sindical. Así van las cosas.