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A veces me dan ganas de largar todo, dice el veterano

Pony Ruiz, cerca del retiro luego de 15 años en México

Estoy muy contento con mi trayectoria porque sigo vigente, asegura

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Rodrigo Ruiz es el jugador en activo de cancha con más partidos en el futbol mexicano; suma 562Foto Marco Peláez
 
Periódico La Jornada
Sábado 31 de octubre de 2009, p. a14

¡A veces me dan ganas de largar todo...! dice con enfado Rodrigo Ruiz, el jugador en activo de campo con más partidos en el futbol mexicano: en total 562. Pero después uno empieza a pensar bien las cosas, a analizar... No quiero retirarme de esa manera, todavía me siento bien y me encantaría jugar un año más, el que viene; ya después veré.

El Pony, chileno naturalizado mexicano, sufre y se desespera en el banquillo. Durante el actual torneo ha entrado de relevo 10 veces, dos partidos ni siquiera jugó y retornó más silencioso que nunca al vestidor. Sólo inició en uno (fecha 13), en el triunfo ante Toluca, donde participó en los dos goles de Estudiantes.

Únicamente algunos porteros, con menor desgaste físico, superan en edad a Ruiz de Barbieri, quien a sus 37 años (el 10 de mayo de 1972, Santiago) reconoce que vive la última etapa de una brillante carrera, donde para describirla hace a un lado su habitual modestia y parquedad para hablar. Le entra un aire de entusiasmo:

Estoy muy contento con mi trayectoria, por haber estado vigente durante 15 años que es lo que llevo en México. Eso significa algo, pues difícilmente uno puede permanecer fuera de su país y tener siempre trabajo. Estoy agradecido con todos los equipos que me han dado la oportunidad: no me queda más que retribuir toda esa confianza, mínimo, tratando de hacer las cosas bien.

Nunca estuvo tanto en la banca

Hoy asume con dificultad su condición de elemento de relevo, pues admite que le entra ansiedad porque las ganas de jugar son mayores todavía. Nunca había estado tanto tiempo en la banca. Son situaciones que se presentan y hay que asumirlas y afrontarlas de la mejor manera.

–¿Ha perdido velocidad?

–Sí, es evidente. Por la edad es algo inevitable, se van perdiendo cualidades. Mi mejor virtud, la que quizá marcaba diferencia, es la velocidad y va decreciendo ¡sin llegar a ser hoy un tipo lento!, pero en comparación con mis inicios, sí hay diferencia.

–Uno lo ve correr como ráfaga, pero ¿qué piensa cuando se encarrera al frente?

–(Ríe) No sé, procuro desequilibrar, busco que esa jugada termine en gol, miro, intuyo a mis compañeros, los busco. Soy un delantero, un hombre de ofensiva que trata de ayudar y, por supuesto, mi idea siempre es causar daño.

–En esa búsqueda del rematador fue memorable la dupla que hizo con Jared Borgetti en Santos Laguna.

–Sucedió de una forma espontánea, sin proponérnoslo, sin conversarlo. Poco a poco se trabajó. En los entrenamientos se da un conocimiento de las cualidades de los demás. En su momento se habló mucho y todavía se recuerda. Afortunadamente salimos todos ganando.

La combinación de goles y jugadas que hacía Jared significaron puntos y un torneo, un campeonato (Verano 2001) y un subcampeonato, pero era un trabajo de todos, la dupla llamó mucho la atención por el entendimiento que tuvimos, algo similar conseguí después con Matías Vuoso.

–Hay otra etapa donde se te recuerda, con Toros Neza.

–Ha sido mi equipo más alegre, una fiesta que lográbamos transmitir a la tribuna. Me siento orgulloso de haber sido partícipe de esa época y todo lo que marcó para mucha gente. La diferencia siempre la puso (Antonio) Mohamed por su forma de ser, en general era un buen grupo.

Lamentablemente se fue apagando hasta que desapareció. Sin duda significó un hito en el futbol mexicano por tantas locuras que hicimos.

–¿Aún le quedan centenarios de los que les regalaba el patrón?

–¡Para nada, ya se vendieron todos!

Ruiz es de esos jugadores que todo árbitro quisiera dirigir: disciplinado, no protesta ni busca broncas y, sin embargo, por ironías de la vida estuvo involucrado en uno de los episodios más violentos que se han visto en un campo de futbol: aquella batalla campal entre Toros Neza y Jamaica, el 2 de abril de 1997, en una cancha antirreglamentaria ubicada en una industria cervecera de Toluca.

“Todos los años me la recuerdan. Siempre que hay una bronca las televisoras repiten esa lamentable pelea que vivimos. Yo prefiero tomarlo como chascarro, como anécdota. Quedó como algo jocoso... En ese momento no me di cuenta, quedé noqueado, uno de los tipos me pegó por la espalda y me dejó inconsciente y ya no supe más. Después vi por televisión todo lo que pasó.

–¿Le asustó verlo?

–Sí, jamás debió ocurrir algo tan grave porque era un partido amistoso. Jamaica se estaba preparando para enfrentar a México y nosotros también, tomándolo como forma de trabajo para estar mejor. Lamentablemente fue una situación penosa. Para todos los que estamos en el futbol no es grato terminar a los golpes.

Ruiz de Barbieri alguna vez vistió la casaca chilena, en la Copa Uruguay 1995: “Mi participación fue escasa, tuve pocas oportunidades, pero fui maltratado por la prensa, eso me llevó a renunciar, entre comillas, pues casi no jugaba. Fue un tema que manejé con tranquilidad, sin problemas.

“Pero nunca voy a odiar mis raíces, sólo fue una molestia en el aspecto profesional y hoy no existen rencores, no tengo ningún resentimiento. Soy chileno por nacimiento y mexicano por naturalización, aprecio mucho a los dos países y le deseo lo mejor a Chile en Sudáfrica 2010.

Estoy contento por el momento que se vive allá y el cambio que Marcelo Bielsa le dio al equipo, existe mucha expectativa, señaló.

–Mientras el futbol mexicano no acaba de dar el estirón...

–Siempre habrá dudas y críticas. No obstante, para mí es muy competitivo, se le puede pelear a cualquier equipo del mundo a nivel selección o clubes, también en cuanto a infraestructura. Considero que está entre los más importantes del mundo, ¡no hay que demeritar! Para alguien que viene de fuera, como yo, no resulta sencillo adaptarse a los climas, a la altitud, a los horarios, las distancias...

Confiesa ser “reservado; disfruto mucho a mi familia, antes acostumbraba ir al cine con mi esposa y en general me gusta estar con mis hijos en casa: la mayor se recibió de chef, mi hijo estudia administración de empresas y las niñas van a la preparatoria”.

Refiere su gusto por todo tipo de música, pero en casa son muy cumbieros, y le agrada la comida mexicana, le entro al picante sin ningún problema.

El Pony Ruiz llegó al país en 1994 para jugar con el Puebla, luego de militar tres años en el Unión Española, equipo donde nació futbolísticamente, y hoy, por segunda vez, viste la playera del equipo de Zapopan.

En el final de su carrera reflexiona: “Quiero jugar un año más y luego veré qué se puede dar para seguir ligado al futbol.

No me veo tanto como técnico, la verdad son pocas las opciones para la gran cantidad de entrenadores que hay. Tendría que empezar de abajo, irme fogueando; qué se yo, fuerzas básicas o primera A, pero todo dependerá de las chances... No sé decir cuándo me retiraré, sólo espero terminar de la mejor manera posible.