Cerebro,
experiencia y aprendizaje

Carmen Losada Custardoy

La neurociencia, más que una disciplina, es un conjunto de ciencias con un objeto de investigación común: el sistema nervioso, particularmente la actividad cerebral que se relaciona con la conducta, la experiencia y el aprendizaje.

Su campo es amplio y complejo, abarca desde las perspectivas básicas de la biología molecular hasta mecanismos, funciones o conductas cognoscitivas y perspectivas propias de las ciencias sociales, e involucra a ciencias tales como la neuroanatomía, la neurofisiología y la neuropsicología, tanto como la psicología cognitiva, la lingüística, la filosofía, la inteligencia artificial y, desde luego, las ciencias computacionales. Como afirma Chad M. Sylvester (1995), neurocientífico de la Washington University School of Medicine en San Luis Missouri, se trata de un campo que en los últimos veinticinco años ha adquirido enorme importancia y representa indiscutiblemente uno de los más vibrantes retos de la ciencia en la actualidad.

Del estudio de los procesos cerebrales que hoy es posible realizar empleando las nuevas tecnologías de neuroimagen no invasiva, los neurocientíficos han generado ideas cada vez más claras acerca de algunos mecanismos del cerebro relacionados con el aprendizaje y han podido confirmar que:

El aprendizaje cambia la estructura física del cerebro.

Esos cambios estructurales alteran la organización funcional del cerebro organizándolo y reorganizándolo.

La organización funcional del cerebro depende de la experiencia.

Son hallazgos que por una parte dan más luz a posiciones teóricas de la psicología del desarrollo, entre ellas, de manera destacada, la importancia de la experiencia y, por otra, animan a movimientos de educadores para que analicen y mejoren sus prácticas. En Estados Unidos, por ejemplo, un movimiento de docentes sustenta que la aplicación de los hallazgos en neurociencia puede mejorar el aprendizaje, y estableció doce principios básicos que consideran la unidad mente-cerebro (Caine y Caine):

¤ Todo aprendizaje es fisiológico.
¤ El cerebro-mente es social.
¤ La búsqueda de significado es innata.
¤ La búsqueda de significado ocurre mediante el establecimiento de patrones.
¤ Las emociones son cruciales en el establecimiento de patrones.
¤ El cerebro-mente procesa simultáneamente las partes y el todo.
¤ El aprendizaje involucra la atención focalizada y la percepción periférica.
¤ El aprendizaje involucra procesos conscientes e inconscientes.
¤ Existen al menos dos funciones de la memoria: archivar hechos y habilidades individuales y atribuir
   sentido a la experiencia.
¤ El aprendizaje es evolutivo, procesual.
¤ El aprendizaje complejo se potencia frente al desafío y se inhibe frente a la amenaza asociada a
   impotencia.
¤ Cada cerebro se organiza de manera única.

Estos principios ponen de manifiesto la consideración del aprendiz en su totalidad fisiológica, emocional e intelectual. Al respecto, sus autores sostienen que para pasar de la investigación y las teorías del cerebro a la práctica en el aula los profesores necesitan:

Crear entornos de aprendizaje que sumerjan totalmente a los alumnos en la experiencia educativa y lograr que se convierta en una experiencia compleja.

Generar un ambiente de constante desafío al pensamiento de los alumnos en el que impere un estado de alerta interesado, ajeno al miedo.

Generar un ambiente de procesamiento activo en el que se respeta el tiempo que los estudiantes requieran para que procesen, consoliden e interioricen la información.

El desafío es grande, significa diseñar una enseñanza “cerebro-compatible” como la llama Lawson (2001). El planteamiento y la resolución de problemas, los juegos, la modelación, las simulaciones, los trabajos de campo; el diálogo, la exposición, las composiciones escritas, las preguntas, las indagaciones y el desarrollo de proyectos, el uso de metáforas y analogías, el trabajo cooperativo, la elaboración de portafolios, son todas partes sueltas de las nuevas estrategias educativas que, si se vinculan con coherencia y se desarrollan con consistencia a lo largo de los procesos educativos, generan la creación de un nuevo paradigma que incorpore de manera coherente los aportes de la psicología cognitiva, de las neurociencias y las nuevas tecnologías, un paradigma que permitirá analizar y comprender las discrepancias entre las prácticas actuales de enseñanza y las prácticas óptimas de aprendizaje.

Para saber más
http://www.newhorizons.org/neuro/caine%202.htm

Carmen Losada Custardoy es doctora en Ciencias, asesora académica de la UACM.

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