Opinión
Ver día anteriorSábado 17 de octubre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Infancia y sociedad

Los niños, olvido político

T

res generaciones de niños de la calle son parte de los funestos saldos de las políticas económicas neoliberales. Cientos de miles de infantes deambulando sin protección en las ciudades del país: capital humano a la deriva, a disposición de todo tipo de explotadores y cadenas de delincuencia. Sin embargo, hay gobernantes que dicen tener la conciencia tranquila y que duermen como neonatos.

Contingentes de pequeños guerreros de factura espartana dejan sus familias y salen en busca de un destino que la Patria les niega. Un verdadero despilfarro humano, porque los niños de la calle son una selección natural de inteligencia y vitalidad; los verdaderos niños talento (lo hemos constatado directamente desde hace años).

La infancia es momento político privilegiado para romper o perpetuar el círculo de la pobreza, para cancelar por anticipado la vida democrática o para fundarla. En eso piensa menos la izquierda, que los grupos que ostentan el poder y sus oscuros aparatos de control.

Dice la Constitución en su artículo 4º. párrafos 6, 7 y 8: los niños y las niñas tienen derecho a la satisfacción de sus necesidades… para su desarrollo integral… El Estado proveerá lo necesario para propiciar el respeto a la dignidad de la niñez y el ejercicio pleno de sus derechos… El Estado otorgará facilidades a los particulares para que se coadyuven al cumplimiento de los derechos de la niñez.

En su última visita a México, en 2006, el comité de vigilancia para el cumplimiento de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, manifestó oficialmente: el comité está profundamente preocupado por las denuncias de casos de tortura y tratos crueles y degradantes, en particular contra los niños de la calle, niños migrantes, grupos de jóvenes y niños marginados, y niños víctimas de explotación sexual y económica. Al comité le preocupa, además, que la mayor parte de los casos no se denuncien ni enjuicien debido a la falta de instancias y procedimientos apropiados para presentar y tramitar denuncias de tortura y casos crueles y degradantes contra los niños.

Dicho comité volverá en 2010 para revisar los avances en la aplicación de la Convención. Mas sólo encontrará un puñado de cínicos, pero no de los que se llaman así por su pertenencia a la doctrina filosófica, sino por su desvergüenza en el mentir –como se lee en cualquier diccionario– o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables. Impudencia, obscenidad descarada. Conducta de corte sicótico, digo yo.

No me cansaré de repetir a los colegas de izquierda que la infancia, mucho más que cualquier recurso natural, es el capital más importante a defender.