Sociedad y Justicia
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El laboratorio de Seibersdorf espera muestras de complejo iraní

AIEA: partículas microscópicas revelan labores nucleares ilícitas
 
Periódico La Jornada
Martes 3 de noviembre de 2009, p. 38

Seibersdorf, Austria, 2 de noviembre. Una mezcla de edificios grises y blancos, apiñados en las afueras de Viena, parece un escenario poco probable para un laboratorio que podría poner al descubierto actividades nucleares ilícitas.

En este lugar, expertos de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) magnifican, baten y disuelven cientos de muestras tomadas en plantas nucleares de todo el mundo para verificar si las labores son pacíficas.

El organismo de vigilancia atómica de Naciones Unidas está en espera de que sus inspectores lleven las muestras de su primera visita a la planta de enriquecimiento de uranio de la ciudad sagrada chiíta de Qom, en Irán, luego de su viaje del 25 de octubre, según un diplomático cercano a la AIEA.

Irán dice que las instalaciones en construcción, cuya existencia no fue relevada sino hasta el mes pasado, tienen como objetivo refinar uranio sólo para propósitos energéticos.

Sin embargo, las potencias de Occidente sospechan que el programa nuclear de Irán es una fachada para desarrollar un arsenal atómico y diplomáticos cuestionaron que la república islámica se tomara un mes para abrir las instalaciones. Temen que pueda haber usado ese plazo para deshacerse de evidencias.

El complejo Seibersdorf de la AIEA, que ha crecido rápidamente desde 1962, podría ayudar a responder algunas preguntas.

Seibersdorf adquirió un importante papel verificador en los años 90 del siglo pasado, después de la primera guerra del Golfo, cuando la agencia recibió más facultades para detectar actividades secretas tras el descubrimiento del programa atómico clandestino de Irak.

Funcionarios sostienen que su experiencia con Irak los ayudó a pulir sus técnicas.

Las claves (con Irak) fueron las muestras. Sin importar lo que diga la gente, éstas no mienten. La verdad saldrá a la luz, expresó el jefe de la unidad de la AIEA, David Donohue.

Aquí, científicos en trajes que los cubren de pies a cabeza estudian muestras en busca de partículas que pueden ayudar a la AIEA a verificar si uno de sus estados miembros está reportando todo acerca de su programa nuclear.

Objetos irremplazables

Entre otras sustancias, el equipo de análisis –42 integrantes de Siebersdorf– está buscando rastros de uranio y plutonio purificados, que forman la esencia de las bombas atómicas.

Las muestras pueden revelar actividades nucleares pasadas y presentes, particularmente las vinculadas con la conversión de uranio en material procesado, el subsiguiente enriquecimiento y, finalmente, la fabricación de perdigones de combustible.

Para asegurarse de la evaluación imparcial de la evidencia, al personal no se le informa sobre la procedencia de las muestras. Toda prueba lleva código de barras y sólo puede ser identificada por altos funcionarios.

Considero que estas esponjitas no tienen precio, subraya Donohue mientras extrae un pequeño cubo de algodón de una hermética bolsa de plástico esterilizada, que la agencia fabrica por unos 75 o 90 dólares cada una.

Estas muestras constituyen una instantánea de una instalación nuclear. Son irremplazables, agregó.

La AIEA envía muestras a laboratorios asociados de todo el mundo, para que posteriores análisis permitan una segunda opinión. Éste puede comparar evidencias en un archivo de pruebas que datan de una década atrás, para ver si existen nexos ocultos entre plantas y países.

La mayoría, tomadas durante inspecciones acordadas con los estados miembros, arrojaron sólo actividades declaradas.

Descubriendo máscaras

La agencia incluso puede detectar pistas cuando una nación ha trabajado arduamente para deshacerse de rastros. Antes de la visita de los inspectores de la AIEA en 2003, Irán dijo que no había introducido material nuclear a sus instalaciones de Kalaye Electric.

No obstante, la AIEA pudo detectar rastros de uranio altamente enriquecido en muestras tomadas en las instalaciones, aunque Irán había impedido la recolección de pruebas durante varios meses.

La agencia concluyó que Irán había tomado medidas para ocultar el origen, la fuente y el alcance de su programa de enriquecimiento. Ese país admitió luego haber probado centrífugas en las instalaciones, usando pequeñas cantidades de uranio altamente enriquecido.