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Femenino criminal se titula su nuevo libro de relatos, publicado por Suma de Letras

Josu Iturbe explora la violencia, pero sin hacer literatura moral

El escritor describe la conversión de las mujeres de víctimas en victimarias, una especie de revancha contra lo masculino

No son enfermas mentales, sino comunes y corrientes

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Me interesa la iconografía de la violencia, de las armas, aunque soy de lo más pacífico, sostiene el escritor y artista Josu IturbeFoto Marco Peláez
 
Periódico La Jornada
Sábado 3 de octubre de 2009, p. 2

De víctimas a victimarias. Mujeres comunes y corrientes cuya circunstancia las lleva al homicidio. La revancha contra lo masculino. Tánatos dominando a Eros. Así se va formando poco a poco el nuevo libro de cuentos de Josu Iturbe: Femenino criminal.

Me interesa la violencia, pero escribir sobre violencia masculina es algo tan común y corriente en la sociedad en la que vivimos, está tan presente que no tenía mucho chiste. Por eso pensé en mujeres que cometieran crímenes, que ahora parece que se ha puesto de moda, pero me atribuyo haber sido el primero, añade Iturbe (Bilbao, 1964), quien comenzó a dar forma a este su segundo libro de cuentos después de una investigación para conocer qué tipo de crímenes cometen las mujeres.

Te das cuenta de que no cometen tantos y que casi nunca llegan a la violencia en ese extremo. Normalmente la mujer no mata indiscriminadamente, mata a los que ama o los que tiene cerca; al marido, los hijos, el padre y a partir de ahí hice una lista de crímenes posibles cometidos por mujeres, todo desde la perspectiva de que fuera muy realista, que fueran personajes muy de carne y hueso y situaciones muy reales.

Todos los cuentos de este volumen (publicado por Suma de Letras) llevan nombres de mujer y fueron ilustrados por Josu, quien además es artista plástico (su libro anterior Cadáver crítico está ambientado en el mundo del arte mezclado con el terrorismo).

Literatura y violencia

No pretendo hacer una cosa moral. En todo lo que escribo hay una cuestión ética detrás, porque no podría ir contra mí mismo. Creo que se debe escribir de lo que uno puede; lo importante de ser escritor es el impulso expresivo, la necesidad que tiene uno de contar, qué historias se inventa para contar eso que quiere contar, que a veces uno sabe qué es, pero surge en el momento de crearlo, añade el autor del ensayo El arte del mercado de arte.

“Creo que es lícito hablar de violencia. La literatura no tiene que ser a huevo literatura social, siempre hablando de lo mismo y de compromiso y la cosa revolucionaria, puede ser todo lo contrario. ¿Cómo podemos eludir la realidad que vivimos? Es una época de violencia, pero también ésta siempre la ha vivido la humanidad. Toda la novela de aventuras pasa por la violencia, las películas del oeste o las de guerra.

Me interesa la iconografía de la violencia, de las armas, aunque soy de lo más pacífico. Sólo quiero que la gente se entretenga, les divierta y que les haga pensar un poquito; sacarlos de la realidad para meterlos en la realidad de un cuento, que cuando el lector entre en ese relato se aleje de su pasado, su presente, su futuro, su circunstancia, su influenza o lo que sea. No pretendo hacer literatura moral.

En Femenino criminal todos los relatos llevan nombre de mujer, como una especie de homenaje a Poe, y sus detonadores asesinos pueden ser la violación de un hijo, la explotación sexual o laboral, por ejemplo, nunca de a gratis.

Al respecto, dice el autor: “quería que fueran muy realistas, completamente verídicos; algunos están basados en algún caso concreto y en cierto conocimiento que tengo de lo femenino, mis experiencias personales. No son locas, dementes o enfermas mentales, son mujeres comunes y corrientes que no tienen ningún interés por la violencia ni ninguna intención a la violencia, pero que en circunstancias límite pueden llegar al crimen.

De ser víctimas se convierten en victimarias, que normalmente ese es el papel que se atribuye a lo masculino. En este caso la intención era ésa, mostrar a una mujer que como siempre, o casi siempre, es víctima pero que le da la vuelta y acaba siendo victimaria, también es una especie de revancha contra lo masculino. En ese sentido, creo que es un libro muy feminista, no tengo empacho en decirlo, sí lo es, está escrito con un cariño especial hacia lo femenino, hacia la mujer.

Erotismo sufrido

En estos cuentos también está presente cierta carga erótica, aunque Josu Iturbe aclara: “En la mayoría es una carga negativa, es un erotismo sufrido, a fuerzas muchas veces, de violación o un erotismo de explotación, porque hay algunos elementos de prostitución. No es un erotismo gozoso, en sentido positivo, es un erotismo como una parte de la condena de lo femenino que tiene que cumplimentar una parte sexual, pero en la que no le interesa, o siempre ha sido víctima de abuso o nunca ha pensado en su propio placer. No sé si hay siquiera una escena de placer, me parece que todas son de sufrimiento.

“El erotismo –agrega– es un elemento importante en mi trabajo literario, pero el erotismo no tanto como la sexualidad que está llena de otras cosas, de enfermedades, de traumas y de complejos; y llena de problemas y eyaculaciones precoces y disfunciones eréctiles y todo ese tipo de conflictiva que hay.

“El erotismo más como en el sentido sicológico lacaniano o de Bataille, no el impulso de vida, el impulso erótico frente al tanático. Curiosamente en estos relatos sí aparece más como tanático, no es un impulso de vida, pero creo que es importante.

“Venimos del sexo y no sé si vamos a él, pero venimos de ahí. Sí es un elemento importante, muchas veces como un manejo irónico, porque muchos de los roles sociales y de las relaciones hombre-mujer pasan por la sexualidad y la cama es la mesa de discusión, cómo somos, qué visión tenemos de nosotros mismos, cómo manejamos nuestro poder sobre el otro, qué es lo que nos da celos, qué es lo que nos produce miedo.

En la sexualidad se juntan crudamente muchos elementos de la vida normal.