Red neuronal: 3D4Medical.com/Getty Images

Cerebro,
emociones, aprendizaje...

Pedro Reygadas

Hemos aprendido que el cerebro genera redes neurales únicas en cada individuo. A partir de patrones compartidos, pero de una experiencia particular, cada persona genera sus rutas de aprendizaje y conexión. Por eso, la educación no es una socialización uniforme, sino un aprendizaje del que cada uno extrae cocreativamente su experiencia. También sabemos que la arquitecta de la mente no es la lógica sino la emoción. Se ha demostrado que cada experiencia singular, como la de Einstein, la de Emil Krebs que hablaba con fluidez más de 60 lenguas o la de los grandes meditadores, genera particulares desarrollos cerebrales de un enorme potencial, lo que muestra la relación entre experiencia de desarrollo y cerebro. Casos como el de un joven de nombre Christopher, conocido como “sabio lingüístico” a pesar de sus dificultades mentales en otras áreas, o el de una mujer, Genie, que hasta la adolescencia vivió encerrada sin que nadie le hablara, pero que luego pudo avanzar al cambiar sus condiciones, muestran el potencial de desarrollo cerebral.

Conocer sobre los avances en el estudio del cerebro humano nos coloca, a quienes estamos interesados en la educación, frente a la necesidad de pensar en la relevancia de las experiencias enriquecedoras en el aprendizaje, de explorar en la singularidad de nuestros estudiantes, de reconocer la importancia de las emociones para el aprendizaje significativo y de tener confianza en las enormes posibilidades de nuestro cerebro, sin importar condición ni edad.

En el Council of Human Development (Consejo de Desarrollo Humano) se trabaja a partir del principio de que el desarrollo humano es un proceso dinámico, que ocurre en sistemas (incluyendo las relaciones dentro de la familia, la comunidad, la cultura y el medio ambiente) y, por tanto, toda práctica, política, investigación, etc. ha de considerar la complejidad de las relaciones entre estos sistemas.

La educación no es una socialización uniforme, es un aprendizaje del que cada uno extrae cocreativamente una experiencia singular. Y sabemos que la arquitecta de la mente no es la lógica sino la emoción.

Las reflexiones de dos de los integrantes de este Consejo, autoridades en el estudio de la relación cerebro y desarrollo, nos dan materia para pensar en el tipo de experiencias que debieran aportar las situaciones educativas.

Marc Lewis, neurocientífico canadiense, profesor de desarrollo humano y psicología aplicada de la Universidad de Toronto, afirma que:

Hoy en día aprendemos que el cerebro permanece plástico, es decir, transformable y abierto a la novedad, claramente hasta una edad adulta media, quizá más. Pero el cerebro necesita emoción para aprender. La plasticidad neural es soportada por neuroquímicos liberados cuando tenemos emociones fuertes, sean de interés, atracción o, al contrario, de ansiedad. Esto significa también que la clase de emociones que tenemos (o que nuestros padres, maestros y maestras filtran en nosotros) y el modo en que regulamos la emoción (también guiada por la experiencia con profesores, mentores y padres) tiene todo que ver con el modo en que el cerebro madura. Construimos nuevas redes basándonos en las experiencias emocionales duraderas. La emoción es entonces la máxima guía en el cambio y el desarrollo, y también consolida los estilos individuales para interpretar el mundo.

Por su parte, el doctor en Psicología Alan Fogel, codirector del CHD y profesor de psicología de la comunicación en la Universidad de Utah, puntualiza:

Todos sabemos qué prácticas y ejercicios se requieren para construir músculos y coordinaciones motoras para correr, para los deportes o hasta para la música. Las habilidades de pensamiento involucradas en la ciencia, las matemáticas, la escritura y la lectura requieren también práctica y ejercicio. El tejido neural crece cuando los niños practican las habilidades de pensamiento y las conexiones entre células nerviosas en el cerebro. Mientras un infante practica la lectura o las matemáticas, se forman nuevas conexiones entre áreas del cerebro usadas para el lenguaje y el razonamiento. Además, en la mayoría de los humanos, parte del cerebro, el córtex prefrontal, desarrolla lazos con otras áreas que incrementan la habilidad de la llamada función regulatoria o ejecutiva: pararse derecho, poner atención por periodos más largos, controlar sus emociones, y completar tareas.

Pedro Reygadas es doctor en Antropología, filósofo, lingüista, investigador y escritor, responsable de la iniciativa latinoamericana del Council of Human Development.

Para saber más

El Council of Human Development (en español, Consejo de Desarrollo Humano) está conformado por un grupo de científicos sistémicos dedicados a enriquecer el desarrollo humano mediante la aplicación de principios de los sistemas dinámicos. Su premisa principal es que la primera infancia es la etapa más importante en el desarrollo humano.

http://www.councilhd.ca/index.asp

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